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Los contratos de formación contemplan un 75 por ciento de trabajo efectivo y un 25 por ciento de teoría durante el primer año.
Los contratos de formación no terminan de calar entre las empresas malagueñas

Los contratos de formación no terminan de calar entre las empresas malagueñas

Dirigida a jóvenes parados de entre 16 y 30 años, esta fórmula contempla teoría y trabajo remunerado pero queda eclipsada por las becas sin retribución

Alberto Gómez

Domingo, 28 de mayo 2017, 19:11

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Trabajar sin cobrar a cambio de acumular experiencia suele ser una práctica habitual, como ha quedado patente tras la última polémica por las condiciones laborales de los stagiers, aprendices de cocina que no reciben remuneración pese a su trabajo en restaurantes de lujo, un sistema defendido por chefs como Jordi Cruz. En España, el 58 por ciento de los becarios no recibe remuneración por su trabajo pese a que siete de cada diez reconocen que en su período de prácticas han soportado una carga laboral similar a la de los empleados contratados, según un informe publicado por la Comisión Europea. Esto, sumado a los numerosos cambios legislativos introducidos en los últimos años, explicaría que algunas alternativas, como los contratos de formación, no terminen de cuajar pese a los beneficios contemplados para las empresas que se adhieran a esta fórmula.

Los contratos de formación están dirigidos a jóvenes de entre 16 y 25 años, aunque el Gobierno central ha ampliado la edad hasta los 30 años mientras la tasa de paro siga por encima del 15 por ciento. Los aspirantes deben estar inscritos como demandantes de empleo y carecer de cualificación profesional reconocida por el sistema educativo o de formación profesional, ya que el objetivo de estos contratos es ofrecer un aprendizaje teórico y práctico en el desempeño de un oficio.

La duración mínima de los contratos es de un año, aunque algunos convenios colectivos la fijan en seis meses, y su máximo es de tres años, si bien existe la posibilidad de concertar hasta dos prórrogas. El período de prueba oscila entre los dos y los seis meses y, durante el primer año, el 75 por ciento de la jornada se dedicará al trabajo efectivo y el 25 por ciento a la formación. En el segundo y tercer año, estos porcentajes cambian hasta el 85 por ciento en el caso del trabajo y un 15 por ciento para la formación. Los jóvenes contratados bajo este sistema recibirán una remuneración que se calculará según el tiempo de trabajo efectivo y el convenio colectivo aplicable. En caso de que el convenio no contemple esta situación, se aplicará el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que es de 707 euros al mes, de modo que los contratados cobrarían un 75 por ciento de esa cantidad el primer año y un 85 por ciento en los dos años siguientes.

La empresa puede tener tantos contratos de formación como necesite, y un trabajador puede volver a ser contratado para la formación si lo hace en una actividad laboral distinta. Estos contratos tienen varios beneficios para las empresas. Las pymes pueden bonificar el cien por cien de los seguros sociales en sus contratos de formación si cumplen los requisitos establecidos en la ley, mientras que las empresas mayores de 250 trabajadores pueden bonificarlos al 75 por ciento. La cotización del contrato de formación es siempre fija y reducida: 106,86 euros al mes en 2017. El trabajador recibe formación relacionada con su ocupación y la empresa se la bonifica al cien por cien. Además, si el trabajador pasa a ser indefinido, la empresa puede recibir 1.500 euros anuales durante tres años, y 1.800 euros si se trata de una mujer. Si contratan a un trabajador residente en Andalucía, menor de 30 años, con titulación e inscrito en la Garantía Juvenil, pueden obtener hasta 4.800 euros anuales adicionales.

Pese a estos beneficios, los contratos de formación no cuajan entre las empresas malagueñas. En marzo, se firmaron 377 contratos de este tipo en la provincia, 86 más que en el mismo mes del año anterior. El porcentaje, sin embargo, aún es mínimo respecto al número total de contratos firmados en Málaga, aun así la provincia andaluza que más utiliza esta fórmula, al alza en temporada alta por su arraigo en el sector servicios.

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