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El peor Barça se agarra a Iniesta para recuperar su esencia
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El peor Barça se agarra a Iniesta para recuperar su esencia

Tras la feroz autocrítica por la imagen dada en Anoeta, donde el punto fue lo único positivo, la reaparición del capitán es la esperanza para reaccionar en el clásico y no perder ya la Liga

P. RÍOS

Lunes, 28 de noviembre 2016, 18:04

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Algo grave sucede en el Barça cuando la autocrítica de los protagonistas, entendida en sentido colectivo, es más feroz que cualquier análisis supuestamente despiadado. Y eso que el entorno azulgrana está repleto de ismos que aprovechan cualquier atisbo de debilidad para lucir los puñales en defensa de estilos, filosofías o personas. Esta vez, los palos más hirientes del exterior se quedaron cortos, porque en el interior del vestuario azulgrana fueron conscientes de que se ha traspasado una línea peligrosa.

El Barça ha perdido pocos partidos en los últimos años, algunos de ellos por falta de ideas ante equipos muy defensivos, otros con claridad en el marcador aunque en encuentros muy abiertos en los que pudo pasar de todo, pero en ninguno de ellos se olvidó de su identidad futbolística, como ocurrió el domingo en Anoeta. Fue un equipo irreconocible, vulgar, que, de forma surrealista, cosechó su mejor resultado en el estadio de la Real Sociedad desde la temporada 2011-2012 (2-2). Cuatro derrotas después, nadie se agarró al 1-1 para intentar ocultar una pésima actuación a seis días del clásico del sábado 3 de diciembre en el Camp Nou.

Luis Enrique reconoció: «Hemos hecho un partido desastroso sin balón. No merecíamos ni empatar. No merecíamos nada. El partido se decide en cada duelo y no hemos ganado ninguno. No hemos dado ni cinco pases seguidos. Ni de lejos hemos estado al nivel necesario para poner en apuros a la Real, que ha hecho un partido maravilloso. Al final pudimos ganar, pero habría sido muy injusto». Pocas veces ha sido tan sincero el técnico asturiano y cuentan que en el descanso de Anoeta, tras una primera parte en la que el Barça perdió la posesión en un baile de la Real Sociedad, abroncó a los jugadores exigiendo una reacción como mínimo en actitud si con el fútbol no se llegaba.

A seis puntos del Madrid, una derrota en el Camp Nou supondría un golpe a la Liga del equipo blanco, que se marcharía con nueve de ventaja. En cambio, un triunfo del Barça convertiría en oro el gol de Messi en Anoeta porque, a tres puntos de la cabeza, volvería a depender de sí mismo. «Lo que menos me preocupa ahora son los puntos que nos saca el Madrid, porque jugando así será muy difícil ganar la Liga», proclamó Gerard Piqué, erigiéndose una vez más en capitán sin brazalete.

Precisamente, el regreso del capitán con brazalete, Andrés Iniesta, es la esperanza del Barça para recuperar su esencia. Todo indica que reaparecerá ante el Madrid seis semanas después de su lesión parcial del ligamento lateral externo y de la cápsula posterior de la rodilla derecha. También Umtiti podría volver y sentar a Mascherano, en horas bajas. Busquets y Rakitic son sombras con poco recambio y el tridente, sin balones ni juego de posición, no intimida a nadie. Tras alternar lo sublime con lo terrenal (la primera parte de Manchester y la segunda de Sevilla, entre lo magnífico, y la segunda del Etihad y la primera del Pizjuán, entre lo vulgar), el Barça se ha instalado en su versión más pobre y sólo le queda un camino: reaccionar para no perder la Liga ya.

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