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Regina Sotorrío
Viernes, 24 de febrero 2017, 00:24
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En el Albéniz ayer no se encendió la pantalla de la Sala 1. Lo que la gente iba a ver sucedía justo delante, en tres dimensiones y en vivo: un concierto en el cine, una de las rarezas que regala el MaF. La antesala del Festival de Málaga dio anoche el pistoletazo de salida con la banda sonora más alternativa a cargo de Anni B Sweet y Neuman. Y lo fue porque ambos, referentes del circuito independiente, cerraron la cita con un homenaje al cine versionando la cabecera de Grease y el tema central de Once. Y porque los dos, cada uno en su turno, repasó su carrera con temas que hablan del momento en el que se compusieron, a modo de banda sonora de sus trayectorias.
Una brillante Anni B Sweet, con un vestido que relucía con los focos, apareció para acallar el murmullo de la sala que esperaba el inicio del concierto. Como en sus principios, rasgueó a solas la guitarra en Locked in verses. Y se hizo el silencio, con una tenue iluminación que creaba una atmósfera íntima y cercana, la que piden sus temas en acústico. El guitarrista Javier Doria se sumaría después para arropar las canciones, y también a ella. «Málaga y Madrid son las ciudades donde más le gusta tocar y donde menos, porque se pone muy nerviosa», dijo Doria mientras la malagueña se sonreía. Juntos viajaron desde los inicios folk de Again hasta la luminosidad de su última etapa con Chasing illusions.
No es un espacio preparado para la música, pero sí para Anni B Sweet. El eco resaltaba una voz que a veces sonaba cristalina y transparente, como en At home; y otras rota y desgarrada, como en ese final de Getting older, una canción sobre el miedo a crecer y a «perder la inocencia». El paso del tiempo, uno de sus temores recurrentes. Habló de ellos, pero también de atreverse a amar (Dare to love), de los locos del manicomio («quizás los locos somos nosotros») y hasta del nuevo sistema solar («lo sabía, tiene que haber algo más»). Al principio le costaba dirigirse al público, lo reconoció, pero acabó entrando en el concierto. Sus temas, envolventes y electrónicos, se crecen con banda pero funcionan también solo a las cuerdas. Al fin y al cabo, así es como nacieron. Acabó como empezó, con ella y su guitarra para abordar una canción «especial», un clásico, Shiny days.
Guitarra y percusión
De nuevo, un murmullo en la sala que se apagó con una figura sobre el escenario, esta vez la de Paco Román. Con las manos a la guitarra y con los pies a la percusión, el líder de Neuman se bastó y se sobró para defender su música, canciones de pop pausado, minimalista, que se engrandecen por segundos. Temas como Bye fear/hi love y Hell cobraban una nueva dimensión en acústico, sonaban más personal y con una melancolía añadida a la ya habitual en las melodías del murciano. «Aunque en realidad nací en Melilla», aclaró. Preciosa interpretación las de Too pretty y Tell you, calmadas al principio para ir ganando épica poco a poco.
Miró hacia adelante con Badlands, incluidas en su último EP I love you, y con su aplaudido éxito Turn it. Pero, sobre todo, echó la visa atrás con Jane, donde canta a una relación pasada; con I have the will, una «canción que le acompaña siempre»; y con Sil Fono, un tema de sus inicios. Porque no se quiere olvidar de ellos y porque de eso, avanzó, irá su próximo disco.
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