Secciones
Servicios
Destacamos
Iván Gelibter
Domingo, 21 de agosto 2016, 00:18
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
La Feria de Málaga 2016 ya es historia. Han sido ocho días de fiestas en el Centro de la ciudad, en los que por primera vez en muchos años el botellón no ha sido el máximo protagonista. Se han contablizado días con mucha asistencia empezando por el sábado de inicio y el de final, jornadas de mucho calor, con la omnipresencia del terral, e incluso hemos contemplado nubes y una pequeñas gotas de agua.Ha sido una feria tranquila, en la que salvo contadas excepciones la policía no ha tenido que intervenir. Un síntoma, quizá, de una madurez de la fiestas; un punto de consolidación del camino al que se debería dirigir esta semana grande la ciudad. Adultos, jóvenes e incluso los niñas y niñas más pequeños han disfrutado en compañía, sin molestarse unos a otros. Los actos benéficos se han multiplicado, lo que vuelve a hablar muy bien de una sociedad malagueña a la que se pueden criticar muchas cosas, pero nunca su falta de solidaridad.
Hemos disfrutado de un día de feria malaguista, en la que la ciudad también se ha querido reunir para algo tan frívolo como el fútbol pero a la vez tan identitario como la propia Feria de Málaga. Las plazas han sido protagonistas durante el día, y no solo como espacios abiertos, sino como lugares participativos de las fiestas; creando de esa manera un ambiente agradable.
Aún no hay datos oficiales, pero es probable, a razón de las sensaciones de los comerciantes, que se han vendido más botellas de Cartojal que nunca, o que al menos las últimas ediciones. Y si se vende más vino, también se tiene que consumir más comida. Aquí no ha habido innovaciones, ni falta que le ha hecho. Los pimientos fritos, la paella y la tortilla de patatas siguen reinando en esta categoría, en la que participan desde el restaurante más laureado hasta el puesto de comida más humilde del Centro de Málaga.
También, aunque fuera a última hora, hemos encontrado el complemento ideal de la feria. Los cordones modelo Azteca, para una gafas de sol imprescindibles en estos días, han sido los reyes de las ventas. Tres euros a cualaquier vendedor ambulante (o directamente en una óptica) que han llenado las calles de cuerdas de colores, ejerciendo de uniforme feriante a falta de, eso sí, un mayor número de hombres y mujeres ataviados con trajes y vestidos tradicionales; ahí tenemos que mejorar.
Una feria musical
Aún así, se pueden hacer mil análisis distintos de cualquier elemento, pero si hay que destacar algo de esta edición, sin duda alguna, es el acierto de convertir los altavoces del Centro en escenarios con grupos de carne y hueso.
Era la gran apuesta; el cambio, la innovación de la Feria de Málaga 2016, y ha salido bien. Desde el primer sábado, los malagueños y los visitantes han ido acostumbrándose a que, desde la hora del mediodía, la plaza de la Constitución; la plaza Uncibay; y la plaza Mitjana cobijaran una serie de conciertos en los que había música para todos. Desde lo más tradicional, esa música de feria que siempre ha estado presente, pasando por el pop español de los años 80, y también con algún conjunto que ha deleitado con sus versiones de rock en inglés. La forma de plantearlo, además, ha permitido que las plazas tuvieran rotación, ya que los grupos se han ido cambiando de un lugar a otro.
En un principio, la intención era eliminar, de esta manera, la ya calificada como tradición: el botellón. Ese objetivo, que se antojaba complicado, no se ha podido cumplir. Como es habitual, la música en la calle debía acabar a las 18 horas, justo a la hora en la que comienza esta reunión basada en beber en la calle. Pero si bien esto puede considerarse un fracaso a medias, la respuesta de los malagueños ha sido muy positiva en lo referente a los conciertos. Un elemento a repetir en ediciones futuras, aunque no estaría mal que se ampliase el horario hasta las 20 horas.
Continúa el botellón
Y como ya se comentaba, el botellón ha vuelto a ser en 2016 una parte indivisible de las feria del Centro. Comenzando por la plaza del Teatro Cervantes, y siguiendo por la calle Madre de Dios y la plaza Uncibay, el Ayuntamiento no ha querido plantear este año ningún amago de querer evitarlo, obligando a la policía a una cierta pasividad al respecto. Los vecinos de la zona, obviamente, se han estado quejando a diario por el estado en el que quedaban las calles. Esta es la parte más negativa de la Feria de Málaga, pero nadie se atreve a dar una solución.
Las fiestas terminaron ayer en el Centro con una jornada magnífica y un calor intenso, eso sí, con un llenazo similar al del primer sábado. Volvieron a aparecer los cordones de las gafas, los conciertos en las plazas, las orquestas quemando el tema de Paquito el chocolatero, las pandas de verdiales amenizando las primeras horas en la calle Larios y el botellón siendo protagonista en hora más postrera. Eso sí, hemos descubierto que el mejor plato contra el calor era un delicioso ajoblanco con helado de Málaga del Eboka. Esto es la Feria de Málaga, y como ya cantaba ayer el mejor de los grupos musicales en esta feria (los Money Makers), «the show must go on». Hasta el año que viene.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
¿Cómo llegó una valla de obra a lo alto del Acueducto?
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.