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Los jugadores del Madrid aplauden a la afición.
Vivos, muertos y resucitados
LIGA DE CAMPEONES

Vivos, muertos y resucitados

El despreciado Chicharito y la ingenuidad de Arda salvan la cabeza de Ancelotti, ensalzado ahora en su versión más ‘mourinhista’

Ignacio Tylko

Jueves, 23 de abril 2015, 14:42

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Los que nos quieren matar nos dan más fuerza, sentenció Carlo Ancelotti, de broma y sin querer ejercer de filósofo, según dijo, tras superar de forma agónica al Atlético tras un derbi táctico, pero de juego esperpéntico. Si un aficionado al rugby o al béisbol quiso hacerse futbolero anoche, pinchó en hueso. Si se trataba de fomentar el mercado asiático, mal negocio. Oscuro espectáculo entre el Real Madrid más italiano y mourinhista de Carletto y un Atlético de catenaccio a la argentina, es decir, cholista y bilardista.

El Real Madrid está en semifinales porque hubo justicia divina, poética y deportiva. Llegó más, buscó con más ahínco el gol, convirtió a Oblak en la figura rival y fue superior en ambos partidos, sobre todo en el primer acto del Calderón. Simeone, errático en los planteamientos, cabe acusarle de que su equipo no probara a Casillas en 180 minutos. Quizá esta eliminatoria marque su punto de inflexión como técnico atlético. Ya le habían abucheado sus propios hinchas por su tendencia a sustituir a Griezmann, el mejor rojiblanco de este curso pero un jugador por quien el Cholo no muere.

No hay peor crítica ni periodismo que el ventajista y resultadista, cada vez más en uso. Vive el Madrid y muere el Atlético pero no conviene perder la perspectiva. Ancelotti es el mejor entrenador posible para el Real Madrid por su enorme capacidad para gestionar grupos de estrellas y lidiar con dirigentes tan influyentes como Silvio Berlusconi o Florentino Pérez. Lo ha demostrado en varios de los mejores clubes del mundo y en las grandes ligas. Pero si sigue al frente del Real Madrid es porque Ramos le salvó a él, y quién sabe si también al presidente, en el minuto 93 de la final de Lisboa, donde el Atlético estuvo a punto de coronarse tieso, repleto de cojos y sin tirar a puerta. Y porque, milagrosamente, hace un mes el Schalke no culminó una de las mayores humillaciones en la historia blanca. No ganarle siete partidos seguidos al eterno rival y caer en Supercopa, Copa y los dos partidos de Liga, supone un fracaso sin paliativos.

Problemas de fondo

Chicharito Hernández, despreciado durante todo el curso, evitó anoche otro incendio en Chamartín y salvó la cabeza de su enterrador. Asegura Sergio Ramos que Ancelotti tuvo cojones al alistarle como mediocentro, pero esa discutible decisión, a la postre acertada, entraña un problema de fondo: nefasta confección de la plantilla. Le salió cara pero Ramos perdió numerosos balones y estuvo más despistado que un pulpo en un garaje. Bien sabe Carletto que si los blancos caen, hoy lo entierran los mismos que le elevan a los altares. ¿Se imaginan lo que se hubiera dicho de Luis Enrique si en la cita clave sitúa a Piqué de centrocampista por la derecha?

Si el técnico italiano no cuenta con Illarramendi y con el brasileño Lucas Silva, cuyos costes suman 54 millones, ¿por qué no se opuso a sus fichajes? El cuerpo le pedía alinear a Khedira ante el Atlético, pero hacerlo suponía lanzar un órdago al presidente. Alinear a Coentrao, que desde hace meses ya ni se entrena como un profesional, demuestra que tipos como Arbeloa o Nacho no sirven para este club. Sin los lesionados, nada hubiera cambiado y a Ancelotti se le acusaría de inmovilista. Gracias a las dolencias de tipos como Bale y Benzema, eligió un once más fresco y físico que igualó en músculo a los colchoneros y les ganó la batalla aérea.

Un Atlético lamentable, empero, tenía el duelo donde quería antes de la expulsión de Arda. Torpeza del turco en las dos acciones de tarjeta. El alemán Félix Brych estuvo a punto de hacerse el sueco. Dudó unos segundos y al final le expulsó con acierto pero presionado por el teatro de Ramos, las protestas de los merengues y la bronca del respetable. El otro fútbol del que habló Kroos en la previa, pero en referencia al rival.

El turco, cuya magia echa tanto de menos este curso el Atlético como a Filipe Luis percutiendo por el perfil izquierdo y a Diego Costa peleándose hasta con su madre y dando salida a cada contragolpe, se ganó la antipatía del arbitraje mundial por lanzarle una bota a un asistente en una acción reprobable e injustificable. Aquellos barros traen estos lodos.

Una sombra rojiblanca

A Simeone le faltaron osadía, cintura táctica y mejor manejo de los cambios Al retirar al inexperto Saúl en el descanso y poner a Gabi, reconoció su fallo inicial. A Ñíguez le aguarda un gran futuro, pero el curso pasado aún estaba en el Rayo Vallecano. Se precipitó al dar entrada a Raúl García por Griezmann y luego le mataron la expulsión de Arda y la lesión de Tiago. Justo cuando tenía previsto introducir a Fernando Torres por un extenuado Mandzukic, tuvo que recurrir al uruguayo Giménez como tercer central.

Quiso llevar el duelo hasta la prórroga y los penaltis, fue timorato y murió atrincherado en su área, no como un valiente. Pero sería cruel obviar que le faltan figuras claves del curso pasado, que Tiago ya no aguanta dos partidos seguidos y que el capitán Gabi, el entrenador sobre el césped, no es ni su sombra. Seguro que le merma su preocupación por tratar salvaguardar su prestigio, honorabilidad y buen nombre deportivo en los tribunales, a vueltas con la supuesta compra del Levante-Zaragoza.

Al Cholo le avalan cinco títulos en tres años y la transformación absoluta de un club que venía de caer en Copa con un Segunda B como el Albacete, flirteaba con el descanso y en casi tres lustros no le ganó al vecino poderoso. De la grave depresión con Goyo Manzano a la aristocracia europea. Pero el fútbol no tiene memoria.

Un signo de grandeza es abandonar el tradicional victimismo y no llorar por los arbitrajes, ni buscar la excusa fácil. Pero, ¿de que se hablaría ahora si Milorad Mazic, el juez serbio de la ida, expulsa a Carvajal y pita penalti por propinar un puñetazo sin balón a Mandzukic? ¿Y si considera también pena máxima el golpe en la cara de Ramos al croata que le abrió una brecha? ¿Y el prolongado agarrón de Varane al ariete balcánico? Historias de muertos, vivos, enterrados y flores en los banquillos.

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