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El presidente del BCE, Mario Draghi, ayer. :: DANIEL ROLAND / afp
Draghi no defrauda e inyectará otro medio billón a una Eurozona alicaída

Draghi no defrauda e inyectará otro medio billón a una Eurozona alicaída

El BCE amplía el programa de estímulos nueve meses más desde marzo, pero reducirá las compras de 80.000 a 60.000 millones al mes

ADOLFO LORENTE * alorente@elcorreo.com

Viernes, 9 de diciembre 2016, 00:28

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Otro manguerazo, otro rayo de sol. El ángel de la guarda del euro es italiano, se llama Mario, se apellida Draghi, le apodan 'súper' y acaba de cumplir cinco años como presidente del Banco Central Europeo (BCE). Siempre está ahí, bazuca al hombro. Machacón. Instando, advirtiendo y, sobre todo, sosteniendo una Eurozona atrapada en una espiral de crecimiento «mediocre». La política, condicionada por Alemania y los procesos electorales en grandes países, está ausente, ha dimitido. Hace demasiado tiempo que al euro sólo le queda aferrarse a Draghi y ayer, tampoco falló. Los tipos de interés se mantienen al 0% y seguirán los estímulos al menos hasta finales de 2017. Nueve meses extra de compra de deuda y otros activos a través del programa QE que supondrán otra inyección de 540.000 millones al sistema. «La retirada de los estímulos ('tapering', en inglés) ni se ha discutido», zanjó.

La expectación era máxima. El contexto ya apuntaba maneras. Se trataba del último Consejo de Gobierno del año y el primero tras conocerse la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses. Además, su país, Italia, está sumido en su enésima crisis con bancos como el Monte dei Paschi, el más antiguo del mundo, con pie y medio en un proceso de rescate público (pasó de puntillas sobre el tema). Todo ello aderezado con el portazo que Alemania acaba de dar a la propuesta de la Comisión de impulsar estímulos fiscales. El panorama es desalentador, pero él siempre sonríe. Desconcertante, seguro.

Nuevas condiciones

Así entró a la sala de prensa de la torre de cristal del BCE en Fráncfort, donde los periodistas ya sabían que el Consejo de Gobierno había decidido ampliar el QE desde el próximo marzo hasta el 31 de diciembre de 2017, pero reduciendo el importe mensual de las compras de activos de 80.000 millones a 60.000 durante estos nueve meses extra. Un total de 540.000 millones que elevará la cifra final del programa iniciado en marzo de 2015 hasta unos 2,3 billones.

Esto para abrir boca, porque como advirtió Draghi, los estímulos podrían seguir durante 2018 hasta que la inflación se encuentre por debajo pero muy cerca del 2%, como así lo ordena el mandato de la institución. «Seguiremos ejerciendo presión sobre los mercados. La estrategia es a largo plazo, por eso no hemos hablado de 'tapering'», recalcó asegurando que si la situación lo requiere, podrían volver a la cifra de 80.000 millones en cualquier momento.

Ayer se aprobaron unas directrices que pueden ser modificadas en función de las necesidades y las muchas incertidumbres que condicionan la coyuntura. Entre los cambios técnicos, destacan tres. Se elimina el límite que toma como referencia la tasa de facilidad de depósito, que continúa en el -0,4% -no se podía comprar bonos por debajo de esta rentabilidad-. El vencimiento de los bonos potencialmente comprables será desde uno a 30 años (ahora es de 2 a 30). Y por último, aceptarán desde el 15 de diciembre «el uso de efectivo como garantía en el programa de compra de activos públicos».

Tirón de orejas a los países

Otra de las claves de su comparecencia fue la actualización trimestral de sus previsiones macroeconómicas de crecimiento e inflación que por primera vez incluyeron 2019. Si no sabe cómo definir el estado de la Eurozona dibuje una línea horizontal. En lo referido a la evolución del PIB, 2016 y 2017 cerrará en el 1,7%, pero es que en 2018 y 2019 retrocederá una décima, hasta el 1,6%.

En lo relativo a la inflación, la clave que dirá cuándo el BCE retirará los estímulos, la previsión es que ni siquiera en 2019 tocará el 2% fijado (0,2% este año, 1,3% en 2017, 1,5% en 2018 y 1,7% en 2019). «Los riesgos de deflación han desaparecido, pero la incertidumbre continúa en todos los sitios», zanjó antes de insuflar algo de ánimo: «La expansión económica seguirá a un ritmo moderado, pero firme».

El italiano no desaprovechó la ocasión para dar el enésimo tirón de orejas a los países y recordar que el BCE, por si solo, no será capaz de sacar a la Eurozona de su estancamiento. Pidió reformas estructurales en todos los países aprovechando la coyuntura de bajos tipos, el cumplimiento de las reglas comunitarias (déficit y deuda) y el diseño de políticas presupuestarias destinadas al crecimiento y la creación de empleo. Es decir, «menos impuestos, menos gasto y más inversiones, pero productivas». El problema es que Draghi no se enfrenta a las urnas y los jefes de Estado y de Gobierno a los que se dirigen, sí.

Es el caso de Italia, donde el joven e impulsivo Matteo Renzi acaba de dimitir dejando aún más huérfana a la socialdemocracia europea. Se barrunta marejada en la cuarta potencia del euro, con su banca hecha unos zorros y su deuda pública acomodada por encima del 130% del PIB. Pese a lo grave de la situación, 'Súper Mario' pidió calma. «La vulnerabilidad del sistema bancario en Italia ha estado ahí desde hace mucho tiempo. Debe abordarse. Confío en que el Gobierno sabe qué hacer y que lo afrontará», se limitó a señalar.

Idem de idem respecto a lo que pueda suceder en Estados Unidos y la posible e inminente subida de tipos por parte de la Reserva Federal. Su mensaje fue el mismo que para el 'brexit', abogar por la tranquilidad y felicitarse por la solidez de los mercados pese a turbulencias muy señaladas.

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