Borrar
Messi (d), Neymar y Luis Suárez celebran el 1-2 en el Calderón.
El Barça sigue sin el juego, pero ya tiene el orgullo
FÚTBOL

El Barça sigue sin el juego, pero ya tiene el orgullo

La celebración colectiva del 1-2 en el Calderón, primer paso del equipo azulgrana en busca de ser reconocible otra vez para disputar la Liga al Madrid e intentar la remontada ante el PSG

P. RÍOs

Lunes, 27 de febrero 2017, 13:17

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Barça sigue sin ser reconocible por su juego. En ese sentido todavía intenta salir del agujero negro en el que entró en el Parque de los Príncipes. Quizás antes, en la vuelta de la semifinal de la Copa en el Camp Nou. Dos grandes equipos como Atlético (pese a aquel 1-1 que permitirá al Barcelona disputar la final) y PSG (escandaloso 4-0 en la ida de octavos de Liga de Campeones) le pasaron por encima y le dejaron dolorido.

Falta de respuesta física, eso no es tan raro; táctica, comienza a ser normal; y técnica, eso sí es novedad. La pérdida de confianza y la crisis de autoestima era evidente y alarmante, como se comprobó en el triste y apurado 2-1 al Leganés. Y el domingo, en el Vicente Calderón, el equipo azulgrana siguió arrastrando la secuelas psicológicas de esa depresión futbolística, con algunas fases del partido en las que volvió a ser arrollado por el Atlético. Pero esta vez sí hubo una mejora a la que se agarran todos los barcelonistas, incluso los jugadores: volvió la competitividad, de la mano del orgullo, para lograr una victoria muy meritoria (1-2). Quizás no fue justa, pero sí fue un resultado peleado que podría ser el inicio de algo.

Luis Enrique cambió el sistema para intentar arreglar los problemas de los últimos partidos. También para remover al equipo, una forma de exigir concentración y responsabilidad a cada jugador porque había que defender una idea distinta: un 3-4-3 en fase ofensiva, con Sergi Roberto de mediocentro junto a Busquets, Iniesta en la izquierda y Rafinha en la derecha, un dibujo que en defensa pasaba a ser un 4-4-2, con Sergi Roberto volviendo al lateral derecho y Neymar bajando a la media al lado de Iniesta, Busquets y Rafinha. No se puede decir que saliera bien, pese al resultado favorable, porque Ter Stegen evitó que el Atlético se adelantara en el marcador en varias ocasiones, pero al técnico asturiano hay que valorarle que buscara alguna solución a la previsible presión alta de los de Simeone. Con un centro del campo más poblado, los balones divididos ya no fueron siempre del Atlético y se consiguió conectar más con Messi.

El debate en el purista entorno azulgrana, que huye siempre de conceptos mundanos como orgullo, combate y fútbol aguerrido, fue inmediato. Muchos se resisten a creer que el Barça ha reaccionado pese a su victoria ante el Atlético, insatisfechos por el juego visto en el Calderón, como si se pudiera hacer un partido de 10 viniendo de dos encuentros de cero. Pero otros entienden que para recuperar el mejor fútbol antes hay que resucitar anímicamente. Y la celebración colectiva del 1-2 de Messi es el mejor indicio.

Siguen existiendo interrogantes sin respuesta, como saber qué les pasó a Busquets e Iniesta durante las recuperaciones de sus dos lesiones recientes para volver con tan escasa chispa. No fueron ausencias tan largas para perder el ritmo competitivo de esa forma. Al caso Rakitic, un titular indiscutible al que unos días adelanta André Gomes y otros Rafinha, se une el de Jordi Alba, suplente en el Calderón en beneficio de Mathieu con el agravante de que no entró ni cuando se lesionó el francés. Luis Enrique prefirió a Digne, una apuesta muy arriesgada.

Pese a las críticas, tras el 1-2 hubo subidón azulgrana en la media-tarde del domingo. La Liga pasaba a estar al alcance de la mano, la final de Copa siempre estará ahí como reflejo del trabajo bien hecho durante una parte de la temporada y los más atrevidos ya veían las bases para remontar al PSG el 8 de marzo en el Camp Nou. El final de la jornada fue más realista. El Real Madrid remontó un 2-0 al Villarreal con su espíritu de siempre y un error arbitral a su favor, un jarro de agua fría que se sumó a otro de agua helada: el PSG se impuso 1-5 al Marsella en un partido de máxima rivalidad en la Ligue 1 con otra exhibición de fútbol colectivo y una intensidad descomunal que ahora mismo el Barça no tiene. Toca seguir mejorando. Y mucho.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios