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Laura Vil, Angélica Gómez, Rodrigo de la Calva y María José Parra. Abajo, Ana Iglesias, Lucía Alfaro, Belén Santa Olalla y Francisco Valero. :: sur
Tóquelo todo, menos a los actores

Tóquelo todo, menos a los actores

'El arco del violinista', que se estrena el viernes, invita al espectador a moverse a su antojo por el espacio, ojear un diario o hurgar en los cajones Surterráneo Teatro celebra sus 20 años en escena con una propuesta inédita de inmersión en La Térmica

REGINA SOTORRÍO

MÁLAGA.

Domingo, 13 de mayo 2018, 00:36

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Con los 12 euros que paga de entrada, usted no tendrá una butaca desde la que seguir la función. En su lugar, se le abrirán las puertas de seis habitaciones, seis espacios diferentes habitados por cinco individuos protagonistas de una sola historia. La obra se desarrollará a su alrededor, de forma simultánea en los distintos 'escenarios', con usted como ente invisible que puede moverse libremente por el lugar, entrar y salir cuando quiera y tocar todo lo que se le antoje... salvo a los actores. La compañía malagueña Surterráneo Teatro celebra veinte años en la escena reinventándose con una propuesta prácticamente inédita en España: un acercamiento al teatro de inmersión con 'El arco del violinista'. Un experimento para ellos y para el público que estrenan el viernes 18 de mayo en La Térmica, donde ofrecerán diez pases hasta el 2 de junio.

Angélica Gómez, Ana Iglesias y Francisco Valero, el núcleo duro de la compañía, han conocido de primera mano en Londres el trabajo de Punchdrunk, pioneros en esta novedosa rama de las artes escénica. Más que una historia lineal lo que 'El arco del violinista' propone es una experiencia teatral. El espectador se convierte aquí en un sujeto activo que tiene que ir construyendo su propia función según la sala en la que entre y en el momento en el que lo haga. Para ello se le invita a ojear un diario, hurgar en los cajones, sentarse en un rinconcito a ver la tele... Puede hacer uso de todo lo que forma parte de la escenografía diseñada por el artista Pedro Ocaña. Es «muy anárquico». Solo hay una regla: «No tocar a los actores».

Según sus elecciones, elaborará una trama «más humorística o más onírica». Podrá toparse con unos personajes grotescos o vivir el sueño de esos personajes. «Va a ser chocante para muchos espectadores porque no estamos acostumbrados a esta fórmula que obliga a ver de otra manera», anticipa Angélica Gómez, autora del texto y ayudante de la directora Belén Santa Olalla. En conjunto, avanza, plantea una reflexión «sobre la dualidad que llevamos dentro todos los seres humanos, lo masculino y lo femenino, y sobre la libertad de expresión».

Tras un inicio convencional de teatro a la italiana hace dos décadas, la compañía ha dado un vuelco a su trayectoria en los últimos cinco años al frente de la Central de Actuantes de La Térmica. Aquí han ideado propuestas novedosas, rompiendo el clásico formato escénico y guiando al público por diferentes espacios, pero nunca hasta ahora le habían soltado de la mano de esta manera para dejarle «jugar» libremente con la función.

Aforo limitado

Un máximo de 30 espectadores pasarán alrededor de una hora y cuarto en el interior de la Sala 105 de La Térmica. Será algo nuevo para ellos pero también para los actores Lucía Alfaro, Ana Iglesias, María José Parra, Laura Vil y Rodrigo de la Calva. «Vamos a aprender todos, es la primera vez lo hacemos. Pero si no te lanzas...», asegura Gómez. Para los intérpretes exige un esfuerzo extra, «acaban agotados» porque tienen que estar actuando continuamente aunque no haya nadie. «Pueden entrar en cualquier momento», aclara la autora.

Con lo que ve, oye y lee en recortes que encuentra por el camino, el espectador irá encajando poco a poco las piezas del puzzle de un modo «muy sensitivo». Porque aquí, avisan, mandan las emociones.

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