Borrar
Gabi abraza tras el 1-1 a Griezmann, que lo celebra con Koke y Torres ante un Neuer, en primer plano, abatido. :: REUTERS
El Atlético bloquea  su plaza para la gloria

El Atlético bloquea su plaza para la gloria

El plan del Simeone, basado en la defensa y la fe, conduce al club a su tercera final de Champions pese a que Torres falló en la recta final otro penalti

RODRIGO ERRASTI

Miércoles, 4 de mayo 2016, 00:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Atlético está a un solo paso, dentro de 25 días, de terminar de una vez por todas con el estigma de perdedor, de pupas al que el destino quiere castigar. En los 180 minutos de eliminatoria ante el Bayern demostró que se ha acostumbrado a los asedios y aunque parezca que juega en el alambre vive feliz así. El Bayern le avasalló, le sometió a una presión asfixiante y por momentos parecía imposible que el equipo madrileño alcanzase la final de Milán. Pero por algo el fútbol es un maravilloso juego que emociona a millones de personas en todo el mundo. Cuando estaba más embotellado, cuando el repaso parecía que tendría efecto, el Atlético golpeó. Después supo resistir para vengar a sus mayores, de aquella final maldita de 1974. Dos estilos distintos para completar una ronda memorable para los aficionados neutrales que no vivieron la recta final al borde de la taquicardia. Los más antiguos creemos que se ha perdido la magia de la Copa de Europa, pero quizá después de tragarse muchos partidos de relleno estos duelos tan vertiginosos, que entran en la memoria colectiva, saben más a gloria.

El 19 de mayo de 2012 el Bayern vivió su día más cruel en el Allianz, fue inmensamente superior al Chelsea en una final de la Champions, pero cayó a los penaltis después de que su estrella, Robben, desperdiciase una pena máxima que hubiese evitado llegar a la muerte súbita. Fue un ejercicio de impotencia, ya que no pudo alzar la 'orejona' para confirmar su superioridad en un duelo en que remató 37 veces (por las 35 de esta vez), en el que sacó 20 córners (12) y tuvo el balón casi en propiedad (67%). A Guardiola, que se va de Múnich sin Champions, se le puso cara de Heynckes viendo que su espectacular primera parte apenas le había servido para igualar la eliminatoria. Y cuando en la recta final un gol separaba la gloria del llanto, asumió que los tres grandes españoles le han impedido triunfar en Baviera.

El Bayern salió más como un equipo alemán que como un equipo de Pep, directo y agresivo, jugando siempre en el campo del Atlético. Vertiginoso con balón, agresivo sin él, completó una primera mitad de enmarcar, rozando la perfección y enseñando todo su escaparate en la distribución: corto, largo, por fuera, por dentro... Sólo le faltó puntería para que fuese un vídeo de muestrario. Viendo la dificultad para encontrar espacios por dentró, probó con disparos lejanos. Müller, el que más desorden provocó con esa virtud suya de aparecer como mediapunta, extremo y delantero, no pudo embocar la única que no agarró el meta tras regalar otra sin suerte a Lewandoswki.

El Bayern impuso un fútbol de tan alto nivel técnico, táctico, de ritmo e intensidad, del que el Atlético, que se olvidó de la presión, no podía ni defenderse. Completó media hora sin salir de su área. Era casi algo ilógico que los bávaros no hubiesen marcado y sucedió en una jugada desgraciada. Alonso se pidió el golpe franco ante las protestas de sus compañeros. Y ayudado por la fortuna, la bola tocó en la pierna de Giménez y abrió la lata. Ahí le entró la congoja a los madrileños y Giménez cometió un penalti absurdo tras ser agarrado primero por Javi Martínez. Lo pidió Müller, que no sabía que Oblak estaba ahí esperando su opción de ser héroe. El esloveno detuvo también el rechace a Alonso ante los ojos incrédulos de Guardiola. Contar con un jugador de primer nivel mundial bajo palos mantuvo a los del Cholo en la eliminatoria.

Una combinación, gol

El Atlético necesitaba encontrar una forma de tomar aire, sumar un pase más para tener algo el balón y alguien que la sujetase arriba para poder ganar metros, salir de su campo. Simeone varió en la segunda parte con Carrasco, esperando que el Bayern tuviese que correr hacia atrás. Así podrían hacer daño Griezmann y Torres. Y el gol sucedió de ese modo, aprovechando el error en la presión del Bayern. El francés superó a Neuer en el mano a mano.

El Bayern pagó el esfuerzo pero no perdió la fe y en un centro colgado de Alaba llegó el 2-1. El duelo entró en un ida y vuelta loco con Oblak siempre protagonista. Había más huecos para el Atlético, que consiguió una contra y obtuvo un botín inesperado en forma de penalti para Torres a siete minutos para el final. Pero Neuer concedió siete minutos más de emoción al vestirse de Oblak, que volvió a aparecer para bloquear el billete a la final. La tercera podría ser la definitiva. La letra del himno atlético compuesta por Sabina cobró en Múnich más sentido que nunca.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios