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La principal labor de los ‘greenkeepers’ es mantener los campos en las mejores condiciones posibles.
El trabajo de los ‘greenkeepers’: mucho más que cuidar el césped

El trabajo de los ‘greenkeepers’: mucho más que cuidar el césped

Esta profesión, desconocida para muchos, abarca labores de construcción y diseño de campos de golf, economía, jardinería o gestión medioambiental

Alberto Gómez

Sábado, 6 de junio 2015, 23:55

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Son los guardianes de los campos. Los greenkeepers, con una profesión tan desconocida como compleja, velan por el terreno del césped, pero sus funciones van mucho más allá. Se encargan de la dirección técnica de todas las operaciones que tienen lugar en los campos, así como de la coordinación del material, el presupuesto y los empleados. Su perfil es muy variado, pero por lo general cuentan con estudios de ingeniería, principalmente agrónoma.

Pero, ¿cuáles son las bases sobre las que se sustenta la labor de un buen greenkeeper? Juan Manuel Sánchez, actual responsable del campo de Islantilla Golf Resort, en Huelva, y uno de los cuatro nominados al premio Greenkeeper del Año 2013, lo tiene claro: «Debe mantener el campo en las mejores condiciones posibles, de modo que los golfistas disfruten del juego, y realizar continuas mejoras medioambientales. Si se tratara de un equipo de fútbol, el greenkeeper es el entrenador: organiza y coloca a cada componente en su puesto, dirigiendo y supervisando sus movimientos. Además, ha de elaborar un presupuesto que permita tener el césped impecable optimizando los gastos».

La labor de Ortiz-Patiño

Jaime Ortiz-Patiño, uno de los mayores promotores del golf en España, fallecido en 2013, fue el principal precursor de esta profesión. Les dio visibilidad y evidenció ante el resto de la sociedad que se trataba de un trabajo vital para el crecimiento de este deporte en nuestro país. Su decisiva contribución a que el campo de Valderrama fuera sede de la Ryder Cup en 1997 aún es recordado por los profesionales del sector. El presidente de la Real Federación Española de Golf (RFEG), Gonzaga Escauriaza, valora así su papel: «Mucha gente no lo sabe, pero su labor fue fundamental en el desarrollo de los greenkeepers en España, que hoy está a la cabeza de Europa en este sentido. Fue él quien empezó ofreciendo becas a chicos jóvenes que enviaba a estudiar mantenimiento de campos de golf a la Universidad de Michigan. Luego tomó el relevo la Real Federación Española de Golf, pero la idea e iniciativa fueron suyas».

Málaga, sede de cursos sobre la profesión

  • La empresa Jacobsen, con la colaboración de Greenmowers y la AEdG, pone en marcha un Curso de Formación para Futuros Greenkeepers dirigido a asistentes de greenkeeper que estén en activo en la actualidad. Se trata de una iniciativa interactiva de desarrollo profesional con la que se pretende dotar a jóvenes asistentes de greenkeeper de las herramientas necesarias para avanzar en nuestra industria en el futuro, tanto en aspectos de conocimientos técnicos y de productos como desde el punto de vista del desarrollo profesional y personal. Para ello se utilizan los conocimientos y experiencias aportados por greenkeepers y head greenkeepers de reconocido prestigio dentro de la profesión, además de formadores externos y del propio personal de Jacobsen. El último curso tuvo una duración de dos jornadas y se celebró los días 25 y 26 de noviembre del año pasado en el Parador de Golf de Málaga. Con respecto al programa del curso, se tratan aspectos como técnicas de entrevista, desarrollo profesional y alternativas laborales, desarrollo de redes sociales, contabilidad y presupuestos o liderazgo y gestión de equipos, todo ello con el objetivo de formar a futuros greenkeepers para que continúen trabajando en beneficio de la profesión. También en Málaga se celebró el 35º Congreso de la Asociación Española de Greenkeepers.

Uno de esos chicos fue Rafael González-Carrascosa, en la actualidad responsable del campo de golf de Las Brisas, en Marbella. «Fue un visionario, nunca lo vio como un negocio. Se dio cuenta de que en nuestro país había buenos campos pero no formación universitaria que preparase personal para su mantenimiento», explica sobre el legado de Ortiz-Patiño, quien solo le puso una condición cuando le ofreció la beca: compartir esa formación cuando regresase a España. ¿Y lo ha cumplido? «Por supuesto. Cada vez que alguien viene interesándose por esta profesión le abrimos las puertas. Hay bastante colegueo porque los problemas son comunes. Además, tenemos una asociación, en la que participo activamente a través de la página web o de la organización de cursos». Se refiere a la Asociación Española de Greenkeepers, de la que González-Carrascosa, uno de los profesionales más galardonados y respetados, ha sido vicepresidente.

Formación específica

La evolución que los greenkeepers han tenido en las últimas décadas, en efecto, está escrita a base de formación y una mayor profesionalización. La ampliación de sus tareas presupuestos, comunicación con socios y distribuidores, elección y coordinación del personal de mantenimiento, impacto medioambiental les ha obligado a reinventarse. Las titulaciones específicas cuentan con asignaturas relacionadas con el diseño y la construcción de campos, la botánica, el paisajismo, la hidráulica, la economía aplicada, los riesgos laborales, la jardinería, la mecánica o la gestión medioambiental.

Este último punto, la gestión medioambiental, es una de las prioridades de los greenkeepers. Numerosas asociaciones ecologistas han criticado durante años la construcción de campos de golf. «Eso ya ha cambiado; la realidad de nuestro deporte es que los recursos hidráulicos que usamos son residuales y que los campos son puntas de lanza en la aplicación de las nuevas tecnologías para proteger el medio ambiente», defiende González-Carrascosa. En la misma línea, Juan Manuel Sánchez asevera: «Los campos son un freno para la contaminación atmosférica. Un kilómetro cúbico de césped absorbe 120 kilos de dióxido de azufre cada día, y una hectárea puede liberar más de cinco mil metros cúbicos de oxígeno en un año. Además, suponen una destacada acción antierosiva debido a que provoca la disminución de la escorrentía y contribuye a la recarga de los acuíferos».

José Miguel Sánchez Prados, director del Jardín Botánico de Málaga y profesor del Máster en Dirección de mantenimiento de campos de golf, cursado por la Escuela Autónoma de Dirección de Empresas, avala estas opiniones: «Los campos proporcionan espacios protegidos para fauna y flora, constituyen zonas de almacenamiento de CO2, mejoran la captación de agua y el control de escorrentías y eliminan pesticidas y sustancias químicas. También reducen los ruidos y el deslumbramiento, las plagas y el nivel de polen, así como el número de incendios, ya que funcionan como franjas de protección y seguridad en zonas con peligro de incendio en sequía estival». Sus beneficios, explica, son también sociales: «En una sociedad cada vez más necesitada de espacios para el ocio, los campos son lugares donde se habla, se juega, se compite, y todo ello en un entorno natural de gran valor ornamental».

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