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Larrivey celebra su gol. AFP
El Barça, sumido en la depresión
FÚTBOl | PRIMERA DIVISIÓN

El Barça, sumido en la depresión

Los azulgrana caen ante el Celta en casa y ceden el liderato al Madrid

CRISTIAN REINO

Sábado, 1 de noviembre 2014, 01:16

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¡Houston, tenemos un problema!, deben de pensar en la planta noble del Camp Nou. Tras la derrota en el Bernabéu, el sábado pasado, el Barcelona se miró en el espejo y no sólo no se gustó, sino que tampoco se reconoció. El 3-1 en Chamartín disparó todas las alarmas, empezaron las dudas, regresó una madriditis olvidada en los últimos tiempos y después de caer este sábado ante el Celta, en casa, y no se puede decir que de manera injusta, los recelos de hace una semana se han convertido en preocupación y desconfianza en el entorno culé.

El equipo vigués no había ganado nunca en el coliseo azulgrana desde hace 73 años y gracias a un gol de Larrivey en la segunda parte, los gallegos se llevaron una merecida victoria de tierras catalanas, que abren una herida muy grande en el barcelonismo, ya que el Barça no sólo pierde el liderato, sino que transmite inseguridad y falta de patrón futbolístico.

Habrá quien preferirá mirar el vaso medio lleno y dirá que el Barça, ante el Celta, generó una decena de ocasiones, estrelló cuatro pelotas al palo y pudo haber remontado el partido. Pero mal haría Luis Enrique si solo se queda con lo positivo. Porque aspectos negativos hubo muchos: falta de control del juego, desequilibrio en las líneas, impaciencia, desajustes, mala forma de algunos jugadores y fe en un estilo.

No obstante, el Barça empezó bien, tenía ganas de disipar dudas y que se acallaran enseguida los desmoralizantes (para los jugadores) murmullos que se forman en el Camp Nou cuando el público no las tiene todas consigo. Messi, Neymar y Suárez por primera vez juntos en casa- parecían enchufados, intercambiaban posiciones con velocidad y llegaban con peligro. Fue un espejismo. Porque poco a poco, el cuadro vigués fue asentándose en el terreno de juego, y a medida que avanzaba la primera parte empezaba a mirar cada vez más arriba. Larrivey fijaba a los centrales y Nolito hacia diabluras. El Celta, que apunta alto, no sólo cerraba con orden y ocupaba los espacios con mucho equilibrio, sino que salía con peligro. La dupla atacante y Orellana tenían huecos y se les veía disfrutando en la pelea. Enfrente, el Barça parecía un equipo poco homogéneo. No dominaba la pelota como acostumbraba y los ataques eran más fogonazos de sus puntas, despistes de la defensa celeste, que jugadas trenzadas. Al equipo de Luis Enrique le faltaba alguien que enlazara entre el centro del campo y la delantera. Sin Iniesta ni Xavi, se echaba de menos un futbolista que buscara el pase de conexión entre líneas. Rafinha no pudo hacer ese papel, su perfil es distinto, y a Rakitic le pasa más o menos lo mismo. Sin el control del juego, sin equilibrio, este Barça juega a que el tridente millonario de la delantera resuelva (como el Madrid) y los demás se encargan del resto. El Barça 2014-15 carece de un patrón de juego colectivo, una idea de ataque en la que participe casi todo el equipo.

Tras el descanso, Messi retrasó su posición a la media punta para hacer de surtidos de balones a las subidas de Alba y Alves. Dio la sensación de que el movimiento de la reina podía ser efectivo. Pero el Celta seguía a lo suyo: ocupando los espacios como nadie. El 0-1 llegó después de un saque de puerta, que Orellana peinó, Nolito bajó y lanzó una asistencia genial y de tacón a Larrivey, que marco por bajo en el 56. El Celta pegaba un puñetazo en la mesa y el pánico se adueñó de los azulgranas. El fantasma de las dos derrotas consecutivas era posible. Aunque quedaba más de media hora por delante. Luis Enrique se la jugó, cerró con tres, dio entrada a Xavi, buscó un patrón clásico y atacó con cuatro. Consiguió encerrar a los vigueses en su área, aunque entre Sergio, que tuvo una gran noche, los palos y la defensa gallega, que tampoco se le vio muy agobiada, trasladaron la crisis al Camp Nou. ¡Qué lejos quedan ya los buenos tiempos!, se lamentan los aficionados blaugranas. Si algo no tiene el fútbol es memoria.

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