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El equipo de la película, ante los medios.
'El rey tuerto': un antisistema, un antidisturbios y una cena

'El rey tuerto': un antisistema, un antidisturbios y una cena

Marc Crehuet enfrenta dos visiones del mundo en una película que "simboliza" la reacción de la sociedad "en un momento de cambio y perplejidad"

Regina Sotorrío

Domingo, 24 de abril 2016, 12:16

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Un antisistema, un antidisturbios y una cena. Con esos tres ingredientes, Marc Crehuet construye una historia que empezó a andar en teatro, en una pequeña sala de 40 butacas, y que ahora salta a la gran pantalla en el Festival de Málaga. 'El rey tuerto' huye del "mensaje panfletario" para a través del humor mostrar cómo reacciona un individuo cuando le "rompen los esquemas". "Es un símbolo de lo que nos pasa en un momento de cambio y de perplejidad ante un sistema que tiene grietas y ante el que no hay alternativas claras", explica el director.

El mismo reparto que giró con la obra durante dos años de tabla en tabla comparte ahora pantalla en una película en la que "ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos", como apunta el actor Mike Esparbé. Él interpreta a un joven antisistema al que un antidisturbio revienta un ojo con una pelota de goma durante una manifestación. En una casa, la única localización de la película, se encontrará de frente y sin esperarlo con ese hombre, que resulta ser el marido de una vieja amiga de su novia (Ruth Llopis).

El filme retrata la evolución de este antidisturbio, al que da vida Alain Hernández, que pasa de ser un títere de los argumentos 'oficilaes' a abrazar hasta el extremo los contrarios -convirtiéndose de nuevo en marioneta- cuando su cotidianeidad se rompe con el abandono de su mujer (Betsy Túrnez). Pero eso solo en la ficción, en la realidad ambos actores demostraron la buena relación que les une con un emocionado abrazo y muchos elogios.

Las preguntas se lanzan al aire para que el espectador busque sus propias respuestas. "La primera versión era más panfletaria, estaba escrita desde la indignación, pero luego busqué romper mi discurso a través del humor y el choque de las visiones del mundo. Al final es importante entendernos y buscar un plan común para salir de esto", reflexiona el autor y director. "Es un texto necesario", añade Mike Esparbé.

Pero hay más transfondo: se reflejan problemas psicológicos "de los que no se hablan" que a veces sufren quienes trabajan en los cuerpos de seguridad -como comenta Alain-, se hace una caricatura del hispster politizado y se muestra el choque de clases. "Me interesa ese contraste entre la manera de ver las cosas por cultura, por dónde naces, qué es lo que nos diferencia, lo que al mismo tiempo te da el humor", señala Crehuet.

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