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Domingo, 24 de septiembre 2017, 18:04
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Parecía imposible, pero lo volvió a hacer. Azahara Muñoz se proclamó ayer ganadora por segundo año consecutivo del Open de España, perteneciente al Circuito Europeo, tras entregar una tarjeta de 69 golpes en la última jornada para acabar con un total de 269 impactos, 19 bajo par. La jugadora malagueña, que iniciaba el último día de competición como colíder junto a Carlota Ciganda, hizo gala de su experiencia para templar los nervios y anotar cinco ‘birdies’, cometer sólo dos ‘bogeys’, amarrando así el sexto título de su carrera. Tras dos temporadas complicadas, marcadas por las lesiones, el cambio de entrenador y algunas modificaciones técnicas que no terminaban de cuajar, Muñoz vuelve a desplegar su mejor juego, con el que logró asentarse durante varias años en el ‘top 15’ de la clasificación mundial. Y lo hizo en casa, en el recorrido marbellí de Guadalmina, donde creció como golfista hasta su traslado a Barcelona con catorce años y su posterior mudanza a Estados Unidos.
Muñoz consiguió mantenerse líder durante casi toda la jornada, a excepción del tercer hoyo, cuando un ‘bogey’ ponía en cabeza a Ciganda en solitario. La navarra, actual número 22 del mundo, se desinfló y cometió un doble ‘bogey’ en el cuarto hoyo, momento en que la jugadora malagueña, favorita del público, encadenó tres ‘birdies’ extraordinarios que dejaban el torneo prácticamente sentenciado. Ni siquiera la reacción de la sudafricana Lee-Ane Pace, segunda mejor tarjeta del día (-5), hizo peligrar un liderato que Muñoz mantenía hoyo a hoyo, conquistando ventaja suficiente para aplacar cualquier intento de remontada por parte de sus rivales. Tampoco la prometedora británica Georgia Hall, una de las aspirantes más firmes al título desde la primera jornada, logró hacer tambalear el reinado de la marbellí.
La victoria supone un espaldarazo para Muñoz, quien lejos de hundirse por su reciente exclusión del equipo europeo de la Solheim Cup, en cuyas tres ediciones anteriores había participado, ha resurgido para dar un golpe sobre la mesa y dejar claro que atesora talento y carácter suficientes para seguir liderando, junto a Sergio García, Jon Rahm y la propia Ciganda, una de las etapas más brillantes en la historia del golf español. Hacerlo a unos metros de casa, bajo la mirada de amigos y familiares y en un campeonato en el que han competido buena parte de las mejores golfistas del mundo, entre ellas Suzann Pettersen, ganadora de dos ‘majors’, supone un valor añadido. Muñoz jugaba con la ventaja de conocer el campo, pero no resultaba sencillo sacudirse la presión y dejar las expectativas a un lado.
Con su victoria, además de embolsarse 45.000 euros, Muñoz asciende diez posiciones en la clasificación europea hasta situarse séptima. La sampedreña es, paradójicamente, la única española que ha ganado el Open de España. Tampoco ninguna otra golfista había conseguido revalidar este título de forma consecutiva, aunque con anterioridad habían repetido victoria las legendarias Laura Davies (1986 y 2010) y Marie Laure de Lorenzi (1988 y 1994). Épica aparte, la victoria en el impecable recorrido de Guadalmina, su campo, donde cada esquina del club recuerda su condición de socia de honor, será uno de los recuerdos más especiales de su flamante trayectoria.
Ciganda y Pace compartieron segunda plaza, ambas tras sendos ‘eagles’ en el último hoyo, y Georgia Hall finalizó cuarta. La gran revelación de la primera jornada, Natalia Escuriola, entregó una tarjeta de 275 golpes, únicamente seis por debajo del resultado de la ganadora, y completó una semana extraordinaria aunque eclipsada por el empuje de sus compatriotas Muñoz y Ciganda. La castellonense redondeó una actuación española espectacular que apuntaló la balear Luna Sobrón desde la duodécima plaza tras firmar una ronda de 65 golpes (-7) que la impulsó hasta la parte alta de la tabla. Noemí Jiménez (-5) y Patricia Sanz (-1) también finalizaron bajo par.
Antes de que concluyera la competición, decenas de aficionados se agolparon en el hoyo 18 para asistir al último impacto de Muñoz, el golpe que agrandaría su leyenda. La malagueña hizo par, alzó ligeramente la mano derecha como respuesta a la ovación recibida, esbozó una sonrisa en la que aún podía vislumbrarse la concentración mantenida durante casi cinco horas y se abrazó durante varios segundos a Ciganda, buena amiga desde que eran adolescentes. Después, tras la entrega de premios, Azahara se lanzó al agua de la piscina del Real Club Guadalmina, su club, y esa fue la mayor licencia festiva que se permitió una mujer siempre prudente que, sin embargo, ayer no pudo esconder la riada de emociones que la zarandeaba por dentro. Pocas veces tienen oportunidad los deportistas de élite de triunfar en casa. Para la malagueña, que hace un año levantaba el mismo trofeo tras una trepidante remontada a la estadounidense Beth Allen, comienza a ser una feliz costumbre.
Al terminar el último hoyo, Azahara Muñoz abrazó en pleno ‘green’ a su amiga Carlota Ciganda, contra quien competía por el título. Los niños que entrenan en Guadalmina formaron un emotivo pasillo para la campeona, que recibió el beso de su madre con los ojos acuosos. Al final del pasillo esperaba Miguel Ángel Jiménez, icono del golf europeo que había acudido hasta Marbella para apoyar a su paisana, siguiendo la jornada entre puros. Orgulloso, le dio la enhorabuena y posaron ante los fotógrafos. Muñoz recibió el trofeo de manos del presidente de la Real Federación Española de Golf, Gonzaga Escauriaza, y admitió ser incapaz «de expresar todo lo que siento». Tampoco hacía falta. Su cara hablaba por ella.
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