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Carlos Álvarez, en un momento de la representación en La Scala de Milán. :: efe
Bravos y lluvia de rosas sobre el escenario de La Scala de Milán

Bravos y lluvia de rosas sobre el escenario de La Scala de Milán

«Es como el fin del mundo», bromeó Carlos Álvarez al calificar el acontecimiento social de la capital lombarda con el estreno de 'Madame Butterfly'

JAVIEL ALONSO

Viernes, 9 de diciembre 2016, 00:28

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La Scala de Milán, para muchos la mejor ópera del mundo, abrió la noche del miércoles su temporada con el estreno de una nueva producción de 'Madame Butterfly', protagonizada por dos voces hispanas, la uruguaya María José Siri y el malagueño Carlos Álvarez.

Bravos y una lluvia de rosas sobre Siri cerraron la representación, una versión que devuelve al clásico de Puccini a la que este mismo teatro estrenó hace 112 años.

La crisis de Gobierno que vive Italia impidió asistir al acto al presidente de la República, Sergio Mattarella, quien mientras se desarrollaba la ópera aceptaba en Roma la dimisión del primer ministro, Matteo Renzi. La personalidad más destacada fue el rey emérito de España Juan Carlos I, quien siguió la pieza desde un palco de platea y que llegó acompañado de varias personas, entre ellas el ex ministro español de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón.

«Es como el fin del mundo», bromeó el barítono malagueño a Efe antes del evento operístico al calificar este acontecimiento social de la capital lombarda, donde como es habitual en los últimos años, decenas de manifestantes protestaron en las calles aledañas a la Scala. El cantante malagueño se refería tanto a la expectación con la que se vive la 'prima' de la Scala, la pasión que suscita entre los aficionados pero también a esas protestas con las que miembros de movimientos alternativos exhibieron su oposición al despliegue de lujo, aunque sobrio, de esta noche.

Varias decenas de manifestantes lanzaron gritos contra el acto y quemaron algunas bengalas fuertemente custodiados por las fuerzas de seguridad al otro lado de la plaza donde se sitúa el teatro, sin que se registraran incidentes, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores.

Carlos Álvarez reconocía comprender estas manifestaciones al ver los elevados precios de las localidades del estreno, pero recordó que la representación se podía seguir en directo en cines de toda Italia y del mundo y hasta en pantallas dispuestas en los aledaños del teatro.

Siri, por su parte, dijo en entrevista con Efe antes del estreno que se siente representante de esos cantantes latinoamericanos de los que quizá destaca la «pasión, la garra, la fuerza», cualidades que piensa que les hace propensos «a sobresalir en el mundo de las artes».

Y hablaba de la disciplina que exige esta versión que recupera para la Scala el director musical Riccardo Chailly, quien devuelve al teatro la versión de 1904 que Giacomo Puccini concibió en dos actos, no en los tres en los que posteriormente se ha venido representando.

La unión en uno solo del segundo y tercer acto de las versiones posteriores facilita la unidad dramática pero prolonga la duración del ahora segundo y exige lo que Siri definió como «economía de la energía», la dosificación del esfuerzo para dar lo máximo en los ochenta minutos que dura la segunda parte. «Aporta mucho más dramatismo y tragedia, que era lo que Puccini quería expresar usando un personaje tan frágil y tan maleable», consideró la soprano respecto a este montaje, en el que comparte reparto además con Bryan Hymel (Pinkerton).

El conocido libretto se estreno hace más de un siglo en la Scala fue muy polémico y tan mal recibido que Puccini trabajó sobre la obra para recortarla y adaptarla hasta que tres meses después se recuperó con gran éxito en el Teatro Grande de Brescia; ahí comenzó a recorrer el mundo hasta convertirse en uno de los títulos esenciales de la ópera italiana.

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