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Jaime Ordóñez, Secun de la Rosa, Álex de la Iglesia, Blanca Suárez, Carmen Machi y Mario Casas, auer, en el Muelle Uno.
«Para vivir hay que traicionar los principios»

«Para vivir hay que traicionar los principios»

Álex de la Iglesia Director de la película inaugural ‘El Bar’. El director abre la sección oficial con una comedia negra en la que retrata el miedo de la sociedad actual. Un sentimiento que el cineasta comparte

Francisco Griñán

Sábado, 18 de marzo 2017, 01:16

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Hace años que viste de negro. Probablemente el hábito no hace al monje, pero no deja de ser metafórico que ese color oscuro sea también el que se esconde bajo el humor de Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965). El de sus películas y el de su conversación. Con El bar nos plantea una comedia sobre una serie de personajes atrapados en un antro y que no tarda mucho en revelar su negrura para hablarnos del miedo. Un sentimiento que no es extraño para el director. De hecho reconoce que hace películas excesivas para ganarse el cariño del público y la crítica y, aunque tiene las ideas claras sobre el terrorismo, confiesa sus reparos a hacer un filme sobre ETA. Aunque no lo descarta.

Spielberg consiguió que la gente no se bañara con Tiburón, ¿Usted quiere que cojamos miedo a pedir un café en un bar?

Ja, ja, me encanta esa comparación. He buscado esa misma sensación de estar perdido, de sobrevivir, de no entender lo que está pasando y la angustia que genera. En el primer acto de El Bar los personajes viven su vida, en el segundo pasan a un purgatorio en el que se tienen que desnudar para encontrarse a sí mismos y en el tercero terminan cayendo en las alcantarillas de su propia alma. Aquí todos son el tiburón.

Pasarlo bien, aunque sufras en el rodaje

  • Si hay algo que quedó claro en la presentación ayer de El bar es que todos los actores lo habían disfrutado, pese a que el director les hizo sufrir en el rodaje. «Álex de la Iglesia nos ha hecho estar todo el rato en acción y ha sido dura de filmar, pero él también sabe mantener unidos a sus actores», comentó Carmen Machi en la presentación en el cine Albéniz. El director también comentó una anécdota con el malagueño Jaime Ordóñez, al que vio en maquillaje con unos colores violetas que no le gustaban. Y le tuvieron que aclarar que eran hematomas naturales y que estaban intentando quitárselos con el maquillaje. Por su parte, Mario Casas, que da vida a un hipster, aseguró que el personaje «es el que más me ha costado y que Álex más me ha dirigido».

Lo veo muy bíblico y dantesco.

Esta película tiene mucho de Divina comedia con ese viaje a los infiernos. Y por otro lado, tiene un tono mesiánico con el personaje de Israel encarnado por Jaime Ordóñez, que es un Cristo moderno y terrible. Es un tipo que vive en el infierno y por eso controla tan bien la situación. A todos los personajes les tengo mucho cariño y sufro con ellos, porque me siento igual de desvalido.

¿Por qué un filme sobre el miedo?

Es el estado actual de la sociedad. Me encuentro en una situación en la que desconfío de todo, porque todo se puede venir abajo en un segundo. Tenemos miedo a una crisis financiera que estamos obligados a resolver nosotros mismos. Hay miedo a que el terrorismo ataque en cualquier parte y lugar. De pronto un camión arrasa en Berlín unos puestos en la calle. Vivimos en un mundo que es una tremenda farsa y fingimos que las cosas son normales. Pero no lo son.

¿Usted a qué tiene miedo?

Al rechazo, a la indiferencia y a esa crueldad gratuita del que no te conoce. Por eso me gusta explicarme a través de las películas. Mi cine es extremo porque necesito cariño.

¿La crítica sigue dando miedo?

Hombre, les tengo respeto. Yo lo que quiero es se me entienda, pero a veces el problema de los críticos es que están intentando ver una película que no es la que he rodado.

Hablando de miedo, mientras hablamos ETA acaba de anunciar su desarme definitivo para abril.

Es una necesidad celebrar que eso acabó. Y por otro lado, hay algo muy bonito en el grupo de gente que intenta buscar juntos una solución. El problema es que no sabemos negociar y no entendemos que, para llegar a un acuerdo, hay que conseguir algo que no era lo que tú querías, sino lo que quieren dos o tres a la vez. Pensamos que un diálogo es la aceptación del otro de tus premisas, pero eso no es convencer. Para eso hay que retroceder y reconocer que te has equivocado. En este país, el cambiar de opinión se toma como un defecto. Pero vivir es traicionar tus principios para conseguir ser mejor de lo que eras. Eso de Sé tu mismo o Por favor, no cambies es un problema. Vivir es adaptarte, mejorar y cambiar, porque, en caso contrario, no aprendes.

¿Alguna vez se ha planteado una película sobre el terrorismo?

Se me ha pasado por la cabeza mil veces. En mi cine está presente el cine político que no solo es el de Ken Loach. Siempre he hablado de lo que he vivido y eso está presente constantemente con la violencia, el rechazo y la tensión. Pero bajo un prisma de comedia. Nunca directamente. Me importa demasiado y no sé si soy lo bastante bueno para mirar cara a cara una película tan importante como esa. Igual algún día lo intento.

Si se quedara encerrado en un bar, ¿con quién le gustaría estar?

Con mi hija y mi mujer. Para estar encerrado, nada mejor que la gente a la que quiero. El cine es un poco eso: buscar amigos con los que encerrarte a hacer una película.

A los actores se lo ha hecho pasar mal con tanta acción en la película. Blanca Suárez dice que usted no tiene límites. ¿Eso es un piropo?

Es que les he hecho hacer cosas muy peligrosas. En una escena, los actores tenían que estar a una altura brutal y Blanca (Suárez), Mario (Casas) y Jaime (Ordóñez) se jugaban la vida. Eso nos situaba en una situación de tensión muy positiva para la película.

En el festival se estrena hoy, sábado Herederos de la Bestia en la que Paco Plaza dice que usted abrió al camino a la generación posterior de Balagueró, Bayona...

Me enorguellece que digan eso. Actualmente vivimos el mejor momento del cine español y haber abierto la puerta a esos genios es un orgullo.

Entonces, Almodóvar creyó en un joven De la Iglesia y ahora es usted el que cree en gente como el actor Edu Casanova que presenta en el festival su debut.

Tengo la oportunidad de levantar películas que de otra forma no podrían existir. Pieles es una producción que no tiene subvención ni una televisión detrás. Está hecha con el sudor de un grupo de gente que arriesga y es valiente para sacar adelante una apuesta tan diferente.

¿Pero el cine español no era un subvencionado?

Ja, ja. Esta no.

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