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Luis Enrique atrapa un balón en un partido.
El Barça prepara la Copa más incómoda con sólo tres entrenamientos
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El Barça prepara la Copa más incómoda con sólo tres entrenamientos

Los paralelismos entre el adiós de Pep Guardiola y Luis Enrique crecen, aunque con matices menos positivos en esta ocasión y un factor invariable e ilusionante: Messi

p. ríos

Miércoles, 24 de mayo 2017, 20:13

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Si el pasado domingo, recién acabada la Liga sin carambola feliz, ya era evidente que al Barça le iba a costar transmitir que la Copa del Rey era importante, tres días después todavía quedó más claro que esta vez, a diferencia de lo sucedido en la temporada 2011-12 en un final de curso muy parecido, es una anécdota en una actualidad azulgrana de lo más caliente. Noticias diarias sobre Ernesto Valverde como nuevo entrenador para la próxima campaña, la detención del expresidente azulgrana Sandro Rosell por sus negocios en el mundo del deporte ajenos a su mandato en el club, persecución mediática a Piqué por si responde a unos insultos de algunos jugadores del Real Madrid en la fiesta del título de Liga que el propio defensa relativiza, futbolistas vaciando sus taquillas, como Arda Turan, para desaparecer con el pitido final, quizás rumbo a China.

Desde que Luis Enrique anunció el 1 de marzo que no renovaría, la temporada 2016-17 cobró un parecido sorprendente con la 2011-12, la última de Pep Guardiola. Y el paso del tiempo lo ha confirmado: sin Liga (en esta ocasión peleada hasta el final) ni Liga de Campeones (con un KO más prematuro que entonces), pero con Messi conquistando el Pichichi y la Bota de Oro y la Copa del Rey como aliciente final en el Vicente Calderón. Cambia el rival: en 2012 fue el Athletic, con victoria azulgrana (3-0), y el sábado será el Alavés.

Pero sí hay una diferencia muy notable. Hace cinco años, el club azulgrana anunció el sustituto de Pep Guardiola en el mismo acto en el que el hoy técnico del Manchester City se despedía. Y como el elegido fue el tristemente fallecido Tito Vilanova, que era el segundo del técnico de Santpedor, en pocos días los jugadores tuvieron certezas sobre su futuro, tanto si se quedaban (titularidad) como si se iban, y no percibieron señales de cambio traumático. Ahora, sin embargo, todo son incógnitas sobre la próxima configuración de la plantilla, los gustos personales de Valverde, e incluso la inestabilidad del club con casos como el de Sandro Rosell, una figura de influencia para Josep Maria Bartomeu.

En 2012, el Barça se centró en aquella final de Copa por varios motivos: despedir bien a Guardiola, establecer un puente favorable de entrada a Tito y volver a ganar un título que con el de Santpedor sólo se había conquistado en 2009, con una final perdida de forma dolorosa (y con un arbitraje muy recordado) en 2011 en la prórroga ante el Madrid. Cinco años después, el hambre de levantar Copas puede estar saciado tras las dos últimas ganadas en 2015 y 2016. Tampoco está claro que exista la necesidad moral en los jugadores de poner una alfombra en el adiós de Luis Enrique. El desgaste en la relación ha sido mayor que con Guardiola, aunque también lo hubo entonces.

Lo único invariable es el espíritu competitivo de Leo Messi, un coleccionista de títulos individuales y colectivos. De su estado anímico y físico, de cómo afronte el partido y de lo cómodo que se sienta, dependerá la respuesta ante el Alavés de un Barça que este miércoles volvió a los entrenamientos con un alta sorprendente, la de Aleix Vidal, lesionado en febrero en el tobillo por una dura entrada de Theo Hernández, a quien intentará volver a enfrentarse en el Calderón, pues de repente, con la sanción de Sergi Roberto y su recuperación milagrosa, tiene pequeñas opciones de disputar la final como lateral derecho. Luis Enrique preparará la final con sólo tres entrenamientos: miércoles, jueves y viernes.

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