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Marina Alabau ondea la bandera española sobre la proa de una gomona tras conquistar el oro en RS-X (wind surf) en los Juegos Olímpicos de Londres.
Las chicas de oro

Las chicas de oro

Ahora que las selecciones de fútbol y baloncesto hacen el ridículo, que el tenis baja a Segunda en Copa Davis, los éxitos de nuestras atletas se convierten en la mejor tarjeta de presentación de la marca España

julián méndez

Lunes, 22 de septiembre 2014, 01:06

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Fueron 11 a 6. Casi el doble. Fue el inesperado balance de Londres 2012. Las chicas del equipo olímpico español casi habían duplicado los triunfos conseguidos por los varones. «Antes casi ni se hablaba de las mujeres. Pero en Londres fuimos nosotras las que nos colgamos las medallas», sonríe al recordar aquellos días de gloria Marina Alabau, la campeona del mundo de wind surf que conquistó el oro olímpico en RS:X en aguas de Weymouth. Aquel temporal británico todavía no ha amainado. Al contrario. Nuestras chicas de oro siguen sumando éxitos.

Ahí está Carolina Marín, flamante campeona del mundo de bádminton tras derrotar a la china Xuerui Li, un milagro absoluto si recordamos que en nuestro país hay apenas 2.826 licencias femeninas y en China pasan del millón. «Nosotras estamos dando el do de pecho por España», proclama esta onubense que cambió el traje de faralaes por la raqueta y el volante.

Laia Sanz acaba de conquistar su tercer título mundial de enduro, el 16º en su carrera como motociclista, superando así el mítico listón de Giacomo Agostini. Y a Mireia Belmonte, con sus seis medallas en el Europeo y sus cuatro preseas conseguidas en Doha, no hay nadadora en el mundo que le tosa ni en la piscina y ni en aguas abiertas. Tampoco hay que olvidar a las guerreras de oro, como conocen a las waterpolistas españolas por el mundo ni a las chicas del baloncesto, del hockey o del fútbol, ni a las golfistas...

«Ha llegado nuestro momento y ahora recogemos los frutos de tantos años de esfuerzo. En Londres ya fuimos el estandarte del deporte español y ahora seguimos dando de qué hablar. Yo siento que la sociedad está contentísima con nuestros resultados», se alboroza la atleta cántabra Ruth Beitia, reciente campeona de Europa de salto de altura en Zurich y capaz de saltar 2,03 metros.

Para ser sinceros, los éxitos femeninos siempre han estado ahí. Antes de que la yudoca Miriam Blasco se colgara el primer oro olímpico femenino al cuello en Barcelona 92, Blanca Fernández Ochoa, Arantxa Sánchez, Conchita Martínez o Maite Zúñiga, entre otras precursoras, habían abierto brecha. Lo que sucede, como en tantos otros ámbitos de la vida, es que el fulgor de todo lo masculino las había eclipsado.

En ocasiones, sus triunfos, hasta ahora relegados en los medios de comunicación, no pasaban de lo anecdótico o eran sencillamente juzgados con la típica condescendencia varonil. «Ahora estamos arriba, es cierto. Aunque no será por la inversión», sostiene desde Chequia Ainhoa Tirapu, guardameta de la selección española de fútbol y del Athletic, máster en Química Analítica y empleada de Decathlon para cuadrar números a fin de mes. «El fútbol femenino no está muy respaldado. Creo que los triunfos de ahora dependen de las generaciones y del esfuerzo de todas. La masa social empuja: con menos inversión nosotras somos capaces de hacer más. Pero repito que dedicarse a esto no es fácil», reflexiona Tirapu tras clasificarse para el primer Mundial que jugará la selección absoluta. «Tienes que prepararte y tratar de sacar adelante otra vida en paralelo al deporte», añade.

«No somos marimachos»

La mayoría lo hace. Aunque sin llegar, claro, a los extremos de la atleta Jadilla Rahmauni, campeona de España de 800 metros, que esta semana es portada en Interviú. «Cada vez hay menos ayudas. En atletismo se malvive en comparación con otros deportes. Por culpa de los recortes muchos atletas de élite lo están dejando para ponerse a trabajar», denuncia la mediofondista residente en Ibiza.

Rocha y Muñoz, dos malagueñas en lo más alto

  • Dos deportistas han puesto el nombre de Málaga en lo más alto este verano en sus respectivas disciplinas. En julio, la golfista de San Pedro Alcántara Azahara Muñoz ganó con España el International Crown, un torneo con las mejores selecciones del mundo. Y en agosto, la nadadora aficanda en Mijas Duane Rocha logró uno de los grandes éxitos de la natación española al conseguir el oro en los 200 espalda del Europeo de Berlín. Las jugadoras de balonmano Marta López y Nuria Benzal o la jugadora de pádel Carolina Navarro son otros de los ejemplos de éxito internacional.

«Creo que la gente está ya un poco harta del monopolio del fútbol», razona Ruth Beitia, parlamentaria autonómica por el PP en Cantabria e impulsora infatigable del deporte femenino en la escuela. «Lucho por romper el cliché de que la mujer deportista es un marimacho. También peleo para que las chicas no abandonen la práctica deportiva en 6º de Primaria, como sucede ahora. Recorro los institutos junto a atletas masculinos para hablarles de las ventajas de la práctica deportiva. A mí proclama la saltadora el deporte me lo ha dado todo».

«La diferencia más grande entre hombres y mujeres es la repercusión», airea Amaya Valdemoro, antigua jugadora en los Houston Comets, internacional con España en 258 ocasiones y oro europeo en 2013. Todos podríamos convenir que es la única diferencia. Ahora, y aprovechando que las actuaciones masculinas están de capa caída (no es por señalar, pero piensen en las decepciones de La Roja, en el petardazo de la ÑBA, en la mala suerte de Fernando Alonso,o en el descenso a Segunda de la Armada tenística), el poderío deportivo femenino ayuda a mitigar esa sensación de debacle del pantalón corto que parece haberse instalado en el país. «Pero aquí sigue importando más el peinado de Sergio Ramos que mi récord mundial», se queja amargamente la nadadora Mireia Belmonte.

¿Hay algo que explique esta espectacular explosión de galardones? ¿Tal vez un deseo inconsciente de recortar distancias, de superar tantos años de olvido? «Lo más importante para nosotras es cómo sentimos los colores. Sentimos la bandera y nuestra sangre hierve cuando la vemos y oímos el himno. Jugar en equipo nos hace sacar lo mejor de cada una y por eso hemos ganado tantos torneos», proclama la golfista navarra Beatriz Recari en una declaración excepcional ante tantas medias tintas y testimonios edulcorados. Recari compone junto a la malagueña Azahara Muñoz, Belén Mozo y Carlota Ciganda The 4 Amigas, como llaman en el circuito norteamericano de golf a las recientes ganadoras del International Crown, una especie de mundial oficioso. «Por su espíritu no hay nadie como las españolas», sostiene Marta Figueras-Dotti, directora de los equipos nacionales.

Cuidar los hijos y la casa

«La mujer ocupa ahora en la sociedad espacios que antes no ocupaba. Hoy hay más mujeres y se ven. En todos los ámbitos. Nuestras deportistas son un reflejo de esta sociedad en desarrollo», explica Ana Muñoz Merino, directora general de Deportes en el CSD. «La presencia de mujeres en la gestión, en la vida pública, empresarial o deportiva es garantía de buenos resultados», subraya Ana Muñoz.

Este fulgor deportivo femenino adquiere aún más valor cuando se observan los datos de practicantes. Mientras que hay 2,6 millones de deportistas masculinos, las mujeres federadas apenas son 712.000, un 26% del total. Hay tres deportistas masculinos federados por cada mujer.

Y si se observan los datos de mujeres directivas, la visión es desoladora. Solo Isabel García Sanz, en Salvamento y Socorrismo, y Hortensia Hermida Torres, en Petanca, comandan un federación. «El mundo del deporte está gestionado de arriba a abajo por hombres. Es un mundo de hombres. Yo vivo con emoción, con solidaridad, los triunfos de las deportistas españolas. Sé que muchas carreras deportivas femeninas se truncan porque hay que atender la casa, tener hijos... cosa que nunca sucede con el hombre», sostiene Hortensia Hermida. «Hay que fomentar el deporte de base», reclama.

« Tenemos un gran vivero de deportistas femeninas que aún no han explotado», apunta Miriam Blasco, primer oro olímpico femenino español y portavoz de Deportes del PP en el Congreso. «La ventaja es que las chicas de hoy tienen ídolos nacionales, referentes a las que tratar de emular. Ellas son nuestro futuro».

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