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Shailene Woodle, Nicole Kidman y Reese Witherspoon en una de las escena de la serie.
'Big Little Lies': Mujeres contra el machismo

'Big Little Lies': Mujeres contra el machismo

La producción de HBO protagonizada por Nicole Kidman, Reese Witherspoon y Shailene Woodley es una serie de féminas que refleja la violencia de género y la maternidad con sagacidad y debería ser de visión obligada para ambos sexos

miguel ángel oeste

Lunes, 1 de mayo 2017, 01:40

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La versión de la canción de Michael Kiwanuka Cold Little Heart, que suena en los títulos de crédito de Big Little Lies, predispone el ánimo de esta miniserie creada por David E. Kelley (creador entre otras de Ally McBeal) a partir del libro homónimo de Liane Moriarty. Un ánimo que el director de Big Little Lies, Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club) absorbe para desplegar un tono y ritmo preciso, musical, lleno de reflejos y contrastes entre fondo y forma, lo que hace que esta historia crezca y se bifurque a pesar de determinadas flaquezas. Porque si el sol de Monterrey ese aparentemente idílico y perfecto pueblo de Los Ángeles donde trascurre la accióncon sus casas que miran al océano azul turquesa y sus impecables jardines y estupenda escuela son retratados con luminosidad, lo que esconde como en la teoría del iceberg de Ernest Hemingway es frío, sórdido, cruel, inadmisible.

Si el canon televisivo Mad Men, The Sopranos, The Wire, por citar tres consensuadas suele estar protagonizado por hombres cuarentones en crisis y en general suelen predominar los protagonistas masculinos fuertes, amorales, pero empáticos, la tendencia parece revertir poco a poco y, cada vez, hay más series protagonizadas por mujeres. Mujeres que toman las riendas de sus vidas y se enfrentan a una sociedad machista que abusa de ellas. Y menos mal que esto está sucediendo.

Big Little Lies habla del amor mal entendido, de los celos, de la posesión, de la maternidad y la paternidad, del acoso escolar, de abusos sexuales y, sobre todo, de la violencia de género desde distintas perspectivas actuales que la conectan con la sensibilidad femenina y que debería ser de visión obligada para ambos sexos. Lo hace a raíz de un asesinato, que, en realidad, es lo de menos, prácticamente un McGuffin para poder mostrar ese catálogo de atropellos tan presente en esta sociedad en la que aún hoy la condición de ser mujer es una desventaja. De hecho, los interrogatorios para aclarar lo que sucedió la noche de la fiesta resulta lo más endeble de esta ficción, pues son repetitivos y apenas cuestionan a los personajes una vez hemos escuchado los primeros testimonios. Este punto débil no empequeñece la serie. Ni siquiera que se vea venir desde kilómetros lo que va a ocurrir. Porque esta teleserie va de otra cosa: de la dificultad de ser madre, esposa, poder tener una vida plena profesionalmente, una vida propia independiente en un entorno familiar igualitario.

Madeline (Reese Witherspoon) vive entre el pasado de un matrimonio fracasado y su actual matrimonio con Ed (Adam Scott), tan equilibrado que sin ser consciente la impulsa a buscar fuera, siempre mirando a los demás para no mirarse a sí misma. Hay un momento que define a este personaje, cuando en el episodio dos su hija menor le pregunta: «¿Por qué miras hacia el océano?» Madeline le responde: «Por nada». Y la hija le replica: «Pues te pasas mucho tiempo mirando nada». Celeste (Nicole Kidman), sin duda, el personaje con más aristas, el que finge y se engaña, la que oculta sus estigmas, por no ir mucho más allá y revelar asuntos que contarían más de lo que debiese. Jane (Shailene Woodley), que tiene un pasado complicado y que se muda a Monterrey para empezar de nuevo pero el primer día de escuela a su hijo lo acusan de maltratar a una compañera. Alrededor de estas tres mujeres gira la trama de Big Little Lies en la que podemos encontrar una poética muy concreta. Una poética que se mueve entre la fragilidad y la entereza con cierta personalidad. Además de las protagonistas, de la amistad que se establece entre ellas, de cómo se enfrentan a su relación con sus hijos e hijas, a las trabas que se encuentran en el día a día y, más si cabe, en aquello que esconden, en ese pasado que las lee como mujeres, también hay otros dos personajes femeninos importantes: Renata (Laura Dern), una mujer trabajadora que ha triunfado, fuerte y envidiada, que pierde los nervios cuando le informan de que alguien ha agredido a su hija de seis años; y Bonnie (Zoë Kravitz), una mujer comprometida, activista, progresista, profesora de baile, que se casó con el exmarido de Madeline.

La circunstancia de que los siete episodios estén escritos por David E. Kelley y dirigidos por Jean-Marc Vallée le otorga a Big Little Lies una indudable coherencia estética y argumental. La puesta en escena fiable de Vallée de tonos pop se vertebra desde la elección de una banda sonora elegante que encuentra su correspondencia en las imágenes y en unas interpretaciones sólidas que muestran más de la lectura superficial. Asimismo, la escritura de unos diálogos ágiles y perspicaces que contrastan con la propia acción favorece la dimensión psicológica de los personajes. «Así es Monterrey. Aporreamos a la gente con amabilidad», le suelta Madeline a Jane. «Hasta la muerte», apuntilla Celeste. Este juego irónico, humorístico, se conjuga con otras reflexiones auténticas, hondas, pero sin ponerse jamás transcendente, como cuando Ed le dice a Madeline: «En todos los matrimonios se finge. Hasta en los mejores». Y es que esta serie retrata con bastante sagacidad la impostura de este mundo evanescente que lanza lecciones confusas. El ritmo a la hora de comprimir o extender la tensión dramática de las secuencias suele estar construido desde el trabajo interpretativo de las actrices que soportan y dinamizan la narración.

Violencia contra mujeres

De ahí que por encima de reiteraciones y de que la serie pueda ser previsible en su trama lo es, porque se intuye lo que va a ocurrir y usa ciertos recursos para camuflarlos que realmente se podrían haber obviado y de las secuencias de montaje, no siempre resueltas con la misma agilidad, Big Little Lies es una serie a reivindicar porque habla de los abusos contra las mujeres desde prismas de hoy mismo sin olvidar su conexión con el pasado.

El machismo y el abuso de los hombres contra las mujeres está en cualquier sitio interpela esta ficción. No solo en familias desestructuras o sin educación, también esto es una de sus apuntes relevantes entre los ricos, en el trabajo, entre las mujeres, en el colegio, en la manera en que el padre y la madre se relacionan con los hijos Contra todo esto escupe Big Little Lies a través de una ficción entretenida y coherente en su postura estética e ideológica, pues busca un público amplio al que lleguen los golpes que reciben las mujeres, el aguante que deben soportar, las renuncias a las que se ven obligadas, lo desprotegidas que se encuentran en un mundo miserable que sigue atentando contra ellas.

Quizá por eso en los institutos se debería impartir una nueva asignatura que tomara series como Big Little Lies como referencia en ese mal tan extendido en esta sociedad, porque con seguridad creará más vínculos con los jóvenes.

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