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Carlos Sainz, en Australia.
El año de la confirmación de Carlos Sainz
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El año de la confirmación de Carlos Sainz

Tras un 2016 que le granjeó los elogios y candidaturas para los equipos grandes, el madrileño quiere confirmar su estatus de piloto potencialmente 'top' en este 2017

david sánchez de castro

Sábado, 25 de marzo 2017, 00:13

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Carlos Sainz está al borde de cruzar una puerta que no tiene vuelta atrás. El piloto madrileño está al borde de entrar en el selecto club de los potenciales campeones del mundo, esos que están justo por detrás de los futuros campeones del mundo: los primeros pueden conseguirlo, los segundos es difícil que no lo consigan.

Aunque las expectativas puestas en él son muy altas, es consciente de que aún no tiene argumentos suficientes. Que su nombre saliera en la terna de posibles sustitutos para Räikkönen en Ferrari e incluso de Rosberg en Mercedes no llegó a avanzar tanto como la oferta que sí tuvo de Renault y que no pudo aceptar porque Red Bull le frenó esgrimiendo el contrato con el que están atados. Sainz aceptó a regañadientes y públicamente afirma que su objetivo es triunfar en Red Bull, el paso natural que debe dar si quiere seguir los pasos de Sebastian Vettel. En privado no es tan tajante, aunque es un camino que ni mucho menos le disgusta.

El asunto es que tiene que convencer a los responsables de Red Bull, específicamente a Helmut Marko, que está en condiciones de hacerlo mejor que Daniel Ricciardo y Max Verstappen. Con el australiano puede haber debate, con el holandés aún está muy fresca la pelea que tuvieron en Toro Rosso y que se resolvió en favor de este último.

Sea en Red Bull o en otro equipo, a Sainz se le ha quedado muy pequeño Toro Rosso. Una escudería que no aspira a más de ser quinto o sexto, contando con que alguno de los seis pilotos de arriba (Mercedes, Ferrari y la propia Red Bull) falle, se le queda corta para un corredor que ya ha pasado por la fase de 'aprendiz' para convertirse en 'oficial'. No obstante, eso no le debe servir como coartada para justificar una posible relajación. Si puede aspirar a ser séptimo en cada carrera, como techo y objetivo de ser 'el mejor del resto', no debe conformarse con ser octavo o décimo. Cuantos más puntos sume, más pesará su maleta de argumentos.

«La mejor vuelta de mi vida en Melbourne»

El arranque del GP de Australia ha sido muy esperanzador para Carlos Sainz. En los libres consiguió ser, precisamente, lo que se le pide: el único capaz de seguir el ritmo de los seis de arriba. Y lo hizo con un crono que supuso rodar en la misma vuelta que Verstappen, su excompañero e inevitable némesis del futuro si al final acaban peleando juntos (pero no revueltos) por proclamarse campeones.

«Se nota mucho que esta nueva generación de coches es mucho más rápida que la del año pasado ¡He hecho la mejor vuelta de mi vida en Melbourne esta tarde y es solo la segunda sesión de entrenamientos libres! Tenemos aún mucho margen de mejora, pero es muy emocionante conducir el STR12», afirmaba nada más bajarse del coche. Esa vuelta en los libres daba muchas esperanzas para el resto del fin de semana, y en general para el resto del año.

Sainz puede pescar en el río revuelto que supone Red Bull. El RB13 no es (o no parece) tan competitivo como lo fue su predecesor en comparación con Mercedes y Ferrari. En cambio, el STR12 de Sainz y Kvyat ha dado un pequeño paso adelante que le ha acercado a los puestos de arriba. La máquina creada por James Key, uno de los discípulos de Adrian Newey, ha arrancado con muy buenas sensaciones y unos datos que invitan al optimismo.

Ese margen de mejora del que habla Sainz también vale para sí mismo. Tras una pretemporada en la que se ha machacado físicamente como nunca, sabe que realizar dos o tres actuaciones estelares es lo que hace falta para que su nombre se confirme en tinta y no en lápiz sobre las listas de candidatos a los coches ganadores. El primer gran objetivo es mejorar los tres sextos puestos que consiguió en 2016. Y a partir de ahí, seguir sumando.

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