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Miguel Blesa defiende que las 'black' fueron «la única manera de dignificar» su trabajo

Como expresidente de Caja Madrid tiene «claro» que esas tarjetas eran «de libre disposición» pero no «oscuras» porque los auditores tenían «pistas»

J. A. BRAVO

Sábado, 1 de octubre 2016, 00:34

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Miguel Blesa, quien fuera presidente de Caja Madrid entre 1996 y 2010, tiene «claro» que las tarjetas 'black' de las que gozaron él y su cúpula eran para «complementar» su sueldo. Más en concreto, «la única forma de dignificar» su trabajo porque pagar gastos de representación no lo sería. Así lo declaró ayer ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga la presunta apropiación indebida de hasta 15,5 millones de euros entre 1999 y 2012 a través de ese medio de pago por parte de 65 ex altos cargos de la caja madrileña y de Bankia, su sucesora.

En su intervención -la primera de los acusados en la vista oral- solo aceptó responder a las cuestiones que le planteó el fiscal Alejandro Luzón, las de su abogado y, obviamente, las del propio tribunal. Nada de aceptar algún interrogante sorpresivo y algo incomodo por parte de los letrados de sus compañeros de banquillo y menos aún de las acusaciones, ni particulares -que ejercen Bankia, su matriz BFA y el FROB por mor de su rescate multimillonario- ni tampoco populares.

Entre algunas certezas pero también dudas significativas que dejó, Blesa trató de salir lo mejor posible del interrogatorio que le planteó el representante del Ministerio Publico, que en ocasiones le interrumpió cuando creía que el exfinanciero de ejercicio -e inspector de Hacienda de profesión- se iba por las ramas. Así, cuando éste se alargó en comentarios sobre una reunión del consejo de Caja Madrid en mayo de 1988, en la que él trata de situar el origen de las 'black' -en el acta, sin embargo, solo se habla de tarjetas para gastos de empresa-, Luzón le detuvo en seco: «Perdone, ¿estuvo usted presente entonces?». «No», contestó. «Pues entonces casi mejor vamos a seguir avanzando», le replicó.

Blesa insistió en varias ocasiones en que las tarjetas eran «de libre disposición». «No se exigía justificación alguna» sobre sus gastos, abundó en sus respuestas para añadir luego que «cada consejero podía gastar como le pareciera oportuno». Eso sí, admitió que la frontera la fijaba él, «tanto el sistema como la cuantía de compensación mediante tarjeta», además de decidir quién tendría más «según sus funciones».

Una discrecionalidad aparentemente elevada que, sin embargo, no era óbice para que en la caja de ahorros sí pudieran «saber cuánto se gastaba y en qué» aunque esa era información «delicada», advirtió, porque «nadie tiene por qué saber dónde gasta uno su dinero», en alusión a las filtraciones que se hicieron de los movimientos. A la CNMV, por ejemplo, no se le informaba de esas «peculiaridades» -como las definió el fiscal- porque «la norma no lo exigía» y, según Blesa, «no creo que tuviera mucho interés en ello».

«Sin ocultación»

Y es que una de las obsesiones del expresidente de Caja Madrid fue negar que las 'black' formaran parte de un sistema «opaco» de retribuciones paralelas, como afirmó el juez instructor del caso y sostienen las acusaciones. «No ha habido oscuridad en los gastos», dijo tras argumentar que para eso sus saldos figuraban en los resultados anuales de la entidad. «No hay ocultación alguna -insistió- y la prueba es que la inspección (de Hacienda) pudo acceder luego (en 2006) a ellas».

«Los auditores -continuó- necesariamente conocían la existencia de las tarjetas» porque a través de documentos como, por ejemplo, las actas del consejo o de las inspecciones, «tenían suficientes pistas para deducir su existencia». «¿Dice pistas?», le interrumpió el fiscal. «Bueno, me refiero a información del banco», le contestó el exfinanciero para tratar de salir del aprieto.

El problema para Blesa llegó cuando no pudo -o no supo- concretar las respuestas a algunas preguntas que se antojan claves para determinar hasta qué punto existía o no un control sobre las 'black'. Lo primero, y pese a su insistencia en hacer ver que fueron aprobadas por su antecesor (Jaime Terceiro) en mayo de 1988, no logró explicar por qué en aquellas actas del consejo solo se habla de «tarjetas para gastos de empresa» y nada se dice respecto a que pudieran ser de libre disposición. Y sobre si realmente se declararon al fisco esos gastos -Hacienda estima que no los computaron bien- se limitó a decir que los beneficiarios «teníamos la creencia de que era así y de que las cosas se hacían bien», si bien responsabilizó a la caja de posibles «errores» en los cálculos.

Tampoco aclaró por qué a algunos consejeros y altos cargos se les facilitó una clave PIN para manejar libremente sus 'plásticos' pero a otros no -«no sé qué decirle, no lo supe en su día», contestó al fiscal-, e igual pasó con el hecho de que algunos usuarios continuaran disfrutando de ellos incluso tiempo después de cesar en sus puestos. «No sé por qué ocurrió así, ni si alguien lo autorizó...», declaró, aunque en su caso afirmó que devolvió la tarjeta al día siguiente de dejar la presidencia. «El resto no lo sé», apostilló.

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