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Vilanova sigue siendo un ejemplo dos años después de su muerte
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Vilanova sigue siendo un ejemplo dos años después de su muerte

Su Barça ganó las últimas jornadas de la Liga 2012-13 tras un KO europeo para conquistar el título y alcanzar los simbólicos 100 puntos.

P. Ríos

Lunes, 25 de abril 2016, 20:31

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Tito Vilanova vivió con pasión el fútbol y llevó al Barça en su corazón y en su cerebro hasta el día de su muerte. Este lunes se cumplieron dos años de aquella triste noticia que golpeó a los seguidores del equipo azulgrana y a los jugadores que más lazos tenían con él, como Messi y Piqué, quienes ya estuvieron a sus órdenes en sus inicios como entrenador en el cadete. Batalló contra el cáncer con los valores que le inculcaron sus padres en un pequeño pueblo del interior de Girona, Bellcaire de lEmpordà, los mismos valores que luego desarrolló desde niño en el club azulgrana como uno de los primeros residentes en La Masia, pero la enfermedad fue cruel y acabó con su vida a los 45 años.

Centrocampista técnico y fino, no pudo triunfar como jugador en el primer equipo del Barça, pero cumplió su sueño de ser protagonista de los éxitos del club como segundo entrenador de Pep Guardiola entre 2008 y 2012 antes de sustituir al técnico de Santpedor en la 2012-13, batiendo el récord de puntuación del Barcelona en una Liga e igualando el registro del Real Madrid de José Mourinho en la 2011-12: 100 puntos.

Tito Vilanova convive a diario con Messi, Piqué, Iniesta, Busquets y Alves, por citar a los jugadores con los que trabajó desde 2008 a 2013 y a los que les enviaba mensajes de ánimo hasta poco antes de su trágico final. Un enorme rótulo con su nombre preside los entrenamientos en el anteriormente llamado Campo 1 de la Ciutat Esportiva Joan Gamper de Sant Joan Despí, rebautizado posteriormente como Camp Tito Vilanova. Y cada vez que las cámaras captan el típico rondo bajo las letras de su nombre es imposible no recordarle con cariño e incluso preguntarse cómo le hubiera ido al Barça con su presencia.

Lógicamente, eso es imposible saberlo y entra dentro del terreno de la ciencia ficción, pero sí se puede concluir que el club, precipitado por el anuncio de su renuncia al cargo en plena pretemporada de la 2013-14 debido a la reproducción de un tumor que creía vencido, no acertó con el sustituto, Gerardo Tata Martino, el actual seleccionador argentino, que no tuvo tiempo para comprender las peculiaridades de un club complicado por su grandeza. Curiosamente, la improvisación para reemplazar a Pep Guardiola cuando anunció su adiós poco antes del final de la temporada 2011-12 sí fue un golpe de efecto que funcionó deportivamente, el ascenso del propio Tito Vilanova, aunque la situación acabó con una amistad de muchos años.

El Barcelona corrigió el error en la 2014-15 con la llegada de Luis Enrique, el técnico al que ya se le propuso el cargo cuando Tito Vilanova renunció, pero que entonces tenía contrato con el Celta. Y dos años después, el entrenador asturiano, tras una primera temporada perfecta, con triplete, se encuentra en un momento parecido al que vivió Tito en el banquillo. Su Barça sufrió una eliminación dolorosa en la semifinal de la Liga de Campeones 2012-13 ante el Bayern por un 7-0 de global (4-0 y 0-3), pero supo rearmarse para acabar ganando todos los partidos de Liga que le quedaban para conquistar el título y alcanzar los simbólicos 100 puntos, que no sólo igualaban el registro de Mourinho, el hombre que le metió un dedo en el ojo en los momentos más agrios de los clásicos y que se llevó a cambio un bofetada, sino que superaban los 99 de Guardiola.

El mal precedente de Martino

También el Tata Martino, tras caer en cuartos de final contra el Atlético, se encontró con la misma tesitura, pero su Barça no tuvo espíritu para darlo todo en la Liga, posiblemente afectado por la muerte de Tito Vilanova en ese momento de hace dos años en el que anímicamente había que ser muy fuerte. Ahora le toca al Barça de Luis Enrique imitar al Barça de Tito para competir a tope en las tres jornadas que quedan con el objetivo de ganar la Liga tras otro palo europeo ante el Atlético.

Los que piensan que el Tata Martino y Luis Enrique han traicionado la filosofía que Tito Vilanova heredó de Pep Guardiola, la iniciada por Johan Cruyff, la basada en el toque eterno, el juego de posición o el dominio, posiblemente se equivoquen porque el entrenador de Bellcaire era un estudioso del fútbol y también sabía, como dijo Piqué meses después de su renuncia, que el Barça comenzaba a ser esclavo del tiki-taka. Él también apostaba por algún retoque y en sus planes deportivos quería un 9 puro como alternativa al falso 9 de Messi. Como sucede ahora con Luis Suárez.

La lástima es que, tras su prometedor primer año como primer entrenador, no tuviera tiempo de confeccionar un Barça a su gusto y mostrar todos los conocimientos futbolísticos que llevaba dentro, los que exhibía con discreción y modestia cuando se le preguntaba y los que transmitía con energía a sus jugadores. Dejó huella y siempre se le añorará en un club en el que, aunque hubiese dejado el banquillo, seguiría siendo importante como director deportivo o cualquier otro cargo. Sabía mucho de fútbol. Y sabía mucho del Barça. Los barcelonistas siempre le valorarán de forma positiva.

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