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Banderilla de Diego Ventura.
Ventura corta una oreja y pierde la puerta grande en el segundo toro

Ventura corta una oreja y pierde la puerta grande en el segundo toro

Hermoso de Mendoza y Manuel Manzanares se marcharon de vacío en el último festejo de la feria taurina de 2016

Manuel García

Lunes, 22 de agosto 2016, 00:51

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Diego Ventura protagonizó ayer una faena para el recuerdo que hubiera abierto la puerta grande Manolo Segura de no ser por su fallo con el rejón de muerte al segundo de su lote, aunque consiguió una oreja en el primer toro. La bravura del burel de Fermín Bohórquez y la espectacularidad del rejoneador con el equino Sueño, cuajaron momentos artísticos con el segundo antagonista, cuyo final dejó a los aficionados con desazón al no poder conseguir los dos apéndices.

Ventura pinchó hasta tres veces un faenón a un astado con seriedad y fijeza ofreciendo un repertorio único con sus equinos. Impresionantes quiebros y dando pasos hacia atrás, además de balanceos a derecha e izquierda, el rejoneador llevó al burel pegado a la grupa en todo momento, clavando banderillas al violín, metiendo la cabeza en la testuz del animal bravo y subiendo al caballo en el estribo. Momentos llenos de emoción que pusieron la plaza en pie, como cuando aguantó pegado a tablas la llegada de su oponente y arrancó a tan sólo unos centímetros del equino para clavar una banderilla que revolucionó los tendidos a lomos de Sueño, el otro gran protagonista de la jornada. Tras el rejonazo, el lusitano tuvo que utilizar el descabello y se vino abajo sentándose en el estribo desolado al comprobar que había perdido la oportunidad de salir a hombros. Pese a todo hubo una fuerte petición de oreja para el jinete, pero no fue concedida. En contraprestación, Ventura dio la vuelta al ruedo junto a Sueño.

Ventura recibió al primer toro sobre Lambrusco y después con Nazarí y Ritz toreó a dos pistas sobre el costillar del caballo clavando banderillas al violín con quiebros en la misma cara de un toro muy franco en sus embestidas y con continuidad. Seguidamente, con Remate vinieron las banderillas cortas y el rejón de muerte. Falló en su primer intento, pero consiguió la solicitada oreja.

Pablo Hermoso de Mendoza abrió el festejo con un toro muy parado llegó a sentarse en el albero y realizó una faena que fue silenciada debido a la imposibilidad de lidia por parte de su antagonista, aunque lo toreó a dos pistas con mucho temple y sacando al burel del centro del ruedo. La falta de chispa del astado impidió el lucimiento del rejoneador que mató al segundo intento, una vez que el auxiliar sacó el rejón de muerte muy caído.

En el cuarto de la tarde Hermoso tuvo que esforzarse frente a un toro manso siempre pegado a tablas y del que intentó sacar todo lo que pudo, toreando alrededor del burel que no se lo puso fácil. Destacó un par de banderillas cortas a dos manos con Pirata y mató al tercer intento de forma trasera al toro, completamente rajado, pero tuvo que utilizar el verduguillo a la primera en el tendido seis, que le granjeó una ovación.

Toro de 639 kilos

A Manzanares le tocó lidiar a un toro de 639 kilos. Su actuación sobre el caballo Farruquito destacó en banderillas, girando muy rápido sobre los cuartos traseros en su repertorio, aunque alargó la faena. Finalmente, con el rejonazo, algo trasero, no fue especialmente decisivo, y tuvo que utilizar el estoque para culminar la lidia.

Con el último toro de la corrida, Manzanares cerró la feria taurina de este año con un toro con fijeza, sin la continuidad de los anteriores, pero hizo la suerte muy bien. De menos a más, pero la falta de fuerza no ayudó al jinete para cuajar la faena como hubiese querido. Con Tomatito, salió a por el burel toreando en círculo, que aunque embestía tardo, estuvo muy bien en banderillas. Esa falta de emoción que no transmitió a los tendidos también se vio a la hora de matar. Tras un pinchazo, metió la mano para clavar el rejón entero de nuevo y acertó, teniendo que emplear el verduguillo.

El desenlace del festejo dejó con la miel en los labios a los amantes del toreo a caballo de poder ver a un rejoneador abrir la puerta grande, del mismo modo que el resto de aficionados, que durante la ferian han ansiado vivir este momento como segundo año consecutivo sin suceder.

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