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Messi supera a Kompany.
El Barça llega al clásico esprintando
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El Barça llega al clásico esprintando

Este viernes conocerá su rival en cuartos de final de la Liga de Campeones tras apear al City disfrutando con el vértigo y decidido a seguir asumiendo riesgos el domingo ante el Madrid

P. Ríos

Jueves, 19 de marzo 2015, 17:54

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Cuando el italiano Gianluca Rocchi, el árbitro que no se atrevió a expulsar a Nasri en la primera parte por una patada sin balón delante de sus narices, pitó el final del partido, dos jugadores del Barça se dejaron caer en el césped, casi desfallecidos por el agotamiento. Neymar y Luis Suárez permitieron sólo en ese momento que las piernas dejaran de obedecer al cerebro y decidieran reposar por fin en el suelo. También querían descansar las de Messi, pero el argentino tenía pendiente una charla con Joe Hart, el portero inglés que impidió con sus extraordinarias intervenciones que el Manchester City se hubiera entregado mucho antes. Delantero y guardameta se felicitaron por sus respectivas exhibiciones, mientras que el uruguayo y el brasileño se alegraban por fin de no seguir esprintando con carreras de 30 y 40 metros hacia un Hart que les amargó la noche en el uno contra uno.

Así es el Barça de Luis Enrique, que definitivamente ha encontrado una seña de identidad que le diferencia de los últimos proyectos de Pep Guardiola, Tito Vilanova o Tata Martino. Ni mejor ni peor, pero sí distinto e igualmente atractivo. Incluso más divertido para los aficionados. El equipo del técnico asturiano ama el vértigo, disfruta con el riesgo, prefiere sentenciar por la vía rápida a desgastar al rival con el con control. El problema llega cuando un portero como Hart hace el partido de su vida, propiciando partidos de ida y vuelta, rotos. Pero pocas veces perdonarán tantas ocasiones Messi, Luis Suárez y Neymar.

Lo explicó muy bien Luis Enrique, a veces acusado de no prodigarse con argumentos futbolísticos en sus ruedas de prensa. Esta vez, se le entendió todo: «Desde el banquillo pedíamos un poco más de pausa, algo más de control, pero si el rival se la juega defendiendo uno contra uno y ya has superado su línea de presión, hay que ir a buscar otro gol, y más con los jugadores que tenemos arriba. ¡No vamos a volver a nuestro campo desde una zona de remate para volver a empezar!». Lo dijo con el corazón. No era una crítica a esos últimos tiempos en los que la excelencia de la era de Pep Guardiola fue derivando hacia un forma viciada de entender el juego de toque. Y seguro que tampoco se lo tomó así el técnico catalán, que vibró en su asiento de socio en el Camp Nou como un aficionado más en compañía de su padre y de Manel Estiarte.

Un gran Messi

Al final bastó el gol de Rakitic para ganar 1-0, gracias también al penalti parado por Ter Stegen al Kun Agüero, y el Barça estará este viernes en el sorteo de cuartos de final de la Liga de Campeones por octava temporada consecutiva junto a Madrid, Atlético, Bayern, PSG, Juventus, Mónaco y Porto. Alves se perderán la ida por sanción. Un doble Clásico europeo es posible porque el sorteo es puro, pero de momento hay otro seguro que se juega el domingo en el Camp Nou y al que el Barça llega esprintando, como el miércoles ante el City, liderado por el Messi más completo y maduro de su carrera. Ya no es sólo un finalizador, aunque sea capaz de seguir batiendo récords goleadores de todos los colores. Ahora es un jugador total, capaz de decidir un partido con una asistencia mágica a Rakitic, pero también es el que decide cuándo hay que correr como posesos o cuándo hay que respirar tocando el balón. Dribla, hace túneles imposibles, paredes, triangulaciones, se asocia, manda Su eliminatoria ante el City ha sido excepcional, 180 minutos de fútbol maravilloso y de implicación incluso en tareas defensivas, y sin embargo la finaliza sin gol. Quizás sea el nuevo Messi, alguien que, como dice Mascherano, «se reinventa cada día».

El Madrid ya sabe qué Barça se va a encontrar en el Clásico, un equipo vertiginoso que corre hacia el gol y se repliega rápido, unos jugadores que posiblemente tengan algo más de cemento en las piernas tras el esfuerzo realizado ante el City, pero los fisioterapeutas ya están trabajando para recuperar los músculos de los jugadores azulgranas. Por si acaso, Luis Suárez y Neymar comenzaron a darles una tregua con el pitido final de Rocchi. Se acabó lo de «correr es de cobardes», slogan de Carles Rexach desde los tiempos de Johan Cruyff, o los de «corre el balón, no los jugadores», de tiempos más recientes. Todo eso estaba muy bien hasta que los rivales aprendieron a encerrarse y a obligar al Barça a abusar de la horizontalidad. Este Barça es directo. Y los aficionados, ávidos de emociones fuertes, están aprendiendo a valorarlo.

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