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Contador y López, ganador de la etapa, ayer antes de que el madrileño se dscolgara en la última subida. :: javier lizón. efe
La Vuelta queda en manos de Froome

La Vuelta queda en manos de Froome

Contador cede tras otro ataque lejano, y el británico consolida su liderato en Sierra Nevada, donde repite triunfo 'Superman'

J. GÓMEZ PEÑA

SIERRA NEVADA.

Lunes, 4 de septiembre 2017, 01:24

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Las pancartas con su apellido le estimulaban. Las cunetas tarareaban su nombre. Faltaban 23 kilómetros cuesta arriba en Sierra Nevada. No le apetecía ir en manada, amarrado como los demás al ritmo que dictaba el Sky, la tropa negra de Chris Froome. «A mí me gusta hacer lo que me da la gana», soltó. Y lo hizo. Caracoleó. Abrió el pecho de par en par. Está a una semana de su retirada. Ya lo ha ganado todo. Ya no tiene nada que perder. Es libre. Y no sabe correr amordazado. Atacó, claro. «Era muy arriesgado, pero... es mi manera de ser», dijo. Su arrancada rasgó el aire que sube desde la bella Granada. Con él se fue el colombiano 'Superman' López, el que ganó la etapa, la segunda que suma.

Contador no llegó tan lejos. Le pasó por encima el tren del Sky. Froome tiraba de su catálogo: primero exprimió a Puccio, luego a Moscón y después a Nieve y Poels. «Es un privilegio tenerles», alabó. El líder graduó la larga subida y la rentabilizó: le quitó 40 segundos a Contador y, sobre todo, otros 6 a Nibali. La Vuelta, con la 'crono' de mañana en Logroño (40 kilómetros), queda en sus manos.

En la jornada de descanso que viene ahora todos repasarán con tiempo la general: Froome manda con un minuto sobre Nibali, dos sobre Zakarin y Kelderman. A 2:39 está Chaves. A 2:51 Miguel Ángel López. Contador, noveno, se va a los cuatro minutos (3:59). David de la Cruz, que, otra vez, pinchó en el peor momento, se dejó cinco minutos y se aleja a 7:47. «Me persigue la mala suerte», se resignó el catalán en voz baja, desplomada. Cuando todos ellos concluyan el recuento de datos, agarrarán el libro de ruta y verán que a la Vuelta le quedan los Machucos (miércoles), el Angliru (el sábado) y antes, mañana, el día elegido por Froome para meterlos a todos en su trituradora.

«Cada etapa es un paso adelante. Y el de Sierra Nevada ha sido muy importante», dijo Froome. Feliz. Repartía sonrisas. Y abrazos. «Mi equipo ha estado fantástico. Ha puesto en todo momento la velocidad que me convenía», agradeció. Corre la Vuelta en carroza. El Sky agarra, casi estrangula, las riendas de una ronda que cada vez es más suya.

La breve y violenta etapa entre Alcalá la Real y Sierra Nevada fue una catarata de pedaladas. Resonaban los jadeos de los ciclistas. Sin un metro de pausa. Todos iban al límite, hasta ese punto en el que de los pulmones no sale más que una súplica. A ese ritmo, la fuga sólo está al alcance de dorsales como Adam Yates o Bardet. El alto de Hazallañas, ya en la sierra granadina, asistió al pulso entre la calidad de la escapada y la ambición por detrás del Astana, el equipo de 'Superman' López, el colombiano de los músculos de coloso y las rodillas de cristal, el hijo adoptivo de Vicente Belda, su descubridor. A López también le apodan 'el chino'. Por sus ojos de almendra, entrecerrados como si hiciera puntería. Apuntaba a la diana de Sierra Nevada, tan arriba. A más de 2.500 metros. Como el aire que respira en su casa colombiana. Pez en el agua.

Hazallanas en un puerto injusto: se tarda mucho en subirlo y nada en bajarlo. Sin tregua, comienza el Purche, la parte inicial de Sierra Nevada. No sólo los ciclistas tienen motes. También las montañas. El Purche es el 'Collado del Muerto'. Era el día para borrar el dominio de Froome. Una etapa para cambiar el destino de la Vuelta. Y apareció el que cumple lo que promete: Contador. Retó al líder desde lejos. «Sabía que atrás iban a ir cómodos a rueda, pero tenía que probarlo». Se obliga a sí mismo. «Corro como me apetece». Es un campeón de veras, incluso cuando ya se le han envejecido las piernas. López se largó con él. Los dos frente al Sky.

Un minuto más arriba, Adam Yates atornillaba las bielas y se soltaba de Bardet y Kruijswijk. Yates pedaleaba sobre una doble misión: ganar la etapa y, si no, servir de trampolín a Chaves. La apuesta del Orica. Contador y López, mano a mano, sudaban para acercarse. El colombiano iba fresco. Cuando más arriba, cuanto menos oxígeno, parecía respirar mejor. Contador se arrimó al coche del Astana para pactar una alianza. Quería asomarse al podio. Casi. Durante parte de la subida se colocó como tercero en la general. Resultó un espejismo. En cuanto López notó que arriba relucía la cima del Pico Veleta apretó en busca de Yates. Contador plegó alas. «No me arrepiento. Corro para disfrutar».

Al madrileño se lo tragaron Froome y sus ángeles de la guarda a sueldo. Antes se habían comido un intento de Nibali. Rebañan el plato. A rueda del Sky venían Kelderman, Zakarin, Chaves, Woods, Aru y su fiel Pello Bilbao, de nuevo con los mejores. Quedaban sólo cuatro kilómetros de carretera ancha, abierta al viento, que silbaba por la espalda, a favor de López. 'Superman' localizó al fondo de la recta a Yates, parado, anclado sobre un desarrollo imposible, con la boca desencajada reclamando aire. 'El chino' colombiano trepaba con los dientes prietos. En su salsa. Yates se guardó el último aliento para seguirle. Le duró lo que un suspiro. Reventó. López fue el martillo y Yates el clavo. Sierra Nevada era suya, como lo había sido Calar Alto. 'Superman' empieza a ser lo que se esperaba de él cuando ganó con 20 años el Tour del Porvenir. Otro Nairo Quintana.

A 36 segundos cruzó la meta Zakarin, que se mete en el podio. Kelderman, ciclista invisible y buen contrarrelojista, entró el tercero, unos metros por delante de Chaves y Froome, el líder absoluto de la Vuelta. «La Vuelta es genial. Su ambiente. Su dureza. Es la prueba definitiva para un cilista», definió.

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