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Morata pelea por un balón con Velkovski, durante el partido disputado ayer en el estadio de Los Cármenes en Granada, de clasificación para el Mundial de Rusia 2018. :: J. G. / AFP
España supera la melancolía en Granada

España supera la melancolía en Granada

La selección, en su noche más espesa con Lopetegui, aprovecha su fortaleza por las bandas para superar a una Macedonia que abrió el camino con un gol en propia puerta

RODRIGO ERRASTI

Domingo, 13 de noviembre 2016, 02:00

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La España de Julen Lopetegui no falló en Los Cármenes, se impuso con autoridad pero menos brillo a Macedonia y por el momento mantiene sus buenos registros -cuatro victorias y un empate-, aunque no fue un duelo para el recuerdo, sino de sensación agridulce. La casualidad quiso que la selección visitase Granada el mismo día que uno de sus mejores embajadores se había marchado contagiando a todos la tristeza con los que nos enamoró. Leonard Cohen se inspiraba mirando la Alhambra desde el mirador de San Nicolás. 'La Roja', con futbolistas que mostraron su pesar por el fallecimiento del maestro, le pasa algo parecido que al canadiense: siempre se va de Granada con una sonrisa en la cara.

La selección tiene un romance con la ciudad y cuenta todas sus visitas por victoria. Macedonia, pese al temor previo, hacía pensar que el grupo de Lopetegui iba a disfrutar en el césped, al igual que hizo Cohen hace 30 años cuando grabó su inolvidable 'Take this waltz', tributo a Federico García Lorca. El poeta insistía en desechar tristezas y melancolías, porque la vida es corta y se debe aprovechar. Apostó por ímpetu joven España, que salió de inicio con siete futbolistas de la generación de Israel, esa sub-21 que entrenaba Lopetegui, y sólo uno de los que estuvo en la anterior visita a Los Cármenes, Busquets, estaba en el plan inicial. El relevo generacional es evidente, algo similar a lo que pasa en Macedonia, que también ha optado por ascender a su generación más prometedora que ha logrado meterse en el Europeo de la categoría de manera directa, sin pasar por el juicio de la repesca, como sucede con el bloque de Albert Celades. Además, en el calentamiento se lastimó su meta titular Igor Aleksovski, por lo que a Stole Dimitrievski se le presentó una opción perfecta de lucirse en el país que habitualmente juega. El meta del Nàstic, cedido por el Elche aunque propiedad del Granada, temió estar gafado cuando se llevó un golpe de Mosjov que hizo temer tuviera que ser sustituido. Pudo seguir, evitando que los tres porteros lucieran en la misma noche granadina.

Morata, sin acierto

Pese a todo, no fue el primer guardameta en tocar la bola, sino David de Gea. En los cuatro primeros partidos de Lopetegui apenas ha tenido trabajo, pero demostró, especialmente con un paradón en la recta final del duelo, que no necesita gritar o gesticular para mantener la concentración todo el partido. Fue en un córner concedido de modo absurdo por los locales y que después de unos rebotes casi acaba en gol. Velkovski remató de cabeza a bocajarro en el segundo palo para sorpresa general pero se topó con el arquero del Manchester United. España quería ser profunda, llegando por bandas, pero estaba espesa. Su juego era denso, menos cuando Thiago entraba en contacto con la pelota. Conseguía el chispazo pero no creaba el camino necesario, mientras que su rival, con otro córner, volvió a rozar el 0-1. Pandev ajustó demasiado su cabezazo.

Morata se entregó en cada acción pero estuvo igual de bullicioso que desacertado de cara a gol. La primera llegó después de que Nacho lo intentase desde lejos, pegase en la mano de un central y le quedase franca en el área. No supo batir a Dimitrievski, que repelió con la pierna a la desesperada. A Silva el rechace se lo despejó Mosjov, cuando ya no había nadie más para evitar el tanto. El canario, menos dinámico que otras tardes, le regaló otra minutos después al madridista, pero volvió a lanzar al muñeco.

Quizá a los presentes les entró la melancolía añorando a Villa, Torres, Xavi, Xabi Alonso o los lesionados (Ramos, Piqué e Iniesta) presentes en la anterior cita nacional en Granada, porque el ambiente era frío. Por instantes se hacía el silencio, al punto que se podía escuchar dar instrucciones a Lopetegui. «Aprieta», insistía el técnico vasco a Koke antes del descanso cuando se produjeron tres combinaciones defectuosas por parte del bloque local. Tras el tiempo del bocadillo, en el que Isco y Aspas calentaron, Morata volvió a marrar una opción ante el portero tras pase de Vitolo poco antes de que Bartra amagase con regalar el empate. Lopetegui paseaba por el banquillo, más después de ver cómo las opciones generadas desde los costados no terminaban de convertirse en remates hacia Dimitrievski.

Vitolo, desatascador

Silva -el capitán que terminó la primera parte con el brazalete enganchado al pantalón- marró la más clara, al no acertar a embocar uno de los pase de la muerte de Vitolo, que percutía una y otra vez por su banda. Pensó el técnico que Aduriz, su mejor hombre de área, quizá sí podría aprovechar esos balones laterales a la red. El 2-0 sucedió casi de inmediato, cuando porfió una asistencia de la banda de Silva que tocó en un zaguero para quedar en la cabeza de Vitolo, que la certificó con algo de suspense.

El canario exprime su momento, aprovechando con asistencias y tantos las ocasiones que le concede el nuevo seleccionador. Desde la banda también llegó el tercero, en un centro pasado de Carvajal que finalizó de volea Monreal y el 4-0 final, cuando Silva la mandó al área para que Aduriz confirmase que su instinto goleador se mantiene, diga lo que diga su DNI. Lopetegui alegró a la grada, cuando el duelo ya estaba encarrilado, al tirar de Isco, supliendo a un Koke no tan brillante como otras noches, y sobre todo de su paisano Callejón.

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