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Antonio Javier López
Lunes, 20 de marzo 2017, 00:30
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Cada 28 de diciembre, este recorte del mapa suena a violines y platillos, a rasgueo de guitarras y panderetas. El corazón de la provincia late a ritmo de verdiales el Día de los Santos Inocentes con letras de hablan de amor y de tierra, de alegría y tristeza. A esa semilla ancestral, atávica, regresa el realizador malagueño David Muñoz con la innovadora propuesta de El mundanal ruido, proyectada ayer en los pases especiales de la sección de documentales del festival.
El mundanal ruido parte de una propuesta arriesgada, casi experimental, en su narración, apoyada en la potencia visual de las imágenes de los Montes de Málaga, en la cámara subjetiva de José Luque y en el rigor del toque y el cante por verdiales. Tanto es así, que hay que esperar al último tercio de la cinta para encontrar los primeros (y únicos) testimonios a través de las consideraciones de tres críticos de cine italianos sobre la filmación del propio David Muñoz en un juego del cine dentro del cine.
Un viaje en globo desencadenó Los pájaros no tienen vértigo de Jorge Peña, que regresaba ayer al certamen después de haber presentado en años anteriores documentales como Escocia y Cuando seas padres comerás huevos, este último junto a Álex Pigem. Peña se mantiene en el documental de testimonio con una historia que parte de un episodio de vértigo. El trance sirve al realizador para bucear en su pasado familiar, poniéndose en el primer plano de la narración hasta que decide desdoblarse en el actor Patrick Martino, convertido en alter ego de Peña en busca de la respuesta a sus miedos.
El realizador malagueño ofrece así un nuevo giro de tuerca en su sugerente y laureada carrera, que le ha llevado en dos ocasiones a la Berlinale (con El juego del escondite en 2015, que obtuvo el Premio Especial de Jurado en Málaga, y A propósito de Ndugu dos años antes) y que le ha valido premios como el Goya al mejor cortometraje documental (Flores de Ruanda, 2010) y la Biznaga de Plata en 2015 por Otra noche en la Tierra.
Muñoz regresa ahora al certamen malagueño con El mundanal ruido (Híbrida Films), un proyecto estrenado en el festival que nace con la vocación de «ver los verdiales de otra forma, lejos del escenario, para apreciarlos más en soledad y en el silencio de los Montes de Málaga», tal y como detallaba Muñoz ayer minutos antes del pase de la cinta en el Teatro Echegaray.
«Para mí la película surge del deseo de dar un buen paseo por los montes en busca de los verdiales con mi amigo Pepe Luque, que durante 25 años ha filmado la fiesta con su cámara», acotaba el realizador malagueño.
El mundanal ruido iniciaba ayer en Málaga un periplo que durante los próximos meses le llevará a diversos festivales dentro y fuera de España. Una gira que Muñoz aguarda con impaciencia: «Tengo mucha curiosidad por ver cómo se van a ver los verdiales en otros lugares, porque se trata de un manifestación musical, étnica, antropológica y cultural de una extraordinaria riqueza». Al fin y al cabo, como recuerda Muñoz, «a veces lo más próximo es lo más desconocido».
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