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De Marchi, en el podio.
Aru necesita minutos, no segundos
14ª ETAPA

Aru necesita minutos, no segundos

De Marchi, lesionado durante la primera parte de la temporada, gana la etapa y salva al BMC

Benito Urraburu

Sábado, 5 de septiembre 2015, 02:11

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Hemos pasado el primero de los tres días de alta montaña que le quedan a esta Vuelta a España, con tres finales en alto seguidos, y lo que hemos visto nos ha dejado en un estado que podría situarse entre la decepción y la resignación.

Decepción, porque los ataques que se produjeron se movieron en segundos, muy pocos, en vez de en minutos, con un Fabio Aru, el líder, que volvió a dar la cara en un terreno que tampoco es que diese para mucho más de lo que se hizo. Con Movistar tocado, a la espera de ver cómo se recuperaba Nairo Quintana de sus problemas de salud, y un Valverde al que tampoco se le puede pedir mucho más -se le nota muy fatigado-, todo el peso de la etapa recayó en Astana, que dejó que caminase una escapada por delante y se limitó a mantener un ritmo que resultó muy cómodo para Tom Dumoulin. Prácticamente todo se jugó en el último kilómetros, entre la niebla, con los mejores intentando arañar algo de tiempo a su favor.

La etapa la ganaba el italiano Alessandro De Marchi, uno de los grandes protagonistas el año pasado n el Tour de Francia cuando corría en el equipo Cannondale, al que una lesión ha tenido lastrado esta temporada. En una llegada en alto, la victoria deja de ser un cuestión de listeza, de inteligencia, para convertirse en un asunto de fuerza, de entereza física. De Marchi salió a todos los ataques que le lanzaron sus compañeros de escapada: Chérel, Puccio, José Joaquín Rojas y el colombiano Quintero. Ganó el mejor.

Ciclista veterano, de 29 años, que fue un buen especialista en pista, en persecución por equipos, estuvo parado durante cuatro meses al inicio de esta temporada con problemas en el tendón de aquiles. Pasado el calvario, vuelve a estar como en sus mejores tiempos en el Cannondale.

Los primeros de la general no buscaron en ningún momento sumar bonificaciones. Astana, que sigue teniendo corredores para endurecer las etapas y llevar hasta el límite a un buen número de ciclistas, se movió tarde con Fabio Aru, en menos de un kilómetro, y eso supone rentas de pocos segundos con respecto a Tom Dumoulin, que se está convirtiendo en el corredor al que hay que meter el mayor tiempo posible por sus dotes contra el crono.

El gigantón del Giant irá perdiendo fuerza, seguro, pero quienes le tienen que atacar tampoco están sobrados. De hecho, Nairo Quintana se quedó solo con Aru delante y Dumoulin se mantuvo en un grupo en el que iban Valverde, Majka y Pozzovivo, entre otros, hasta que cedió. El sudafricano Meintjes tiró de él buscando hacer su carrera.

Sabe dónde tiene que pegarse Dumoulin para mitigar sus pérdidas de tiempo. Aru le sacó diecinueve segundos y le aventaja en 49 segundos en la general. A Purito lo tiene a trece segundos. Sobre todos los demás corredores mantiene una ventaja importante. Quedan dos días en Asturias para que los segundos que le llevan se conviertan en minutos, en plural, porque si hablamos en singular, Aru lo va a tener complicado. De Purito, ni hablamos.

No está el líder de Katusha pletórico. Tampoco Valverde. Se mantienen delante porque son ciclistas con clase, veteranos, que saben cómo hacer frente a los problemas que puedan surgirles. La única táctica que les puede valer a todos ellos es que Dumoulin, y otros corredores, cedan por la inercia de la carrera, por el desgaste acumulado. La recuperación mostrada por Nairo Quintana, que hace dos etapas pensó en abondonar, también puede ser importante porque dará más ritmo al grupo.

Una espera tensa

El paso de los días no está consiguiendo que reine la desigualdad en una carrera que va demasiado ordenada y en la que los ataques que se producen no resultan demoledores. La inercia de la prueba, los kilómetros que llevamos, la media horaria -este sábado en una hora se cubrieron 46 kilómetros y en dos, 95-, abocan la carrera a una falta de frescura cuando llega la montaña. Si no se ataca más es porque la gente no puede, no cuenta con una marcha más que otros ciclistas. Entre Quintana y Aru hubo nueve segundos en la meta: entre Aru y Dumoulin, diecinueve. En ese abanico de tiempos se movieron los demás.

Para Dumoulin sólo hay una táctica posible: aguantar, pero los demás tampoco tienen otra muy distinta. Un gran Quintana llenaría de fuegos artificiales las montañas que nos quedan, un Purito Rodríguez pletórico perrearía mucho más por conseguir tiempo, incluso Chaves, salvo que se esté guardando algo, se lanzaría hacia delante. Es como si todos estuviesen esperando a ver que es lo que hacen los demás, primero, para intuir más tarde cuando llegará el momento de lanzar un ataque demoledor, dentro de un orden, para ver desfilar ciclistas hundidos.

En una prueba de desgaste como está siendo esta Vuelta a España, lo que se busca son los fallos del rival, antes de atacar. Rafal Majka tampoco lo pasó nada bien en la Fuente del Chivo. La clave para casi todos será no fallar. Y Tom Dumoulin, por sus condiciones físicas, es quien peor lo puede pasar. Esa al menos es la teoría, porque la práctica parece decir que Aru necesita dos minutos sobre él para tener alguna posibilidad de mantener el maillot rojo después de Burgos y Purito, más de tres.

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