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Sáinz Villegas, en uno de sus conciertos didácticos. SUR
Sáinz Villegas: «Entre tocar en el Carnegie Hall y en un colegio solo cambia el envoltorio»

Sáinz Villegas: «Entre tocar en el Carnegie Hall y en un colegio solo cambia el envoltorio»

El guitarrista internacional, heredero de Andrés Segovia y Paco de Lucía, acerca hoy la música y su mensaje de «inspiración y humanidad» a casi mil escolares de Málaga

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Jueves, 24 de mayo 2018, 00:38

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Ha tocado frente a miembros de la familia real española y ante el propio Dalai Lama; en el emblemático Carnegie Hall y en la solemne Philharmonie en Berlín. Pero estos días Pablo Sáinz Villegas rasguea su guitarra delante de escolares andaluces en salones de actos de colegios y asegura que apenas hay diferencias. «Cambia el envoltorio pero el regalo es el mismo y forma parte de honrar a mi propósito de que la música le pertenece a todas las personas. En esencia, los ingredientes 'música, músico y el que escucha' están en un colegio y en el Carnegie Hall», argumenta.

Hoy Sáinz Villegas finaliza en Málaga su gira de conciertos didácticos por Andalucía –en colaboración con la Junta–con dos actuaciones ante 200 alumnos del CDP San José de la capital y delante de casi 800 estudiantes del CEIP Jacaranda de Benalmádena. Les interpretará algunas de las piezas que toca en los escenarios más prestigiosos del mundo y a través de ellas les hablará de «respeto, igualdad, responsabilidad y constancia», entre otros valores.

Natural de La Rioja pero residente en Nueva York desde hace 17 años, el embajador de la cultura española en el mundo recorre las escuelas tras su actuación en los Grammy y sus conciertos con Plácido Domingo. El público y la crítica le han colocado en el hueco que dejaron Andrés Segovia y Paco de Lucía. «Pero más allá de decir si soy o no sucesor de uno o de otro, mi voluntad es mantener viva la antorcha de la tradición de la guitarra en España. Medios y críticos me elogian con esas palabras, yo lo asumo como un regalo y como una responsabilidad también», añade.

Porque para Pablo Sáinz Villegas hablar de música es hacerlo también de humanidad, de crear un mundo mejor, de inspirar a los demás. Para él todo es la misma cosa. Insiste en que la música «está para unir al mundo y a las personas», para «compartirla» con los demás y para construir una sociedad más humana. Ese fue su propósito desde que comenzó a tocar en público a los 7 años. «Tras salir de un concierto para familiares y amigos en Logroño le dije a mis padres que quería volver a tocar y compartir mi música, y empecé a ir a residencias de ancianos para acompañarles los domingos y sacarles una sonrisa», recuerda. Esa fue la «semilla» que creció «como una flor» hasta convertirse en la asociación El legado de la música sin fronteras. A través de ella, acerca la música «como medio de inspiración y humanización» a todo tipo de públicos, entre ellos los más pequeños. «Y lo que yo recibo de los niños con su frescura y espontaneidad es grandísimo», apostilla.

Está convencido de que el mundo «se puede cambiar entre todos». «Tenemos la idea de que para cambiar el mundo hay que cambiar todas las cosas grandes de este mundo. Y el cambio para mí significa cambiar tu entorno, lo más cercano, plantearte qué puedes hacer para que tu vida sea un lugar más humano. Y todos tenemos esa habilidad», cuenta.

Idioma universal

Su herramienta para hacerlo es la guitarra española, «un instrumento que habla el idioma universal de las emociones y ahí es donde nos unimos como seres humanos». Es, por su versatilidad, un vehículo «para humanizar, iluminar e inspirar; para que la gente vea reflejada en ella la mejor versión de ellos mismos».

Defiende que pocas cosas como la guitarra representan a España en el mundo. «Y como todo lo español, cae bien, es algo exótico y allí donde va cuenta historias de lo que es España y nuestro patrimonio». Es un símbolo, por ejemplo, de la «multiculturalidad de un país que ha sido el puente entre África y Europa y la salida desde Occidente a las Américas». En un tiempo en el que están en auge los nacionalismos excluyentes, Sáinz Villegas cree que «las diferencias enriquecen a los países». «La multiculturalidad es un elemento básico en el crecimiento personal y colectivo de las civilizaciones», declara.

Es español, está casado con una mejicana y reside en Nueva York, una ciudad que ejemplifica esa unión de culturas que él tanto defiende pero que parece peligrar en plena era Trump. «En la vida hay dos emociones, el amor y el miedo. Y en determinados entornos, en Estados Unidos y también en España, se están viviendo colectivamente expresiones de miedo. Y el miedo es separación, construir un muro, querer aislarte. Yo represento al amor conscientemente y mi voluntad es compartir estos mensajes en los que yo creo e inspirar a las personas a través de eso. Que unamos fronteras físicamente y emocionalmente con los hermanos que viven al otro lado», sentencia.

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