Una bodega tricentenaria en vanguardia

Al entrar en la nave de la Carretera de Guadalmar que alberga desde 2004 Bodegas Quitapenas nos invade el vértigo de la historia. Málaga no es de mirar al pasado, y por eso, aunque esta bodega tiene su parte de museo donde se exhiben etiquetas, legajos, botellas, piezas de artesanía y maquinaria antigua, y aunque los caldos que maduran en sala de crianza desprenden olor a siglos de oficio, la familia Suárez, vinculada hasta donde se pierden la memoria o los papeles al negocio del vino, mira al futuro: Hace un mes, Quitapenas sacó al mercado su Florestel, un espumoso seco de Moscatel de Alejandría que une sus raíces axarqueñas con las últimas tendencias del mercado.

José Suárez dirige hoy el negocio con ayuda de sus hijos José y Víctor y su primo Javier. Gestionan la elaboración de más de 20 vinos y cuatro restaurantes en Málaga (tienen también dos franquiciados, en Torremolinos y Muelle Uno). Además, atienden a grupos de visitantes nacionales y extranjeros que llegan constantemente. De eso se encarga José, el hijo primogénito, un apasionado de la historia de la bodega y la familia.

«En 1670 ya tenían nuestros antepasados viñedos en Cútar. La historia de esta actividad está documentada desde época de Carlos III, pero no fue hasta después de la filoxera cuando mi tatarabuelo, Francisco José Suárez Pineda, se traslada con la familia a El Palo, y crea la bodega, una casa de comidas y una licorería. Y como fiaba a los clientes que no podían pagarle, empezaron a llamarle Pepe Quitapenas, y de ahí surgió el nombre de la bodega», explica. Si inicialmente la producción de vino se dedicaba a abastecer la casa de comidas y el despacho de vinos, por donde pasaba en los años 20 del siglo pasado lo más granado de la sociedad malagueña junto a público popular, a partir de los 60 se empezó con la exportación. El secreto de la supervivencia de esta bodega, patrimonio histórico, está en haberse adaptado a los tiempos.

Hace 10 años nació Junkito, su moscatel naturalmente dulce, que se envasa en PET. En vinos tranquilos, elaboran Vegasol, un blanco seco de Moscatel, y Guadalvin, un tinto joven 100% Syrah, ambos idóneos para copeo. Y tienen en la cámara de salida varios productos nuevos que, igual que Florestel, aspiran a aprovechar las raíces y la sabiduría acumulada durante más de 300 años para seguir ganando mercado.