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Nueva sede de la compañía Duro Felguera en Madrid, que ahora estudia vender. :: r. c.
257.000 trabajadores afectados por un concurso de acreedores en cuatro años

257.000 trabajadores afectados por un concurso de acreedores en cuatro años

Isolux solo salvará una pequeña parte, Abengoa no termina de despejar el riesgo y Duro Felguera aún no evita la quiebra

J. A. BRAVO

MADRID.

Domingo, 4 de febrero 2018, 00:56

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Un concurso de acreedores se suele medir fundamentalmente por la deuda de las compañías implicadas. Sumando los diez casos de mayor volumen en la historia de España -incluyendo los 8.900 millones del preconcurso de Abengoa, evitado tras una reestructuración del pasivo bancario-, tendríamos un agujero conjunto de 35.600 millones de euros. Son los más importantes, sin duda, aunque en número una gota en el total.

Pero con frecuencia se olvida la otra cara de las quiebras empresariales, la humana protagonizada por los empleados afectados. Solo en los cuatro últimos años han sumado 257.335, según el último baremo concursal elaborado por la consultora PwC. Es más, en 2017 rompieron la racha de descensos y repuntaron un 20% hasta 61.845, lo que supone un promedio de casi 16 por compañía insolvente.

Claro que la mayoría son precisamente pymes (con una plantilla inferior a 50 personas), en concreto dos de cada tres (el 65%). Como contraste, los casos protagonizados por grandes firmas (con más de 250 empleados) solo supusieron el 1%.

El número de empleados en riesgo por las quiebras ha repuntado un 14% y el valor de los activos un 6% Duro Felguera agilizará la negociación con la banca tras pedir un acreedor su concurso forzoso

Y si atendemos al valor de los activos de las compañías que se declararon en quiebra -de manera voluntaria o forzosa, instados por sus acreedores ante los juzgados de lo mercantil-, el promedio se sitúa en 3,7 millones de euros tras aumentar un 6% el año pasado. En función de su volumen, en los casos donde se habían contabilizado más de 50 millones la media rozaba los 156 millones, tras dispararse un 45%.

Mirando a la clasificación de las mayores quiebras, cuatro de las cinco primeras fueron protagonizadas por inmobiliarias tras estallar la burbuja que vivía el sector, coincidiendo casi con el comienzo de la crisis. De ellas solo sobrevivió la mitad (Sacresa y Habitat, aunque con bastante menor tamaño), mientras Martinsa-Fadesa y Reyal Urbis entraron en liquidación -la última, de hecho, fue excluida de negociación bursátil en enero pasado-.

Isolux evitará esa muerte empresarial, pero solo en parte. Quebró en julio del año pasado con un pasivo de 4.294 millones y tiene un ERE en marcha para sus 575 empleados. No obstante, los administradores concursales han decidido vender los negocios de obra civil e instalaciones en España (140 proyectos que conllevan más de un centenar de puestos de trabajo), además de la marca, a cuatro directivos, apoyados por un fondo de inversión estadounidense. La 'vieja' compañía, eso sí, desaparecerá.

Abengoa, que parecía haber salvado en marzo de 2017 el concurso tras renegociar con la banca y los fondos acreedores, no termina de despejar algunas dudas. Es precisamente por las reclamaciones judiciales de los bonistas contrarios a aquel acuerdo, aunque la compañía mantiene su estrategia de vender activos para reducir pasivo.

El más sonado, en noviembre, fue el 25% de su filial estadounidense Atlántica Yield por unos 521 millones de euros, además de negociar una opción de traspaso por otro 16%. Además, para terminar su ajuste laboral saldrán de la plantilla (que ahora ronda los 13.000 efectivos) un total de 150 personas.

Duro Felguera, especializada en proyectos de ingeniería, también está en riesgo. Logró aplazar al 15 de abril el acuerdo de salvación con la banca acreedora -incluida una quita de 200 millones y el posible respaldo inversor del grupo chino Cscec- , pero la petición de uno de sus acreedores para que sea declarada en concurso por su «insolvencia actual» puede frustrarlo todo... o acelerarlo. Para ello intenta vender su sede «a precio de mercado».

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