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De Prada, ante un retrato de la princesa de Éboli en Pastrana.
Duelo a muerte entre dos excéntricas geniales

Duelo a muerte entre dos excéntricas geniales

Miguel Lorenci

Domingo, 27 de septiembre 2015, 08:10

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"Es un combate a muerte entre dos de las mujeres más relevantes e inteligentes del siglo XVI". Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) presenta así 'El castillo de diamante' (Espasa), su nueva novela, un apasionante duelo entre dos ciclones: Teresa de Jesús y Ana Mendoza de la Cerda, la princesa de Éboli. "Chocan dos maneras de ver el mundo, dos personalidades arrolladoras que persiguen lo mismo, a su manera, y no aceptan el papel subsidiario que les asignaron", asegura el escritor en Pastrana, la localidad alcarreña donde se retiró la aristócrata, donde Teresa de Cepeda fundó dos de sus conventos y ambas libraron su descarnada batalla. De Prada promete al lector diversión con una novela "esperpéntica" que pueblan personajes "excéntricos como ellas, propios de Berlanga o Buñuel".

Ambas se movieron entre la admiración y el odio. "Acabaron muy mal, pero su relación fue de reconocimiento mutuo", explica el escritor. "Se saben mujeres excepcionales, almas gemelas que tratan de abrirse paso en un mundo que quiere aplastarlas", precisa. "Vencen las convenciones de su época, y partir de ahí, entablan un combate formidable en el que dan golpes muy duros", explica De Prada.

Es Teresa de Jesús quien se refiere en 'Las Moradas' al alma como ese 'Castillo de diamante', "que la princesa de Éboli asedia y quiere asaltar". Santa Teresa impone sus condiciones de forma inmisericorde y saltan chispas entre ambas. "Cervantes distingue entre una envidia sana, con afán de emulación, y otra más sórdida que desea el mal ajeno. La que retrata esta novela es la pasión envidiosa que la princesa de Éboli profesa a la monja y que produce un enorme conflicto".

¿Quién gana y quien pierde? "Teresa triunfó a costa de muchas magulladuras, golpes, descalabros y escarmientos. El ansia de poder es un sucedáneo del impulso religioso, y si Teresa lucha por el perfeccionamiento interior, a la de Éboli, la perdedora, conduce a la destrucción". "Cayó al abismo al final de su vida y creó con Antonio Pérez, secretario de Felipe II, un 'chiringuito' de concesión de privilegios, una 'pequeña Gürtel' de la época", asegura De Prada.

Retrata a una Teresa de Jesús divertida y gran lectora de novelas de caballería -caballero andante de lo divino- y alejada del tópico de la disciplina espartana. "Esta pasión explica sus reformas y su vocación religiosa como una aventura vital, y no como algo reglamentado".

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