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Casillas y Ramos celebran el triunfo ante el Cruz Azul.
Casillas asoma la cabeza en busca del último título que le falta
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Casillas asoma la cabeza en busca del último título que le falta

África, continente talismán para un portero que relanza su figura tras desviar dos penaltis consecutivos

Ignacio Tylko

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 20:45

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La encantadora Marrakech y la intransitable Johannesburgo distan 12.000 kilómetros por carretera, pero no hay duda de que a Iker Casillas le sienta bien el continente más desfavorecido. En Sudáfrica conquistó el Mundial el 11 de julio de 2010, tras ganarle ese mano a mano decisivo a Arjen Robben en la final disputada en la calabaza del Soccer City, y le dio el beso más famoso y televisado a la periodista Sara Carbonero, su pareja y madre de Martín. Y en la ciudad más turística de Marruecos, único país de la zona que no pertenece a la Unión Africana, confirmó que ha superado los peores momentos y que han vuelto a sonreírle el acierto y la fortuna, ese duende que le acompañó durante su carrera y que perdió con la selección en el nefasto Mundial de Brasil y en el Real Madrid desde su enfrentamiento con José Mourinho. Además, en Nigeria se coronó en el Mundial sub-20 junto a su amigo Xavi, estandartes de la generación 99.

Ya no parece ese Iker tembloroso y fallón, afectado por el fuego cruzado entre sus seguidores y detractores, que estuvo a punto de brindarle en bandeja de oro la Champions al Atlético en la final de Lisboa. Siempre ha reconocido que el cabezazo postrero de Sergio Ramos en Da Luz le salvó, metafóricamente, de la hoguera. El encendido debate sobre su persona se ha apagado en el Santiago Bernabéu y todos asumen con cierta naturalidad la suplencia de Keylor Navas.

Los especialistas siempre aplican la máxima de que «penalti bien tirado es gol» y añaden que el portero suele estar a merced del delantero. Sin embargo, las penas máximas engrandecen a los guardametas, con nada que perder y todo por ganar. Casillas ya ha detenido 15 con el Real Madrid, dos consecutivas. El sábado, en Almería, le adivinó la intención a Verza y evitó el 2-2 provisional. Se lanzó sobre su lado izquierdo, y acertó. Y en la semifinal del Mundialito contra el Cruz Azul, impidió que los mexicanos se metiesen el partido antes del descanso. Le ganó la batalla psicológica al veterano Torrado. Esta vez, Iker se arrojó a su derecha y también salió airoso. Los dos penaltis se lanzaron de forma calamitosa, pero ahí estaba Casillas para hacerse fuerte.

Sin límites

«Estoy contento por la dinámica del equipo. Todos sumamos para que el colectivo vaya bien. Pasamos a la final y esperamos poner la guinda al pastel de un año muy bonito», dijo el capitán merengue tras la victoria ante el pobretón equipo azteca. En Marrakech, los magrebíes agasajan a Casillas, considerado una leyenda del fútbol universal. El mostoleño, de 33 años y con ya cerca de 700 partidos a lo largo de su dilatada carrera de más de tres lustros como profesional, se muestra convencido de poder llegar a la próxima Eurocopa de Francia e incluso al Mundial de Rusia en 2018 y quiere volver a ser considerado el mejor portero. De la depresión a la sensación de plenitud.No le asusta la meteórica progresión de David de Gea.

Casillas vuelve a poner buenas caras, se detiene ante los periodistas y se siente protagonista de esta racha de 21 triunfos consecutivos del Real Madrid, a tres del récord mundial del Coritiba. Ansía el Mundialito, trofeo que aún no ha alzado. «Nunca bajo la cabeza para que me entierren, ni ahora saco pecho. Me dedico a trabajar y a tratar de hacerlo bien», aseguró a FIFA. «Yo creo que no hay que reivindicarse de nada porque mi trayectoria está ahí. A base de partidos espero volver a conseguir mi confianza, que es lo que más ilusión me hace. Me siento en un buen momento», añadió. Recuerda el portero -leyenda y felino casi imbatible para unos y cantarín, indeciso en las salidas y con manos blandas a juicio de sus críticos- que hace 14 años ya jugó otro Mundial de clubes pero no consiguió ganarlo. «Espero levantar el trofeo ahora porque sería otra foto para la historia, para el Real Madrid y a nivel individual. Todo lo que sea sumar alegrías a este club es una satisfacción máxima para un jugador». Iker no se pone límites.

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