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Diego Vázquez, flanqueado por sus hijos José Diego y Diego José, en la tienda de Utrera. SUR
Diego Vázquez le pone un museo al mostachón de Utrera

Diego Vázquez le pone un museo al mostachón de Utrera

Tribuna BBVA-SUR ·

Esta empresa familiar de quinta generación mantiene desde 1880 la fábrica más antigua de estos dulces que introdujeron las monjas clarisas, con una producción de 15.000 al día

e. freire

Domingo, 29 de octubre 2017, 01:47

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Mostachones Diego Vázquez es la marca más antigua de estos bizcochos redondos que ya se hacían en la Edad Media en castillos y monasterios. A Utrera los trajeron las monjas clarisas y, siglos después, fue el maestro de pala del convento, José Romero Espejo, encargado de meter la masa en el horno, quien sacó los dulces del refectorio a la calle. Así fue como el bisabuelo y tatarabuelo de los actuales propietarios de la empresa creó la primera industria del mostachón, en el 1880, junto a su yerno, Diego Vázquez.

«Le tenemos tanto cariño y estamos tan aferrados a la marca que mis dos hijos se llaman Diego José y José Diego», comenta (lo han adivinado) otro Diego Vázquez, biznieto del fundador. Son la cuarta y la quinta generación de la firma familiar, que están a punto de hacer realidad un proyecto que convertirá al mostachón en reclamo turístico.

La empresa

  • Marca centenaria. En 1880 nació la marca Mostachones Diego Vázquez en Utrera. El fundador de la empresa familiar, que sigue hoy día elaborando los dulces con la misma receta antigua, fue José Romero Espejo, bisabuelo y tatarabuelo de los actuales propietarios.

  • Expansión. La marca fabrica 15.000 mostachones diarios y distribuye los dulces en toda España su propia tienda y a través de grandes cadenas como El Corte Inglés o Supermercados MAS. Portugal está en el punto de mira de la compañía, que también elabora artesanalmente otros dulces y pastelería, que ofrece.

Se trata de un Museo aledaño a la dulcería que la firma tiene en el centro de Utrera, en el que se mostrarán recetas antiguas, propaganda de los dulces en el viejo ferrocarril de 1930 o anécdotas como la del bandolero ‘El vivillo’ que pidió probar estos dulces cuando lo llevaban preso en el tren a su paso por la localidad. Una pieza central del Museo es la primera batidora que inventó el fundador de la empresa y que se conserva en perfecto estado. La apertura se anuncia para antes de Navidad.

«Mostachón viene del latín mustaceum y se traduce como bizcocho redondo. Originalmente, la masa se batía a mano con una varilla de pino», explica Diego Vázquez, un erudito de este dulce, que se ha convertido en emblema de la localidad sevillana.

La fábrica de mostachones se ha trasladado a una antigua panadería para dar espacio al museo y produce 15.000 unidades diarias. «Mantenemos la receta original: azúcar, harina, canela, huevo y nosotros le añadimos miel como conservante. Tenemos una variedad con azúcar de caña que es la que originalmente utilizaban las monjas clarisas. Los envasamos casi al vacío y se mantienen en perfecto estado durante 45 días». El mostachón se pone unidad a unidad sobre un papel al que se le pliegan las solapas, un truco antiguo inventado por la casa «para que no se pusieran duros».

«Mis hijos tienen muchas ganas y están impulsando la marca. El negocio está en expansión. Vendemos en toda España a través de El Corte Inglés y de otros distribuidores como Grupo Hermanos Martín, y estamos pensando entrar en Portugal». Además del producto estrella, la compañía distribuye otras delicias de la dulcería judeocristiana, como alfajores o alfeñiques, y pastelería fina que explota en su línea de catering.

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