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«He llegado a firmar un autógrafo en un churro»

«He llegado a firmar un autógrafo en un churro»

Mi nombre real es Francisco Pérez, pero publico como Blue Jeans por un tema del grupo Sqeezer, aunque canto fatal. Mis novelas juveniles han vendido cientos de miles de libros y me encantaría hacer el saque de honor en un partido del Betis

Ester Requena

Sábado, 1 de agosto 2015, 01:02

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Algo tan sencillo como tuitear Te Quiero es su nueva novela, ¿usted cunde con el ejemplo?

Tuiteo poco te quiero, más bien lo digo en persona.

Entonces es un romántico empedernido... pero en la intimidad

En los libros y en la intimidad. Las redes sociales no las suelo usar para transmitir este tipo de emociones. Eso me lo guardo para casa.

¿Y qué ha llegado a hacer usted por amor?

Mi historia con mi chica supera a la de los libros. ¡Es lo más loco que he hecho! Nos conocimos por internet hace siete años cuando empecé a escribir en el fotolog y ni siquiera tenía intención de publicar un libro. Apareció, nos conocimos en persona y surgió.

Bueno, es que ahora dicen que las redes sociales son las discotecas del siglo XXI para ligar...

Pues sí, ahora quedas en Twitter, Skype.. Son maneras distintas de relacionarse, pero el amor no cambia.

¿Y habría pedido matrimonio a su pareja con 15 años, como empieza su octava novela?

¡Jugaba a las chapas con 15 años! Así que no creo (risas). He sido muy enamoradizo, pero no para tanto.

Dicen que es el Justin Bieber de la literatura...

Eso lo dijo una amiga librera, pero comparar la música con los libros, así como a Justin Bieber conmigo, me parece un poco locura. No creo que tenga nada que ver con él ni creo que sea una comparación acertada.

¡Pero si hasta lo escoltan en los aeropuertos!

Solo fue una vez en Perú (risas). Llevaba dos guardias de seguridad para salir porque había gente esperando, pero no hubo problema.

Pues tiene el dedo deformado de los autógrafos. ¿Dónde ha sido el sitio más raro que ha firmado?

He firmado zapatillas, piernas, brazos, papeles de sugus, firmé un churro... Ahora se ha puesto de moda que firme las carcasas de los móviles.

¿Cuál ha sido el regalo más friki que le han dado?

Un plato de arroz con pato que me regaló en Perú una seguidora y que lo había hecho su abuela. No me lo pude comer porque la firma duró 12 horas y se quedó frío.

Decía Ana María Matute que todos los escritores le dan al frasco. ¿Cómo va usted de frasco?

No tomo alcohol, pero bebo mucho café (risas).

Por cierto, su nombre completo es Francisco de Paula, denominación muy taurina.

No entiendo de toros, pero me lo han dicho. Pero es el mismo nombre de mi padre, mi abuelo...

¿Se quita alguna vez la gorra?

Para ducharme y dormir (risas). Es como un símbolo. La llevo desde el primer día que empecé con los libros. Antes también la usaba cuando entrenaba niños porque una vez me rapé la cabeza y para no asustarlos me habitué a usarla.

Tampoco desvela su edad. ¿Le pasa como a Woody Allen, que dice que es muy penoso envejecer?

Mi edad se paró cuando empecé a escribir libros. No la digo porque es una manía, es una tontería, pero tampoco es muy importante. Tengo los años que tengo aunque no aparezca en internet.

¿De qué más es un maniático?

Siempre me pongo el zapato izquierdo antes que el derecho y no puedo ver una puerta de un armario... ¡es superior a mí!

Pero también escribe de una forma particular...

Es una rutina escribir en el Starbucks de Callao (Madrid). Y siempre con cuerpo 12, zoom 110, con letra Times New Roman. Cuando cambio de ordenador lo paso mal.

¿Con qué lloró más: con el adiós de Parchís o con la muerte de Chanquete?

Me pilló muy pequeño todo eso. Pero lloro poquito. Con lo que más lloré de pequeño que recuerde fue con el capítulo de los lobos de Félix Rodríguez de la Fuente.

Vendió cientos de miles de su trilogía El Club de los Incomprendidos, ¿era usted uno?

De joven no. Era timidillo, calladillo, pero tenía muchos amigos y no me sentía así. Ha sido de mayor cuando sí me he sentido más incomprendido.

¿Qué libro le hubiese encantado escribir?

Diez Negritos, que es mi preferido de misterio.

¿Y qué diría Agatha Christie de sus libros?

Uff. Creo que no le gustarían. Aunque les intento dar ese toque de misterio de Agatha, me salen demasiado romanticones.

¿De qué es superdotado?

De pequeño decían que mi coeficiente intelectual era de superdotado... pero por poquito. Tengo 131 y de pequeño me exigían más por ese tema. Por eso jugaba al ajedrez y hasta gané torneos. Luego ya me cansó el ajedrez (risas).

¿Cuál es su criptonita?

El marisco, que me he puesto ya dos veces malo. El marisco me rechaza... con lo que me gustaba.

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