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Babette Albrecht no pierde la sonrisa pese a los problemas familiares.
Babette Albrecht, la vital dueña de Aldi

Babette Albrecht, la vital dueña de Aldi

Heredó parte del imperio al enviudar. Hoy disfruta de su fortuna mientras su cuñado intenta arrebatarle el control a golpe de talonario

Juan carlos barrena

Domingo, 28 de agosto 2016, 00:28

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Babette Albrecht es el único rostro público del imperio de supermercados de bajo coste Aldi. Es nuera del cofundador, Theo Albrecht, que falleció en 2010. Y heredó el imperio en 2012 al morir su marido, Berthold Albrecht, como consecuencia de un cáncer. Pero además de por su papel de empresaria, a Babette se la conoce por sus ganas de exprimir la vida al máximo. No duda en disfrazarse para disfrutar del Carnaval en Renania, participa en ralis de automóviles históricos, se sienta en el front row de desfiles de moda e interviene en el concurso de televisión ¡A bailar!, la versión alemana de Mira quien baila.

Disfruta visiblemente de la alfombra roja y del glamour de la jet set germana, algo que el clan Albrecht desprecia profundamente. Los herederos de la poderosa cadena de supermercados low cost en Europa son la discreción en persona. La reserva y la disciplina son sus principales mandamientos. Los hermanos fundadores, Theo y Karl Albrecht, propietarios respectivamente de Aldi Norte y Aldi Sur y durante décadas los hombres mas ricos de Alemania, basaron su éxito en ese principio, el de rehuir todo contacto con la opinión pública. No es el caso de Babette, que desde un principio fue la nuera indeseada para Cecilia y la cuñada odiada para Theo junior. Por ello, no es de extrañar que esas desavenencias hayan dado lugar a una guerra familiar en Aldi Norte por el control de una fortuna que supera los 16.000 millones de euros.

La lucha de Babette

  • Herencia. Al morir su marido, Berthold, en 2012 se quedó al frente de parte del imperio Aldi, fundado por los hermanos Theo y Karl Albrecht.

  • Enfrentada. Su carácter alegre y vital no encaja con la familia de su marido. Tampoco el hecho de que no se corte a la hora de disfrutar de sus millones.

  • De juicio en juicio. Sus desavenencias con Theo Albrecht Jr., que quiere marginarla en el control de la compañía, están siendo dirimidas en los tribunales.

La alegre y vital Babette, que cuenta hoy con 56 años, contrajo matrimonio en 1985 con Berthold Albrecht en una discreta boda en el palacio de Hugenpoet, sin discursos ni baile. A los suegros les disgustó la elección de su hijo, quizás porque pensaban que esta mujer de origen humilde no sería capaz de respetar el espíritu familiar. Su rechazo siempre estuvo presente, incluso, cuando nacieron sus cuatrillizos tres chicas y un chico que tienen ahora 26 años y la menor de la familia, de 24 años. Babette, que siempre se ha autocalificado como una «ama de casa de Essen», fue sumisa al clan mientras vivió su esposo, pero a partir de su muerte abandonó la discreción y comenzó a disfrutar públicamente de su fortuna y del poder que le otorga.

La seguridad en sí misma que le caracteriza se hizo patente en 2014 cuando llevo a juicio al antiguo amigo de su marido y asesor en la compra de obras de arte, Helge Achenbach, al que acusó de estafa. Achenbach vendió como intermediario a Berthold 14 obras de arte y 9 automóviles antiguos por valor de 120 millones de euros. Había cuadros de Kokoschka y de Kirchner, y vehículos como un Mercedes Benz 500K de 1934 valorado en 12 millones de euros que perteneció a Alfred Krupp. Al parecer, el asesor artístico se excedió a la hora de establecer sus comisiones. La Audiencia de Düsseldorf le ordenó devolver casi 20 millones de euros a Babette y sus hijos, mientras una corte penal de Essen le condenó a seis años de cárcel en marzo del pasado año.

Ambos juicios fueron un espectáculo mediático en Alemania y la denunciante disfrutó de la atención despertada. Explicó que, cuando acompañaba a su marido a ferias de automóviles antiguos con Achenbach como asesor, los vendedores «se comportaban como hienas» al conocer la fortuna del interesado. También desveló que el antiguo amigo de su esposo presionaba constantemente para venderle nuevas piezas artísticas o turismos: «Llegó un momento en que no teníamos sitio en las paredes, pero el señor Achenbach insistía en que siempre habría un hueco para un nuevo cuadro». De hecho, Babette confesó que adquirieron obras guiados por argumentos simples. ¿Por ejemplo? Compraron el Towerbridge de Oskar Kokoschka porque sus hijos estaban en aquel momento en Londres. Y se llevaron la escultura de un león porque ese es su signo del horóscopo.

Con la misma tenacidad que acabó llevando a la cárcel a Helge Achenbach, esta mujer lucha ahora contra su cuñado, Theo junior, que quiere marginarla en el control del imperio. ¿Sus argumentos? Que Babette no tiene ni idea del negocio, que despilfarra la fortuna familiar y que mancilla el legado de su esposo. De momento no tiene éxito. La viuda rechazó la oferta de una pensión anual de 25 millones de euros a compartir con sus cinco hijos a cambio de ceder sus poderes sobre Aldi Norte y las tres fundaciones que gestionan los beneficios que produce.

El tribunal administrativo de Schleswig le dio la razón hace poco. Según la sentencia, Babette y sus vástagos no pueden ser apartados de la empresa por muy elevada que sea la oferta económica para presionarlos. Por supuesto, su cuñado ha recurrido a una instancia superior, con lo que la guerra familiar tendrá un nuevo capítulo. Entre tanto, Babette no duda en mantener candente la enemistad con su familia política. Cuando falleció su esposo no permitió que fuera enterrado en el panteón de los Albrecht, en el cementerio de Essen-Bredeney, y ahora se niega en redondo a revelar a su suegra dónde guarda las cenizas.

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