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El riesgo de caer en la fácil demagogia

El riesgo de caer en la fácil demagogia

La Feria de Málaga es algo vivo y como tal, cada cierto tiempo ha de reinventarse, y ahora ya le toca, pero a casi nadie le puede gustar la descalificación desproporcionada y la crítica destructiva de lo que es la gran fiesta del verano español.

PEDRO LUIS GÓMEZ

Sábado, 22 de agosto 2015, 11:12

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LA Feria de Málaga entra en su último fin de semana, aunque hoy prácticamente se puede decir que es la traca final, porque mañana domingo se queda para los niños, con los carricohes a mitad de precio, aunque la verdad es que aquí hay que ser como Santo Tomás, ya saben...

Mañana domingo será hora de entrar en conclusiones finales, muchas distintas e incluso contrapuestas, todas con variables, pero sin duda también todas respetables. No parece lícito, sin embargo, la especie de campaña que se está fraguando en torno a la Feria de Málaga por algunos medios de comunicación nacionales. Esta Contraferia no es sospechosa, ni mucho menos, y a las pruebas de lo escrito no solo este año, sino otros muchos anteriores, de no decir las cosas claras, pero no puede entender la crítica destructiva sin ningún razonamiento, ni, por supuesto, ninguna alternativa. En ese juego, ¡qué facil es vivir de las palabras vacías!, ha entrado la oposición municipal, con declaraciones excesivamente alarmistas, pasto de minutos de informativos y páginas de periódicos faltos de noticias en el estío agosteño. La oposición tiene el deber, no solo el derecho, de hacer su papel ,y criticar, por supuesto, pero tiene que hacerlo con sentido y con visión de ciudad, y en esta feria no lo han demostrado; si la feria ha tenido defectos organizativos, culpa del equipo de gobierno, tampoco la oposición ha estado a la altura. Ni unos ni otros. La crítica sin alternativa, el sarcasmo sin ton ni son, las comparaciones verbales alarmistas para la galería no son positivas, ni por supuesto van a solucionar los problemas de una feria muy grande, con pero que también tiene muchos puntos positivos, y que cuenta con el respaldo masivo de la ciudadanía. A los malagueños no les puede gustar que los medios de comunicación del resto del país se ensañen con nuestra feria y hablen mal de ella (en algunos, ojo, no en la mayoría), entre otras cosas porque no es justo, y porque lo fácil es banalizar y generalizar. Ahí se ha quedado la oposición. Extraña ademá, porque si bien algunos de sus ediles son nuevos, otros ya arrastran una experiencia como para no caer en semejantes errores. Pedir una comisión a horas del final de la feria suena a salida fácil, aparte de que primero Napoleón y después Churchill ya dejaron para la posteridad la frase aquella que decía «si quieres que un problema perdure, crea una comisión».

La fiesta, ajena a todo este embrollo, mientras, vivirá su noche grande hoy en el real. Si la Feria del Centro tiene unos problemas derivados de su masificación y de no haber sabido controlarla por parte del Ayuntamiento, el real tiene también que hacer una análisis serio y detenido sobre su futuro. La Feria de Málaga es algo vivo, y como tal tiene que reinventarse cada cierto tiempo. Va por ciclos. Pasó en las décadas anteriores y es ahora cuando toca hacerlo de nuevo, y para ello se necesita la suma de todos, pero no caer en la fácil demagogia amparada por los que se escudan en las redes sociales emperifollados de un falso progresismo que asusta. Es fácil criticar por criticar; lo difícil es construir, o tender la mano para que quien haya tropezado (si lo ha hecho), pueda continuar el camino.

Hoy, pues, acaba la feria para el real, y lo hará con más sombras que luces, porque ha habido muchas casetas muy desangeladas y vacías, digan lo que digan quien lo diga, aunque la verdad es que tanto la ornamentación exterior e interior de muchas no invitaban, precisamente, a entrar en ellas. Hay que intentar revitalizar a los grupos de amigos, empresas y colectivos profesionales para que vuelvan al real, porque muchas casetas fueron desapareciendo no solo por el paso del tiempo, sino, sobre todo,por culpa de una crisis económica que parece (toquemos madera) se está superando. Será difícil (los tiempos cambian) repetir la gran eclosión que hubo a finales de los años 80, pero hay que intentar un equilibrio que ahora mismo no existe: se nota en la calidad y en el conjunto de la oferta. Junto a ello, la aparición de casetas encubiertas, que son meras discotecas con alcohol barato que, la verdad sea dicha, no son precisamente lo que le hace falta al real de Cortijo de Torres.

Las peñas, igualmente, están sufriendo muchas de ellas un problema generacional que hace difícil su supervivencia, porque los tiempos son muy distintos a los que propiciaron los años dorados de este colectivo, que aún tiene casos concretos con mucha salud, pero eso, desgraciadamente, son ya casi excepciones. Muchas de las casetas de las peñas han notado el problema que les aqueja el resto del año, y la asistencia ha estado bajo mínimos.

Son, pues, contadas las casetas que han tenido una gran animación en todos los días de la feria de Málaga, y este es otro tema candente que obliga a un replanteamiento.

Se nos acaba la feria. Otra más. Hoy será el momento de dar rienda a ala ilusión y a las ganas de divertiorse, que para eso está. Después, tras un descanso, unos y otros deberán sentarse juntos para abordar la revisión de nuestra Feria de Agosto. Quienes gobiernan porque no pueden ocultar los fallos y los conocen; quienes están en la oposición, porque lo que demanda el ciudadano es la demagogia, sino trabajo y alternativas claras y sonantes. Es mucho más fácil hablar que pensar, porque generalmente ambas cosas no van unidas de la mano.

Aunque pueda parecerlo...

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