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Ara Malikian: «Intenté ser un músico arrogante y estirado, pero no lo logré»

Ara Malikian: «Intenté ser un músico arrogante y estirado, pero no lo logré»

Me crié en los refugios antiaéreos en el Líbano, allí aprendí a ser feliz ante las dificultades. Soy violinista y doy conciertos por medio mundo. Prefiero mi look rockero al del concertista seriote. Estoy de gira por Santander, Málaga, Valencia, Madrid...

nuria rozas

Jueves, 1 de septiembre 2016, 00:54

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En vez de nacer con un pan debajo del brazo, usted vino con un violín.

¡Un poco sí! Porque mi padre era violinista y uno de los primeros objetos que cogí desde pequeñito fue precisamente ese.

¿Cómo se logra combinar un instrumento tan serio con el humor?

No fue premeditado. En mi vida, mis pasiones son la música y el humor. Y en mis espectáculos los uno, aunque a veces también me pongo en modo serio.

Su vida ha sido como la del niño de la La vida es bella. Se crió en refugios antiaéreos, pero nunca perdió la sonrisa. ¿Cómo recuerda aquella etapa?

¡Es una de mis películas favoritas! Me siento muy identificado. Cuando era pequeño no me daba cuenta de la gravedad de la situación, pensaba que todo el mundo vivía con amenazas de bomba, escondiéndose, sin poder ir al cole... Ese era mi día a día. Me di cuenta más tarde, cuando salí del Líbano, de que eso no era lo normal. Pero el ser humano tiene la virtud de tomarse las dificultades con humor y que no todo sea tan trágico.

¿Ha vuelto a saber algo de todos esos amigos de la infancia?

¡Por supuesto! Muchos de ellos ya no forman parte de mi vida porque he tenido que viajar mucho, pero a otros todavía los veo y hablamos de esa época con una sonrisa. Tenemos la facilidad de olvidar lo malo y acordarnos de lo bueno.

Ha llegado a estar en 40 países en un año. ¿Se siente un ciudadano del mundo?

Absolutamente, no he perdido mi identidad, pero he cogido la de muchos lugares. Eso es lo bonito. Es maravilloso que en cada sitio la gente sea diferente y tenga unas costumbres distintas.

Dígame con qué se quedaría de cada uno.

Cuando viajo a una ciudad, me encanta pasear por sus calles, ver a la gente, cómo habla, cómo se ríe... Me interesan las cosas más naturales. Por ejemplo, yo soy muy comilón y en mi menú hay alimentos de todo el mundo.

Se ha atrevido a tocar dentro de un escaparate, en el metro, a imitar a la gran Lola Flores... ¿Qué le queda pendiente?

¡Muchísimas cosas! No son sueños porque ya vivo en uno, que es hacer música y compartirlo con los demás, pero aún me quedan.

Más que un violinista, parece un rockero con su guitarra eléctrica. ¿No cree?

No es que me haya diseñado un estilo, yo soy como soy y muchas veces me dicen que no encajo con la imagen de un violinista. Cuando era joven, intenté vestir clásico y tener la actitud de un músico arrogante y estirado, pero no lo conseguí. ¡Era imposible! Así que lo di por perdido y volví a ser yo.

Parte del dinero de su gira va a ir a parar a los refugiados. ¿Cómo ve la situación?

Es muy preocupante, desde la Segunda Guerra Mundial hay 64 millones de refugiados. Y es mi deber, al llegar a tantas personas, concienciar de la situación. No son una amenaza, simplemente necesitan ayuda. Ellos tenían su trabajo y su familia y, de un día para otro, nada. Y por equivocación se relaciona con los atentados.

Cada una de sus canciones tiene una historia. ¿Cuál es la de El vals de Kairo?

Es divertida. Cuando Kairo, mi primer hijo, estaba en la barriga de su madre, ella estaba muy preocupa porque no se movía. Entonces yo cree este ritmo con movimiento y parones que me recuerda a él.

¿Qué diría Vivaldi si se viera fusionado con Paco de Lucía?

Vivaldi admiraría muchísimo a Paco de Lucía. Es uno de los músicos contemporáneos que está al mismo nivel de Mozart, Bach...

¿Veríamos a Vivaldi bailando flamenco?

¡Hombre! Él tenía los mismos rizos que los flamencos. Ja, ja.

Decía que se sentía como «un pringao» porque España no le daba la nacionalidad. Al final lo consiguió.

Muchas veces te rechazan la nacionalidad por fallos administrativos. ¡Y hay compañeros a los que les han echado del país! Es un problema grave porque no son felices en sus países y aquí no se les da una oportunidad.

¿Cómo van a ser los cinco conciertos finales de su gira 2016?

En plazas de toros, que son sitios gigantescos. Les pondremos moqueta y patios de butacas como si fuera un teatro.

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