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Anselmo Benito y su hermano Jesús, fundadores de la empresa, en el secadero de jamones de Arahal.
Jamones Benito, de Guijuelo a Arahal pasando por Jabugo

Jamones Benito, de Guijuelo a Arahal pasando por Jabugo

La empresa fundada hace 60 años por los hermanos Anselmo y Jesús Benito, ya octogenarios, ha duplicado su negocio en plena crisis del ibérico y sigue en expansión

e. freire

Domingo, 19 de febrero 2017, 00:02

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La resaca de la crisis del porcino ibérico está desembocando en una fuerte concentración del sector en manos de grandes grupos de alimentación. En medio de esta vorágine, la empresa sevillana Jamones Benito ha logrado, no solo subsistir, sino multiplicar su tamaño, con una estrategia tenaz como fabricante y distribuidor de referencia para el comercio minorista, supermercados medianos, restaurantes y bares. Su visión ha sido también situarse en los grandes enclaves del ibérico para absorber la cuota de mercado de competidores que han desaparecido del mercado.

«No todo el mundo pudo aguantar la caída de precios», señala Juan Luis Benito, que forma parte de la segunda generación, ya al frente del negocio, de esta empresa familiar, que tiene una historia singular de esfuerzo y recompensa. Su padre y su tío, Anselmo (81 años) y Jesús (79), salieron de su pueblo natal, Santibáñez de Béjar, en Salamanca, con solo trece años a buscarse la vida. Primero, como tratantes de ganado y después, como distribuidores de jamones, embutidos y quesos, que transportaban en tren desde Guijuelo hasta la provincia de Sevilla, donde se hicieron con una buena cartera de clientes.

En 1956 decidieron asentarse en Arahal y fundaron su empresa, Jamones Benito. «Visitaban a los clientes en bicicleta y en moto, hasta que el negocio fue creciendo y empezaron a transportar los pedidos en camiones. Desde el principio se traían los jamones frescos desde Guijuelo y los salaban aquí, en Arahal», explica Juan Luis Benito.

La empresa factura actualmente 40 millones de euros, el doble que hace cuatro años, y llega al 90% del mercado nacional. En los últimos años, coincidiendo con la fase más dura de la crisis del porcino, Jamones Benito ha comprado dos instalaciones: la fábrica y el secadero de la firma Juan Macías en Jabugo y una factoría en Guijuelo, que se suman a su central de Arahal y a la planta del Castaño del Robledo, también en la Sierra de Huelva, donde los ibéricos encuentran el mejor microclima para su curación. En conjunto, sus activos suman 14.000 metros cuadrados y los de Jabugo tienen capacidad para una posible ampliación «si fuera necesaria».

Jamones Benito tiene acuerdos con ganaderos de la Sierra Norte de Sevilla y de la de Huelva, que engordan su ganado en la montanera. En campaña, sacrifica unos 8.000 cerdos ibéricos de bellota y 60.000 de cebo.

«Nuestro objetivo es consolidarnos, aprovechar las oportunidades de negocio que se nos presenten y aumentar nuestra implantación en zonas como Levante, Cataluña, Madrid y País Vasco. Uno de los siguientes retos que nos planteamos también es la exportación», subraya Juan Luis Benito.

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