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Ilustración de ‘Aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo’.
Cuando la patata era incomprendida

Cuando la patata era incomprendida

Teresa Benéitez recupera en un libro el intercambio con América de ingredientes que han conformado la base gastronómica de las dos orillas del Atlántico

Daniel Roldán

Sábado, 25 de marzo 2017, 00:06

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La tortilla de patata y la paella. Es difícil encontrar dos platos que gusten tanto y provoquen más discusiones entre amigos y familiares. Si la tortilla debe ir con cebolla o sin ella, si en el bar éste la ponen mejor que en el otro o si debe estar jugosa o no. Con la paella ocurre lo mismo. Discusiones sobre si el arroz debe ser removido o dejarlo quieto, por no hablar de las sugerencias que realizó el chef Jamie Oliver hace unos meses. Le puso chorizo, un crimen para los más puristas.

Hay dos platos fundamentales en la gastronomía española que serían imposibles de realizar sin el mestizaje culinario de la península Ibérica a lo largo de los siglos. El arroz, por ejemplo, fue introducido por los árabes en el siglo XII, mientras que la patata llegó con más novedades procedentes de América. Pero tardó mucho en convertirse en un alimento cotidiano, explica Teresa Benéitez (Barcelona, 1966), periodista y debutante literaria. Acaba de publicar Aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo (A fin de cuentos) donde recorre los viajes que realizaron 15 alimentos. En el caso de la patata, los europeos no supieron valorarla. Al igual que con el maíz, los españoles tardaron entre dos y tres siglos en perfeccionar su uso. Luego fueron fundamentales para que la población no pasará hambre porque son alimentos que se pueden producir en grandes cantidades, añade la autora.

En cambio, cuando los exploradores españoles y portugueses trajeron el ají, típico en la comida azteca, el éxito fue fulgurante. El chili o el pimiento se convirtieron en un ingrediente codiciado y solicitado en las rutas comerciales hacia Oriente y África, donde se ha convertido en un elemento indispensable de la cocina. "Realmente América es fundamental en la alimentación que tenemos hoy en día y no solo en Europa, sino en el mundo. Todo lo que nos trajimos de allí es fundamental y todo lo que les llevamos es fundamental para el desarrollo del continente, apunta Benéitez. Allí no había plátanos, no había café, no había caña de azúcar y esos productos son fundamentales para el desarrollo de Centroamérica y Sudamérica y que son importantes en su economía y en su configuración social. Y la famosa dieta mediterránea está basada en productos americanos, explica la autora.

Además, hay alimentos que hicieron un viaje de ida y vuelta hasta que triunfaron en el Viejo Continente. Ese es el caso del plátano, que fue llevado seguramente por fray Tomás de Berlanga hasta las Antillas en 1516 pero que no regresó triunfante a Europa hasta el siglo XIX. ¿Por qué? Por la mejoría de las comunicaciones y de conservación de los alimentos.

Tablas

Este intercambio gastronómico fue una revolución en las dos orillas. Ahora estamos más abiertos, pero antes la gente era muy reacia a comer otras cosas. Tuvieron que vencer muchos prejuicios, comenta Benéitez, que también ha realizado este libro entre dos orillas y gracias a internet. Buscando información y contactos, localizó a la ilustradora mexicana Flavia Zorrilla para crear este libro surgido mientras cocinaba con su hijo y se preguntaron el origen del tomate (americano, por cierto).

La evolución de las comunicaciones y el traslado de alimentos fue una constante durante esos siglos de descubrimiento, en el que España y Portugal fueron las puertas de Europa. Nadie salió perdiendo ni nadie salió ganando. Grandes productores mundiales de caña de azúcar o de café, productos llevados por europeos, están en el continente americano. Nosotros llevamos los olivos. Las primeras vides en California fueron llevadas por un español. Ellos nos dieron aportaciones fundamentales como el chocolate. Imagínate un mundo sin chocolate, ¡qué triste! Nadie sacó más provecho del otro, reflexiona Benéitez.

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