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Imagen del cómic.
Picasso y Casagemas, crónica de un hundimiento

Picasso y Casagemas, crónica de un hundimiento

El cómic ‘La vida’ retrata la amistad de ambos artistas y su viaje a Málaga, donde vivieron la tragedia del Gneisenau como un augurio del suicidio del pintor catalán

Francisco Griñán

Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:30

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Le obsesionaba esta historia desde que vio la serie de Juan Antonio Bardem El joven Picasso (1994). Y más que la alargada sombra del pintor malagueño, le asombró aquel chico de apenas 19 años que asistía al descenso a los infiernos de su amigo del alma, el también artista Carles Casagemas, sin poder evitar su autodestrucción y trágica muerte. Y cuando Tyto Alba se puso a dibujar aquella amistad y a rellenar los huecos que no están claros de la historia, se encontró con lo inesperado: la visita a Málaga de ambos jóvenes para pasar las fiestas navideñas de 1900 justo tras el hundimiento del barco alemán Gneisenau en el puerto con la muerte de más de medio centenar de personas ahogadas. «Es curioso que ese suceso ocurriera cuando Picasso y Casagemas llegan a Málaga. Fue como un mal augurio», explica el autor e ilustrador catalán que acaba de publicar La vida, que sigue los pasos de la pareja por Barcelona, París y la capital malagueña.

La llegada a la estación de los Ferrocarriles Andaluces (actual María Zambrano), el puerto de Málaga, las tabernas o el antiguo mercadillo de la Trinidad no faltan en las viñetas de Tyto Alba, que también tiene pasado de pintor, lo que le ha ayudado a ponerse en la piel de sus jóvenes protagonistas. «Como ellos he callejeado por las noches de Barcelona y he entendido esa amistad», señala el dibujante que ha plasmado «la relación de amistad de dos chavales que se convierte en tragedia».

El viaje a París de los bohemios Picasso y Casagemas fue determinante para la vida de ambos. Al malagueño lo marcó como artista, mientras que al catalán marcó su destino. Yasí, mientras el primero sufre un big bang creativo, el segundo se obsesiona por Germaine, una bailarina del Moulin Rouge con una mentalidad demasiado liberal para la educación española de la época incluso para aquellos modernos pintores. La joven acabó rechazando a Carles Casagemas, que se vio sumido en una depresión. Fue entonces cuando su amigo del alma Pablo Picasso le propuso pasar las navidades en el sur, con su familia, para intentar que su colega olvidase el amor no correspondido.

No obstante, la amargura inconsolable del pintor catalán lo empujaba hacia el abismo, lo que comenzó a separar a los amigos. Y Tyto Alba lo ilustra con una gran viñeta en la que un impresionado Pablo Picasso por el hundimiento del Gneisenau pinta el barco sumergido y los mástiles asomando sobre las aguas, mientras su colega «solo observa desde su tristeza». «Los pocos dibujos de Casagemas en Málaga son de personajes muy grotescos y siempre borracho», explica el autor de la novela gráfica, que también ilustra la disputa que tuvieron ambos amigos en una cantina de Málaga.

La cabeza en otro sitio

«Empezó con una discusión muy fea de Carles con unas personas, insultándoles de la peor manera y sin darse cuenta de que también estaba ofendiendo a su amigo Picasso y su familia», relata la escena el autor, que también retrata la confesión que, al calor de la pelea, el propio pintor malagueño le espetaba a su amigo y que determinó el alejamiento de ambos artistas. «Casagemas tenía la cabeza en otro sitio y, pese a las buenas intenciones de Picasso, acabaron separándose», avanza Tyto Alba que ha trabajado sobre su memoria y sus visitas precedentes a Málaga para reconstruir la ciudad en el cómic, aunque también contado con la colaboración de la Fundación Picasso y de su documentalista Salvador Bonet.

Frente a esa ruptura, el cómic recorre la trayectoria ilusionante de ambos artistas, que se retroalimentaron con su «ambición, pasión, competitividad y ansias por aprender y dibujar», señala el autor, que ha buscado esta historia real «a propósito». «Al ser un relato basado en hechos reales me limita en cierto sentido, pero me permite centrarme en cómo contarlo y darle una visión personal a la amistad de Picasso y Casagemas», explica el autor que también ha jugado con la ficción y sus propias experiencias «cuando tenía la edad de los personajes».

No solo el arte unió a ambos jóvenes, sino también los celos y las mujeres se cruzan en esta historia que acabó trágicamente para Carles Casagemas y que fue un drama para Picasso hasta el punto de que le afectó a su pintura. Con la muerte de su amigo, el malagueño comenzó su melancólica época azul, en la que acabaría pintando una enigmática obra cumbre de este periodo en 1903. En ella aparecía un hombre desnudo junto a una mujer que lo abraza y busca refugio. La cara de él es la de su malogrado amigo Casagemas, mientras que ella es la bailarina del Moulin Rouge. La obra se titula La vida.

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