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Leo Messi celebra el gol de la victoria.
El dios Messi aprieta la Liga
jornada 33

El dios Messi aprieta la Liga

Colosal actuación del rosarino en el Bernabéu, que en el último suspiro resolvió un duelo tan grande como inexplicable

Ignacio Tylko

Domingo, 23 de abril 2017, 00:46

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Clásico de enormes contrastes y sensaciones contrapuestas el que se celebra este domingo en un abarrotado Santiago Bernabéu. Mientras el alegre Real Madrid puede completar su semana feliz tras eliminar al Bayern y dejar el título de Liga sentenciado con una victoria y muy cerca incluso con un empate, el triste Barça podría consumar su semana trágica. Está obligado a resurgir tras caer ante la Juventus en cuartos de la Champions, conseguir un triunfo de prestigio en un feudo hostil que, sin embargo, se le da muy bien, y demostrar que todavía este equipo culé no ha llegado a su fin de ciclo ni ha dimitido del torneo de la regularidad.

Tales son las diferencias que mientras los culés consideran dramático que Neymar no pueda jugar, aunque el desenlace de este culebrón no se resolverá hasta el final, muchos son los madridistas que no celebran precisamente que Gareth Bale haya entrado en la convocatoria. Prefieren que el galés sea suplente y que salgan a escena Marco Asensio o Isco, aunque tampoco sería descartable la opción James. Salvo el acompañante de Sergio Ramos, ya que tanto Varane como Pepe están lesionados, Zidane podría alinear a su once de gala. Y confía en el factor Cristiano, ya que el luso viene de marcarle cinco goles en dos partidos al poderoso Bayern.

Sufren los blancos el lógico desgaste de la sucesión de partidos de suma importancia y de la prórroga disputada el martes ante el Bayern, pero descansaron un día más que los azulgrana, afectados física y moralmente tras su ejercicio de impotencia ante la 'vecchia signora'. Por mucho que 'Zizou' insistiese en la víspera que el duelo no es determinante pase lo que pase, los números le desmienten. Los blancos tienen en su mano dar un paso de gigante hacia su primer título de Liga en cinco temporadas. Si se imponen, le sacarán a su gran rival seis puntos, sin contar el partido pendiente de Balaídos. Se coronarían incluso perdiendo tres de los seis partidos que les faltarían. Y si firman tablas, como mínimo podrían perder un encuentro e igualar otro. Aunque perdiesen, los merengues seguirían dependiendo de sí mismos.

Reto profundo

El orgulloso Barça afronta asume un reto que va más allá de ganar un partido o incluso una competición. Es algo más profundo: rebelarse por enésima vez contra el anunciado fin de trayecto de un equipo de ensueño, un concepto que siempre que fue pronunciado, y ya van unos cuantos años a la mínima de que algún torneo se torció, fue pisoteado por Messi, Iniesta, Piqué y compañía para conquistar nuevos títulos.

Pero esta vez es el más difícil todavía, sobre todo si Leo Messi sigue con una alarmante sequía frente al Madrid, ya que el rosarino no le ha marcado en los últimos seis precedentes, desde el 3-4 de 2014 con el Tata Martino. En caso de caer y con el cambio de entrenador ya confirmado, volvería a debatirse sobre la veteranía de muchos jugadores con largos contratos y la inadaptación de otros más jóvenes.

La herida europea de los catalanes es más grande, como sucede con las rivalidades eternas y enfermizas, porque el Real Madrid opta a levantar la 'orejona'. Sin embargo, la respuesta de la afición tras la eliminación ante la Juventus ha supuesto un refuerzo en la moral de los jugadores, que se sienten en deuda.

Saben que una victoria presionaría al equipo de Zidane, con la posible factura física y psicológica de lo que suceda en esa semifinal de enorme desgaste ante el Atlético. El Barça, en cambio, aunque no ha sido regular durante toda la campaña y no ofrece garantías de ganar todo lo que queda, ya no competirá más entre semana y puede recuperar fuerzas, con ese premio final de disputar la final de Copa contra el Alavés.

El pasado año, tras el KO europeo ante el Atlético y una alarmante crisis liguera, se levantó para ganar la Liga sin fallar en las jornadas finales. Luis Enrique tiene las bajas seguras de los lesionados Rafinha y Aleix Vidal, mientras que Mathieu no se entrenó en la previa. Y queda pendiente confirmar si los culés están dispuestos a llegar con la alineación de Neymar hasta el final, incluso a la justicia ordinaria.

Luis Enrique se ha detenido durante la semana en cómo suplirle y el sistema a emplear sin él. Alcácer de inicio es una opción, pero también Iniesta más adelantado e incluso un 3-4-3 con Sergi Roberto tapando a Marcelo, como en el 0-4 de la pasada temporada, cuando Luis Suárez marcó dos goles al entonces equipo de Benítez. El uruguayo lleva ahora cuatro partidos seguidos oficiales sin marcar, su peor racha como azulgrana.

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