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PRENSA LIBRE

OSKAR BELATEGUI

Jueves, 31 de agosto 2017, 00:45

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El documental más absorbente del año está protagonizado por Hulk Hogan, ya saben, el gigante rubio de la lucha libre que en España conocimos en los noventa gracias al 'Pressing Catch' de Telecinco. Sin embargo, 'Nobody Speak' (disponible en Netflix) no va de mamporros, sino que lanza un grito desesperado a favor de la libertad de prensa en unos tiempos convulsos para el periodismo. La excusa es el juicio que Hogan entabló contra el portal de noticias Gawker, que publicó un vídeo de contenido sexual del luchador. El juez condenó a la web a indemnizar al demandante con la astronómica cifra de 140 millones de dólares, aunque después las partes llegaron a un acuerdo por el que se rebajó la cantidad a 30 millones.

La sentencia obligó a Gawker a ir a la bancarrota y cerrar. 'Nobody Speak' descubre que detrás de Hulk Hogan y su (carísima) batalla legal estaba Peter Thiel, cofundador de PayPal y uno de los primeros empresarios en poseer acciones de Facebook. Un peso pesado de Silicon Valley que tenía entre ceja y ceja a Gawker desde que en 2007 publicara que era homosexual. Un multimillonario vengativo con el poder suficiente para cerrar un medio que durante diez años relató intimidades de los famosos y se saltó todos los límites de la ética y el buen gusto. «Es uno de los mayores actos de filantropía que he hecho», presumió Thiel, que ha sido reclutado por otro adalid de la libertad de prensa: Donald Trump.

La segunda parte del documental viaja hasta la redacción de un diario de Las Vegas cuyos periodistas descubren que han sido comprados por un misterioso mecenas. No es otro que Sheldon Adelson, el magnate del juego que entre nosotros vendió la moto del proyecto Eurovegas. Los reporteros de investigación del 'Las Vegas Review-Journal' averiguan que han sido adquiridos por Adelson, lo publican en la web del diario y acto seguido dimiten. Lo mismo que su columnista estrella, al que prohíben hablar del empresario de los casinos, que en su día intentó comprar su silencio sufragando los tratamientos médicos para su niña pequeña enferma de cáncer. Periodistas ejemplares que llevan la ética de su oficio hasta las últimas consecuencias.

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