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TV

ALICIA CASTRO

MIKEL LABASTIDA

Lunes, 27 de marzo 2017, 01:06

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Reconozco que me ha costado creerme a Alicia Castro, la jueza que Blanca Portillo interpreta en 'Sé quién eres'. Mira que esta actriz borda todos los papeles que se le ponen por delante (y mira que algunos son difíciles, como el de 'El Chiringuito de Pepe'...). Pero a la protagonista del 'thriller' de Telecinco la veía forzada, exagerada, desmedida. La ficción creada por Pau Freixas presentaba a una magistrada, férrea tanto en su profesión como en el modo de administrar su vida personal. Sabíamos que había perdonado a su marido infidelidades y otras mentiras, que había apartado a uno de sus hijos para que no interfiriese en las vidas del resto de su familia, que había soportado una tragedia como que su padre asesinase a su madre y eso lo condujese a prisión. Con todo esto a sus espaldas a Alicia Castro nos la presentaban segura de sí misma, implacable, sin una grieta que mostrase que es un ser humano y no un robot. Todo eso la convertían en una persona increíble y su papel chocaba con otros como el de su propio marido o el de hijo. Pero, al final, Blanca Portillo lo ha vuelto a hacer. Se ha comido la serie, se ha llevado el gato al agua, nos ha sabido dejar sin palabras.

Sucedió la semana pasada cuando el protagonista de la ficción (¡atención spoilers!), con la memoria ya recuperada, regresaba a casa y le decía que quería estar a su lado, que había recordado por qué ella es la mujer de su vida. Por primera vez pudimos vislumbrar la fragilidad de la jueza, los rasguños de ese escudo, el punto débil de alguien aparentemente sin corazón. La mirada de Portillo lo dijo todo. Y a partir de ahí la vimos cómo asistía al reencuentro con su marido, al de verdad, con todas las facultades en orden. Y no fuimos capaces de saber si realmente se asustó de todo lo que vio o si entró en el juego peligroso por el que siempre ha discurrido su vida.

Todos los focos apuntan ahora a Alicia Castro y Portillo le ha concedido al personaje una fuerza y una profundidad necesaria para que el espectador se ponga a su lado (por lástima, por pavor, por intriga, cada cual por lo suyo). Qué miedo da el matrimonio Alicia-Elías, son los Underwood patrios.

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