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Las gasolineras desatendidas agitan el sector de los carburantes

Las gasolineras desatendidas agitan el sector de los carburantes

En Málaga se prevén 28 estaciones sin personal, que defienden su modelo porque abarata costes. El resto habla de competencia desleal y pérdida del empleo. La guerra está servida

J. J. Buiza

Domingo, 27 de diciembre 2015, 01:25

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Algo está cambiando en el sector de los carburantes. Hace solo tres años, los precios se disparaban, hasta el punto de que llenar el depósito costaba en la mayoría de los casos más de 80 euros. Este pasado verano, en Málaga podía encontrarse gasóleo a menos de un euro por litro en algunos surtidores por primera vez en cinco años.

Aunque hay un consenso general de que mucho ha tenido que ver la bajada mundial del precio del petróleo, lo cierto es que la irrupción en el mercado de las llamadas gasolineras desatendidas también ha tenido su efecto. Petroprix, Reposta y Ballenoil son las tres cadenas que han revolucionado el sector con un modelo simple: pequeñas estaciones con surtidores de autoservicio las 24 horas, sin tiendas, cafeterías o amplias zonas de descanso. Solo gasolina o gasoil que pueden estar entre 9 y 10 céntimos más baratos.

Entre las que ya funcionan y las que están solicitadas, se espera que pronto operen en Málaga unas 28. En el resto del sector, los ánimos están caldeados. «Estamos luchando, no para evitar que se instalen, sino para que se cumpla la ley, que en Andalucía es muy clara: las estaciones tienen que tener al menos una persona atendiendo en horario de día, pero no lo están haciendo», resume Álvaro Fontes, presidente de la Agrupación Andaluza de Vendedores al por Menor de Carburantes y Combustibles (Agavecar), que enumera todos los riesgos que conlleva una gasolinera sin trabajadores en cuanto al empleo, atención a personas con discapacidad o seguridad.

Tanto Agavecar como la Asociación Provincial de Estaciones de Servicio (APES Málaga) hablan de «competencia desleal» por parte de estos nuevos operadores. Luis Calero, vicepresidente de APES Málaga, señala directamente a la Junta de Andalucía. «Parece que no quiere hacer cumplir la ley. Si no, que la derogue y que las reglas del juego sean iguales para todos», afirma.

Los detractores hablan de «gasolineras fantasma». La Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad o los sindicatos también han alzado la voz. Los primeros porque consideran que «no se respetan derechos ni garantías básicas». Los segundos porque afirman que se pone en riesgo el empleo en el sector. El secretario general de Comisiones Obreras en Málaga ha advertido de que son más de 1.400 los puestos de trabajo que están en juego en la provincia y cifra en 80 los que ya se han perdido. En España, cuatro comunidades son las que han fijado normativas para obligar a que las gasolineras cuenten al menos con un tabajador: Navarra, Castilla-La Mancha, Aragón y Andalucía. En esta última, los detractores ponen sobre la mesa el Real Decreto 537/2004 según el cual, «en sistemas de autoservicio, debe haber, por lo menos, una persona responsable en horario diurno». Pero las afectadas aseguran que ese decreto se creó para regular el autoservicio, no las desatendidas, y aseguran que sus negocios están avalados por una norma superior a nivel estatal: la Ley 11/2013 del 26 de julio de apoyo al emprendedor, estímulo al crecimiento y creación de empleo.

Manuel Santiago, gerente de Petroprix, destaca que esa ley ampara este caso concreto y señala que el proyecto del grupo se basa en la calidad, la tecnología y acuerdos de suministro con las principales petroleras, lo que permite ofrecer «los precios más competitivos de la zona, garantizando que el combustible es de máxima calidad».

Petroprix, con sede en Barcelona aunque cuenta con su oficina técnica y de ingeniería en Jaén, ha desembarcado en Málaga con estaciones en los polígonos San Luis y Santa Bárbara y que se encuentran entre las 30 que tienen en toda España. Su sistema permite pagar con tarjeta de crédito y enviar una factura al móvil gracias a una app propia.

Los otros operadores que explotan este modelo funcionan de forma similar. Reposta, del grupo asturiano Oil Petroleum, ha abierto este mismo año en Antequera, Mijas (Las Lagunas) y Coín. En este municipio incluso ha firmado acuerdos con el Ayuntamiento para donar 1.200 litros de leche o para destinar a fines sociales un céntimo por cada litro repostado. Desde Comisiones Obreras, Esteban Chamorro calificaba este convenio de «engaño» porque «el cambio de organización de esta gasolinera 'solidaria' ha significado el despido de tres trabajadores».

Reposta, que cuenta con una veintena de gasolineras en el país, permite el pago con tarjeta bancaria y en efectivo, y está inmersa en un plan para llegar a los 50 puntos de venta, con Málaga en su punto de mira.

Por su parte, Ballenoil, del grupo francés Progeral, planea instalar 32 nuevas estaciones de servicio en España en los próximos 18 meses, con los que superará en 2017 los 90 puntos de suministro. En Málaga están presentes en Estepona, Vélez y Benalmádena, pero ya estudian nuevos emplazamientos. «Hemos elegido estas nuevas ubicaciones por razones geográficas y de competencia, y con ellas esperamos elevar nuestro tamaño en un 50%, gracias a un modelo que se ha visto respaldado por nuestros clientes», subrayan fuentes de la compañía, que cuenta también con app propia para realizar los pagos.

Efecto contagio

Las demás empresas alertan de que el ahorro de los costes laborales que suponen estos formatos hace inviable competir en igualdad de condiciones. «Si no se actúa nos van a llevar a que esa sea la regla general y todas las gasolineras pasen a ser desatendidas», apunta el vicepresidente de APES Málaga, que representa a 63 estaciones, entre abanderadas y libres.

«En los últimos años se ha hecho un esfuerzo importante de modernización de toda la red. Hemos invertido mucho en unos servicios modernos, con tiendas espectaculares, boxes de lavado, cafeterías... pero ahora, con estas nuevas condiciones, nos estamos planteando si vamos a poder seguir modernizando el sector», añade Álvaro Fontes, desde Agavecar.

Entre 2007 y 2014, se calcula que el número de gasolineras 'low cost' creció un 65% mientras las grandes firmas como Cepsa, Repsol, BP o Galp se lanzaban a una guerra de descuentos, tarjetas y programas de puntos para fidelizar al cliente.

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