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Ysabel Torralbo, Pitu para los suyos, en uno de los espigones del paseo marítimo de Pedregalejo, donde se siente en casa.
Ysabel Torralbo: «Aquí pensamos que los problemas se quitan con una cervecita al sol»

Ysabel Torralbo: «Aquí pensamos que los problemas se quitan con una cervecita al sol»

La abogada y cabeza de lista de Málaga Ahora representa la evolución del movimiento del 15M a proyecto político, pero avisa: «Hay que mantener el trabajo en la calle»

Ana Pérez-Bryan

Jueves, 21 de mayo 2015, 16:37

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Pide mar para la foto. Para el desayuno, té, zumo de naranja y un mollete mixto que seguramente hubiera devorado si no fuera porque la conversación salta de un lado a otro casi sin pausa. Tampoco hay prisa, que para eso es domingo por la mañana y está frente a la playa de Pedregalejo-El Palo, su barrio. En su penitencia lleva ya el haber tenido que madrugar para una de esas fotos con los otros candidatos que, por cuestiones de agenda, sólo pueden hacerse cuando la gente normal descansa. Pero a sus 43, Ysabel Torralbo ya (casi) no lo es. Está a punto de dar el salto a la arena política y eso cambia esquemas, planes y rutinas. Desde la de la playa, un conocido de-toda-la-vida que monta en bici la llama por el nombre por el que todos la conocen, herencia de su abuela: Pitu. «¡Oye, que te he visto en los periódicos... En las europeas voté a Pablito, pero ahora este va pa ti!». Pitu le devuelve el beso, le da una palmada en la espalda y ríe con ganas. No esquiva ninguna pregunta, aunque a veces alarga más de la cuenta en aquellas cuestiones con las que trata de derribar las etiquetas que cuelgan de los de Podemos y los suyos. Ni perroflautas, ni antisistemas. Sólo «gente normal» que, de repente, está a punto de cerrar un círculo que comenzó en la plaza de la Constitución un 15M y que probablemente el 24M de cuatro años después termine en un salón de plenos. Ella es el ejemplo de que, al menos hasta este punto, sí se puede.

¿Por qué Ysabel con Y?

Por un tema familiar. Además, es que me llamo Ysabel de los Ángeles (enseña el DNI). Me gusta porque por ejemplo cuando voy a los organismos oficiales me da una excusa para hablar con la gente. El nombre procede del castellano antiguo y lo llevamos varias en la familia. Siempre lo han escrito así; lo sé porque mi tía es historiadora y cuenta que entonces la Y y la I se escribían igual.

Confiese, ¿se ha arrepentido ya de meterse en este lío?

No, arrepentirme no, pero es verdad que es un follón (risas). Lo tomo como un paso que puede evolucionar hasta otro lugar, porque esto es un proceso muy amplio con mucha gente implicada. Yo sólo soy una pieza más.

Pero tendrá que reorganizar su vida cuando salga elegida...

Sí, claro, me centraré en esto porque el tipo de candidatura que tenemos no es compatible con otro trabajo. A lo que no voy a renunciar es a seguir colaborando con la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) porque eso es voluntario, pero a nivel profesional tengo un par de temas que ya he ido pasando a una compañera.

Pasado el ecuador de campaña ya sabrá con qué cosas se siente cómoda y con cuáles no. Tengo entendido que posar con una camiseta del Málaga está entre las segundas...

A ver, no es que tenga nada en contra de eso, pero forzar las cosas que no forman parte de la dinámica colectiva o de las mías propias me parecería ridículo. Y además hacerlo en campaña, que es cuando uno tiene que tener una ética de sus actos.

Entonces mejor no le pregunto por sus excompañeros de Ganemos paseando en bañador de época por estas mismas playas...

Yo lo veo hasta gracioso, pero nunca lo habría hecho en campaña. Lo tomo como algo para llamar la atención por un voto.

¿De verdad no cree que haber dividido la fuerza de aquel movimiento les ha restado visibilidad?

Sí, claro. La verdad es que cuando tienes un proyecto en el que quieres que confluya la gente y además lo haces con conocidos, como Eduardo (Zorrilla) o Toni (Morillas) te da cosa pensar que podía haber sido más potente. Pero hay cuestiones de método y de formas en los que no encajaron...

Es decir, que la culpa fue de ellos

Para mí sí, porque su método tradicional no se adaptaba a lo que nosotros queríamos construir. Querían cerrar el proceso muy pronto, tenían prisa por elegir a un candidato, cuando en realidad había que tomarse tiempo para escuchar a los barrios.

Ustedes se hacen llamar la plataforma de los movimientos sociales. ¿Cómo se da el salto a la política sin desvirtuar esa especie de marca romántica?

Pues en eso estamos, con mucho cuidado de saber que hay que mantener ese trabajo en la calle y que no hay que perder de vista que esto no es una representación al uso, que no podemos dejarnos comer por la burocracia del Ayuntamiento. Lo que está claro es que no vamos a ir al rebufo de nadie, porque si no al final te acomodas y te abruma la responsabilidad.

¿Siente esa presión?

No, porque creo en lo colectivo y las decisiones serán colectivas.

¿A usted le ha afectado la crisis?

Sí, bastante. Yo trabajaba en asesoría y empresas que tenían mucho tiempo y empezaron a cerrar, autónomos que no podían tirar... El trabajo llegó a mínimos, lo que pasa es que yo soy una persona que no necesita grandes cosas; pero puedo decirte que ahora mismo estamos viviendo en parte gracias a la ayuda de mis suegros. Mi pareja trabaja en publicidad y en sonido y eso fue lo primero que cayó. En 2006 tuve un hijo y en 2008 nos planteamos otro, pero vimos que la cosa venía muy mal; así que puedo decir que no tengo el segundo por eso.

Como abogada de la PAH habrá visto de todo...

Sí, hay casos de gente que te llega destrozada, porque además en muchas ocasiones se mezcla el tema de la hipoteca con otras situaciones personales como el abandono por parte de la pareja. Mujeres con hijos, muchas veces de fuera y sin apoyo familiar... Es muy duro.

¿De verdad que es posible que Málaga se convierta, como quieren, en una ciudad libre de desahucios?

Claro, hay medidas. Por ejemplo haciendo que los bancos paguen el IBI y la comunidad por las viviendas que tienen vacías, o incluso imponer un recargo por el hecho de no tenerlas alquiladas. De todas formas si los bancos ponen de su parte, nosotros también lo haremos como institución.

¿Y hay dinero para la renta municipal complementaria que prometen? ¿Han hecho cuentas?

Hemos hecho un cálculo a falta de contar con más información, pero necesitaríamos unos quince millones.

¿De dónde van a sacarlos?

Si vamos recortando de derroches, de sueldos de los gerentes, de publicidad, de protocolo... ¡El Ayuntamiento de Málaga tiene uno de los presupuestos más altos de España!

Pero es de los más endeudados...

Claro, pero ¿cómo se ha podido generar tanta deuda? Eso también lo estudiaremos y haremos una renegociación para conseguir unas condiciones más ventajosas, unificar créditos o hacer quitas.

Hacer quitas implica no pagar.

Serían pactadas. De hecho se hacen mucho.

¿Habrá que subir impuestos?

No, habrá que redistribuir mejor para que la sensación de la gente no sea que le estás clavando. Por ejemplo tendrán que pagar más las grandes superficies, los que generan más recursos o los que ocupan el espacio público...

Pero se corre el riesgo de ahuyentar la inversión.

El capital no se va a ir si le va bien, pero van a ganar un poco menos.

Justo ahora se cumplen cuatro años del 15M. ¿Qué recuerda de aquello?

Fue una emoción increíble, pero pienso que deberíamos haber gestionado mejor el momento de bajón. Una vez pasada la euforia mucha gente se retiró, aunque también es razonable porque todo el mundo tiene derecho a un respiro.

Se criticó que, al final, la imagen que quedó fue la de perroflauta

Sí, la verdad es que algunas personas se resistieron a irse y en Málaga tuvimos una pelea gorda por eso. No había fuerza para mantener la acampada en esas condiciones. Quizás el problema es que no se ha visibilizado el trabajo que ha habido después, que ha sido mucho, de colaboración con otras ciudades; aunque Málaga tiene la fuerza que tiene y aquí pensamos que los problemas se quitan con una cervecita al sol.

¿Y qué me dice de las asambleas? El formato puede ser agotador...

Sí, a veces se hace largo. Una asamblea desordenada es lo peor que puede haber, pero con un buen equipo que la prepare es muy interesante.

¿Cuál ha sido su récord?

Yo estuve en una asamblea que duró dos días enteros (risas).

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