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Polo fundó Actuable, una plataforma de ciberactivismo que fue absorbida por Change.org.
Francisco Polo: «Los mecanismos de participación ciudadana que hay en España son una burla»

Francisco Polo: «Los mecanismos de participación ciudadana que hay en España son una burla»

El director de Change.org en España defiende que el ciberactivismo «no es de vagos» y que se puede «cambiar el mundo con un clic»

Nuria Triguero

Domingo, 21 de diciembre 2014, 02:15

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Descubrió el poder de Internet en 2007, cuando un artículo en su blog sobre las bombas de racimo desencadenó toda una movilización ciudadana que acabó con la fabricación de estas armas en España. Poco después fundó Actuable, un portal de peticiones ciudadanas que experimentó un meteórico crecimiento (de 0 a 2,5 millones de usuarios en 18 meses) y fue absorbido por Change.org, la mayor plataforma de ciberactivismo del mundo, que hoy suma ya seis millones de usuarios en el país. Polo es un ferviente defensor de Internet como arma de empoderamiento ciudadano pese a las críticas que algunos vierten sobre el llamado activismo de salón.

¿Se puede cambiar el mundo con un clic?

Sí. Y no es cuestión de lo que yo opine; es un hecho: en Change.org logramos una victoria cada hora en algún lugar del mundo. Y queremos que ese ritmo se acelere mucho más.

¿Qué casos de éxito destacaría en España?

Acabamos de presentar un vídeo en el que contamos victorias de este año. Hay historias como la de Alejandro, un niño que juega al basket y que no podía participar en la liga provincial porque tiene síndrome de Down. Sus padres iniciaron una petición para que pudiera jugar como cualquier otro niño y lo han conseguido. También está Gabi, que terminó Derecho y se planteó prepararse las oposiciones para ser juez. Pero él también tiene una diferencia: es ciego, y no tenía certeza de que le fueran a permitir ser juez. Escribió al Consejo General del Poder Judicial para preguntarlo y su carta cayó en el olvido. Cuando la trasladó a Change.org, más de 100.000 personas firmaron su petición y al cabo de varias semanas obtuvo respuesta: sí podrá ser juez.

Son historias muy personales. ¿También hay peticiones de carácter colectivo que hayan triunfado?

Hay de todo tipo. La petición más firmada este año es la de Beatriz Figueroa, una periodista que quiere que se cambie la ley para que a las personas que, como ella, están de baja por tener cáncer se les conceda la incapacidad permanente y puedan percibir una pensión mayor que les permita pagar los medicamentos y poder comer. Como ella dice: «La sanidad me está curando, pero la Administración me está matando de hambre». Tiene ya más de medio millón de firmas y es un tema que ha llegado varias veces al Congreso, pero hasta ahora el PP lo ha rechazado. Otra petición más cercana a Andalucía es la que se refiere a la mezquita-catedral de Córdoba. Hace unos años la Iglesia, haciendo uso de una ley franquista, inscribió el monumento en el registro como bien propio de la Iglesia. Una plataforma ciudadana ha sumado ya más de 380.000 firmas para que la Junta, que tiene la capacidad de recurrir esa inscripción, proteja ese patrimonio, que debería ser de todos los españoles. Esperemos que Susana Díaz no concurra a las elecciones sin haber contestado a esta petición.

En España existen cauces de participación ciudadana como la iniciativa legislativa popular (ILP). ¿Por qué es necesaria una plataforma como Change.org?

La ILP me parece un elemento fantástico, pero para empezar requiere medio millón de firmas. Además no puede ser por Internet: tienen que ser en papel y auditadas. Ha habido 17 iniciativas de este tipo en todo el período democrática. ¿Cuántas han conseguido modificar una ley? Solo una, que al cabo de cuatro años quedó en agua de borrajas porque llegó otro partido y modificó esa norma. Con lo cual esto es reírse de los ciudadanos. La PAH hizo una campaña para cambiar los desahucios que reunió un millón y medio de firmas, y no se le hizo caso. Y vamos al otro elemento de participación ciudadana: el referéndum. Para empezar en España no es vinculante. Y además sólo el presidente del Gobierno puede iniciar un referéndum. En Suiza esta herramienta funciona perfectamente: una persona inicia una recogida de firmas, creo que son 30.000, para pedir un referéndum. En España los mecanismos de participación ciudadana son una burla.

¿Cómo calificaría la respuesta de los políticos españoles a las reivindicaciones que los ciudadanos hacen a través de su plataforma?

Evidentemente es insuficiente. Porque hay mucha gente pidiendo cosas, cosas perfectamente posibles, y muchos políticos no contestan. El caso de la mezquita es paradigmático: hay más de 380.000 personas esperando que Susana Díaz diga si va a permitir que haya un expolio de algo que pertenece a todos los españoles por parte de una entidad privada. Cualquier petición debería ser contestada, no necesariamente para darle la razón. Dar una respuesta dignifica y muchos políticos eso no lo entienden todavía.

Usted trabajó como asesor para un partido político (el PSOE), así que sabe cómo funcionan por dentro. ¿Cree que realmente es posible que cambien de actitud?

(Suspiro) Yo tuve la suerte de poder ver la política desde la barrera. Nunca he sido político, trabajé como asesor de alto nivel. Y creo que es difícil porque todo está hecho en contra de la regeneración democrática. Necesitamos una ley de partidos que haga que los partidos sean más transparentes e impida la corrupción. Necesitamos una ley electoral que represente mejor lo que quieren decir los ciudadanos. Necesitamos una ley de transparencia que no nos deje a la cola de Europa. Y una serie de cuestiones de sentido común que hagan que la democracia sea más respirable, sobre todo para generaciones como la mía y las que están por venir, que no hemos generado el desaguisado que hay.

En este sentido, ¿le sorprende el fenómeno Podemos?

Me parece un fenómeno muy interesante y creo que refleja perfectamente el estado de una gran mayoría de ciudadanos. Al fin y al cabo es consecuencia de todo lo que hablábamos: hay mucha gente que se ha dado cuenta de que tiene poder, y que se ha puesto de pie para empezar a ejercerlo. Que se han dado cuenta de que pueden pedir cosas, intentar influir y lo están consiguiendo. Pero llega un momento en que si no te escuchan y no crean cauces de participación política, entonces lo que hay que hacer es entrar en la política para reformarla.

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