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Liev Schrieber y Jon Voight, hijo y padre en la serie ‘Ray Donovan’. Erica Parise
Te echábamos de menos, Ray Donovan

Te echábamos de menos, Ray Donovan

Sur en Serie ·

El estimulante comienzo de la quinta temporada de la serie de culto coloca al personaje en la situación más complicada hasta ahora

miguel ángel oeste

Lunes, 4 de septiembre 2017, 00:56

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UNO

En la cuarta temporada de la serie, Ray Donovan (Liev Schrieber) recurría a la familia para solucionar los problemas con los rusos y los federales. Una vez resueltos, su mujer, Abby (Paula Malcomson), le decía que podían empezar de cero, en un intento de lo que parecía la recuperación de un personaje y una familia azotada por los constantes ‘accidentes’ externos e internos de estos hermanos de origen irlandés alérgicos a la tranquilidad. También en aquel final de temporada, en la que Ray veía bailar felices a los suyos, Abby le soltaba una frase que éste recuerda en los dos primeros episodios de la quinta: «Nadie puede tocarnos. Nadie». Pero, precisamente, el arranque de esta nueva temporada, en la que hay un salto temporal, comienza con la sutil revelación de un terrible golpe para Ray, ese hombre que soluciona los problemas de los demás, aunque los suyos se los traga, como hacía Cronos con sus hijos.

DOS

Los dos primeros episodios de la quinta temporada de esta serie creada por Ann Biderman (Movistar +) destacan por el componente emocional (normalmente más frío y distante) al vehicularse en torno a flashbacks (sobre todo el segundo) en los que Ray recuerda la relación con Abby. El peso del pasado, de la culpa, de la educación católica y de la vida que lleva Ray se manifiestan en este prometedor arranque. Sabíamos que Abby había tenido un cáncer que no se había querido tratar en la temporada anterior, pero su muerte está ensombrecida por lagunas y no sabemos a qué se debió: el cáncer, un accidente de coche que tuvo con Ray u otra causa.

TRES

La nueva temporada comienza en movimiento, no donde dejamos la anterior. Ray está en libertad condicional después de una pelea con otros miembros de la familia y tiene la obligación de acudir a un psicólogo. El cuestionario que le entrega el terapeuta está relacionado con los traumas de la infancia y la juventud. Pese a que trata de librarse de él, no lo consigue. Ray sigue deambulando en su Mercedes negro por Los Ángeles, arreglando los desaguisados de los ricos y famosos mientras recuerda los últimos momentos con Abby. Terry (Eddie Marsan) se somete a una operación para remediar el Parkinson. Además está a punto de casarse. Brendan (Dash Mihok) se entrena para ser luchador como su mujer, María. Mickey (Jon Voight) vive con Ray, escribe un guión y pasea el perro de Abby. Bridget (Kerris Dorsey) está en Nueva York, buscando algo o alguien que parece guardar relación con la madre. Esta es la situación de los Donovan: juntos en la distancia que se profesan.

CUATRO

El aire triste, melancólico, de cansancio que arrastra Ray en el presente se intensifica gracias a los flashbacks y también al uso de los inspirados temas musicales que sumergen la ficción en un tono cercano a la canción de Cat Power que puede oírse en el primer episodio, ‘Sea Of Love’. El permanente camino del personaje por la amoralidad, en un complicado equilibrio por no caer por completo en la destrucción se percibe ahora más débil. Ray ha intentado hacer lo correcto, al menos hacer lo que piensa que lo es. Pero siempre ocurre algo que se tuerce.

CINCO

La ausencia de Abby es la sombra que planea por el primer y segundo episodio a través de todos los personajes. La tensión dramática es, en este caso, más interna y sentimental. No hay amenaza ni una acción que resolver como en las temporadas anteriores. Al menos por el momento. Sin embargo, estamos ante los momentos más crudos y complicados, tanto los que lo parecen, como lo que están camuflados bajo la apariencia de normalidad.

SEIS

Ambos episodios contrarrestan dos tonos diferentes: el descriptivo del presente y la exposición de los recuerdos con Abby, a través de lo que puede ser, como toda memoria, una rememoración engañosa, en la que se amplifican los buenos momentos. El deseo perdido hace aflorar una sensación de pérdida bastante lograda que enfoca y desenfoca a partes iguales al personaje.

SIETE

En la secuencia más reveladora del primer episodio, Ray lleva en coche al hijastro de Susan Sarandon cuando este empieza a disertar sobre ‘El Mago de Oz’. El montaje en el interior del coche entre el monólogo del hijastro, George, y el rostro por lo general lacónico y sólido de Ray desvela fisuras profundas mientras George dice: «Las cosas horribles no se pueden borrar. El hogar es donde está el corazón. No hay lugar como el hogar». Estas palabras son muy duras y pese a que el laconismo habitual del protagonista no suele mostrar sentimientos, aquí se perciben como en una noche fría y oscura que se emparenta con el final del segundo episodio, demoledor en la cotidianidad.

OCHO

El segundo episodio empieza con un flashback del 21.º aniversario de Ray y Abby. Están en la cama, tranquilos, felices, de hecho, jamás en ninguna de las temporadas se les ha visto tan felices. Luego viajan a Las Vegas para la celebración y para ver el combate de Boxeo de Damon (Dominique Columbus), el pupilo de Terry. Todo el episodio se articula en función de este flashback, volviendo al presente de tanto en tanto para la boda de Terry y Maureen (Tara Buck). La calma con la que más o menos se desarrolla el episodio (incluso la breve aventura de Abby y Ray recuperando algo que perdió Terry se muestra con un aire liviano) es solo la preparación para una tormenta silenciosa. El regreso a la casa de los Donovan, el hogar, es uno de los logros de esta serie, matizada en estos puntos tan fuertes en la simbología, en lo visual, en la plasmación de los sentimientos. Es un final que se enlaza con la secuencia del primer episodio en la que George le habla a Ray del hogar, el dolor y los momentos que no se pueden borrar y con la mirada perdida de Ray cuando entra en la casa por primera vez en esta temporada.

NUEVE

En el inspirado final del segundo episodio, Ray y Abby regresan del hospital y encuentran el agujero en la pared que ha hecho la persona que trataba de buscar animales. Los dos se quedan mirando ese espacio en la pared. Mickey le dice que todavía no han encontrado nada. Abby le responde: «Nunca lo encontrarán».

DIEZ

Después de este inicio prometedor marcado por la tristeza de la pérdida en la que quedan muchos puntos por resolver, la situación de Ray es complicada y uno se pregunta hasta cuándo aguantará, porque parece que esta temporada, de una forma u otra, terminará explotando o terminándose de romper.

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