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Mónica Pérez
Sábado, 25 de febrero 2017, 00:13
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Hace siete años echó a andar en el pueblo sevillano de Dos Hermanas la fábrica de la que actualmente salen cerca de medio millón de vaginas de plástico. Es la división para Europa de la marca Fleshlight, especializada en juguetes sexuales y nacida hace tres décadas de la idea de un matrimonio de EE UU. La firma factura a nivel mundial más de 50 millones de dólares al año, lo que da idea de la actividad de un negocio que sus propios creadores nunca llegaron a pensar que llegaría tan lejos. Kathy y Steve Shubin controlan desde su residencia tejana el mercado de EE UU y Canadá. Al menos cuatro veces al año viajan a España para supervisar la actividad de la fábrica sevillana, donde una plantilla de 31 trabajadores se encargan de atender la creciente demanda on line de este producto entre los países para los que se produce en Andalucía. «El éxito de ventas llevó hace unos años a los creadores del producto a dar el salto a Europa. Para ello era necesario abrir una fábrica y tras mucho meditarlo se decidieron por España». Y no precisamente porque nuestro país sea donde más ventas tienen las vaginas artificiales. De hecho, apenas un 5% del volumen de negocio corresponde a ventas en suelo patrio. Alemanes e ingleses lideran el ranking de compras. Lo explica Juan Ziena, director de la factoría andaluza, un ingeniero informático que a través de un amigo conoció los planes de expansión del matrimonio Shubin y, tras darle muchas vueltas al asunto, decidió emprender una nueva etapa profesional en un peculiar sector. «Al principio ni lo dudé, dije que no. Yo tenía mi trabajo y no pensaba cambiarlo por algo así. De la noche a la mañana te dicen que vas a conocer al dueño de una empresa de juguetes sexuales que te propone un negocio y, claro, lo pones todo el reserva». Todo cambió cuando visitó la fábrica de Austen (Texas) y conoció de cerca el tirón de la marca y las cuentas de la empresa. «Cuando ves el volumen de ventas y la importancia como marca a nivel mundial no me lo pensé más y quise formar parte de la empresa», asegura.
La fábrica sevillana de Fleshlight es la encargada de la venta y distribución para Europa, Turquía, Rusia e Israel. Hay otros centros de distribución en Canadá y Australia. En la central, ubicada en Austen, se controla el mercado estadounidense. Allí residen los creadores de esta mina de oro, unos enamorados de Marbella, ciudad en la que se alojan durante sus largos viajes a España para supervisar el trabajo de la factoría. Descubrieron la ciudad hace cuatro años y aunque aún no tiene casa algo que tienen en mente no escatiman a la hora de elegir algunos de los grandes hoteles de lujo del municipio para sus estancias. Sí residen durante todo el año en tierras marbellíes sus cinco caballos pura sangre, que les cuidan con mimo en unas cuadras de la zona. «Empezamos a ir a Marbella hace algo más de cuatro años. Es una tierra preciosa llena de lugares fantásticos. Actualmente tenemos varios caballos de competición en esta zona, con lo que venimos regularmente para disfrutar del tiempo y la gente», explica Steve Shubin, quien se describe como un enamorado de España, sus gentes y su clima, «muy parecido al de California», donde el matrimonio nació.
Cuando se le pregunta a Shubin por el origen del producto que le ha hecho millonario, se remonta al año 1997. «Mi esposa y yo esperábamos un hijo. El doctor nos dijo que venían gemelas, por lo que el embarazo se catalogó de riesgo, y nos prohibió tener sexo durante los meses de gestación. Esto hizo que buscara una alternativa a esta carencia de sexo, con lo que nació el primer Fleshlight», cuenta. Lo fabricó él mismo. La única condición que le impuso su esposa ante tal idea era que fuera algo «discreto». Así fue como nacieron las primeras "vaginas lavables introducidas en un envase de plástico de colores y con forma de linterna para guardarlas con discreción". El negocio arrancó con la venta de las piezas entre amigos y vecinos. De ahí, a un imperio de millones de dólares.
Aseguran sus promotores que este sector tiene también su estacionalidad y hay meses del año en los que las ventas se disparan por encima incluso de la fabricación, especialmente entre octubre y diciembre. En otros, baja en picado, «coincidiendo con el buen tiempo». La factoría sevillana se encuentra inmersa en un proceso de transformación para la puesta en marcha de nueva maquinaria que permita incrementar la producción y atender la demanda, «que sigue creciendo». Se buscan además nuevas vías de comercialización, y quieren abrir mercado en farmacias y parafarmacias como productos «que puedan ser usados para tratar problemas de eyaculación precoz o para el cuidado de la próstata. Estamos hablando de salud sexual y eso abarca muchas cosas», explica el director de la empresa para Europa.
El pasado año la plataforma Amazon, que se ha abierto al mercado de adultos, se convirtió en el cliente número 1 de Fleshlight en volumen de negocio. Incrementar las cifras registradas en 2016 mediante esta fórmula de ventas, así como la incursión en nuevos mercados como los países del Este y Sudáfrica se encuentran entre los planes más inmediatos para la marca.
Sus creadores sostienen que el secreto del producto está en la composición del mismo, que se guarda celosamente como fórmula secreta que los trabajadores de la factoría no pueden revelar en base a contratos de confidencialidad que les obliga a ello.
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