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La caseta infantil registró otro ‘no hay billetes’
El desconocido patrón de Málaga

El desconocido patrón de Málaga

San Luis de Tolosa tiene tal consideración porque el día de su festividad, 19 de agosto, en 1487, los Reyes Católicos entraban en Málaga, que se rindió tras un largo asedio un día antes

PEDRO LUIS GÓMEZ

Jueves, 20 de agosto 2015, 00:16

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El 19 de agosto de 1487 fue cuando los Reyes Católicos entraban triunfales en Málaga por lo que hoy es el Compás de la Victoria tras la toma de la ciudad, después de un largo y penoso asedio, aunque la rendición se produjo el día antes, o sea el 18. Isabel yFernando llegaron al corazón de Málaga con una talla de una Virgen, llamada de la Victoria, y para conmemorar el triunfo decidieron que San Luis de Tolosa, cuya festividad se celebraba ese día 19, fuese designado patrono de Málaga, de lo que ayer hizo pues la friolera de 528 años. Igualmente, determinaron que el 19 de marzo fuese para siempre fiesta en Málaga, con una procesión general desde la Catedral a la capilla que en la misma Alcazaba fundaran los propios Reyes Católicos y que precisamente dedicaron a San Luis. Con el tiempo, la referida procesión finalizaba en la parroquia de Santiago hasta que se perdió en los tiempos a principios del XIX.

«Ordenamos e mandamos que de aquí adelante perpetuamente se faga en la çibdad de Malaga e en todo el obispado fiesta muy solepne el dia de San Luys, Obispo, hijo del Rey de Sicilia pues que en su vispera e dia se entrego esta çibdad. Por ende mandamos a vos los sobredichos estados eclesiástico e seglar que asi lo guardeys, fagays e cumplays, según que aquí se contiene», escribiría en 1492 el que fue primer obispo de la diócesis tras la toma de Málaga, Pedro Díaz de Toledo, en los primeros estatutos de la Catedral.

San Luis de Tolosa, que está enterrado en Valencia, de cuya ciudad también es patrono, fue un obispo franciscano que renunció a ser rey para dedicarse al servicio de los más pobres. Desde 1721 un hueso de la espalda del santo se custodia como valiosa reliquia en la Catedral malagueña, a donde llegó tras una multitudinaria procesión procedente de su tumba en la capital levantina.

Es San Luis el patrono menos conocido de Málaga (sobre todo si lo comparamos, por ejemplo, con la Victoria, San Ciriaco y Santa Paula), pero su importancia y devoción entre los siglos XV y XVIII fue inmensa en la ciudad, que dedica sus fiestas y su feria al hecho histórico y al santo referido, aunque desde luego, si San Luis levantara hoy la cabeza y viera algunas escenas de la feria de 2015, volvería «a esconderla otra vez»...

Otro 19 de agosto, pero de 1993, se celebró en una Malagueta que colgó el cartel de no hay billetes una corrida nocturna. Era el último sábado de feria, y aquella noche se produjo uno de los triunfos más importantes del torero malagueño Javier Conde en los 20 años que lleva como matador de toros, y, sin duda, una de las mejores faenas que se hayan visto en la larga historia del centenario coso malagueño: las que le hizo al segundo y al tercero de su lote (mano a mano con El Cordobés). Fue una noche inolvidable, en la que gente, como escribió Pacurrón (¡qué pena, otra feria sin que nadie recuerde su memoria, con la de favores que le pidieron y que hizo en vida!), «salió toreando camino de sus casas».

La repercusión que tuvo la faena de Conde quedó reflejada en una cerámica que hoy recuerda aquella noche en La Malagueta, y su eco a nivel nacional fue extraordinario. Llegó a tal punto su faena que Manuel Alcántara, presente en aquella noche (quien escribe esta Contraferia tuvo el honor de estar en la localidad colindante a la suya, junto a unos cuantos compañeros más), describiría como nadie lo acontecido en la contraportada del suplemento de Verano de SUR. A una gran faena, un extraordinario artículo, de esos que ya están en la hemeroteca de oro de la historia del toreo y del periodismo, El sueño de una noche de verano en La Malagueta, que comenzaba así:

«Que no me digan que lo soñé, una noche caliente, al final de la feria. Fue verdad, que yo lo vi. Los ángeles dubitativos de Javier Conde bajaron al cráter de La Malagueta sin temor a que se les quemaran las alas, ya que se las habían prestado previamente a él. Un muchacho «delgado y concreto», como el Amnón del romance de García Lorca. Un joven esbelto y cetrino, con algo de grumete o de sacerdote azteca, que parece que siempre está de perfil. Y sucedió el milagro, que ya se sabe que lo más curioso de los milagros es que suceden. No es que Javier Conde toreara como los ángeles: es que los ángeles intermitentes que le asistieron están ahora intentando torear como él. Les va a hacer falta tener mucho ángel.

Que nadie diga que fue el sueño de una noche de verano en La Malagueta, con la razonable resaca de la feria, tan cerca del mar que el albero se disfraza de playa redonda. No. Fue verdad, que yo lo vi. Además, tengo testigos: José Antonio del Moral, compañero mío de cartel crítico, y Alejo García y El Muralla y Joaquín Marín... Miles de personas tuvieron que verlo para creerlo. Yo, que voy siendo de los más viejos de la localidad y de las localidades de la plaza, estuve a punto de hacer lo mismo que mi inolvidable amigo Agustín de Foxá cuando Manolete toreaba a aquel sobrero de Pinto Barreiro. Extender los brazos hacia el cielo y decir, a voz en grito:

«¡Señor, no nos lo merecemos! (...)».

Y un 18 de agosto, anteayer, la única marioneta que tiene erigida monumentos en varias ciudades españolas, entre otras Cáceres y Málaga, Peneque el Valiente, de la mano de los hermanos Antonio y Miguel Pino, hizo que la caseta infantil registrara otro no hay billetes. 1.500 personas llenaron a rebosar el recinto para participar de las aventuras de Peneque, que lleva casi 60 años llenando de ilusiones a los niños de España, en un fenómeno que es digno de estudiar. Solo había que asomarse en la noche del martes al interior de la caseta infantil para comprender en su justa medida lo que aquí se afirma.

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