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Juegos malabares

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Domingo, 10 de septiembre 2017, 01:08

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Malabar es una región de la India de dilatada historia, en la que conviven etnias y religiones diferentes. Desde el XVIII perteneció al imperio británico y hoy es un distrito de Madrás. Existen desde Egipto juegos en los que se manipulan objetos en equilibrio inestable que se hicieron populares en los circos y en los espectáculos de variedades. Bolas, cuchillos, platos y muchos otros objetos se emplean en estos ejercicios que se pueden ver en los semáforos manejados por personas que así se ganan la vida. De Malabar, lo de juegos malabares que tiene dos acepciones en el diccionario, me interesa la segunda: 'Combinaciones artificiosas de conceptos con que se pretende deslumbrar al público'.

Faltan pocos días para que no se celebre el tan traído y llevado referéndum en Cataluña. Este no es una negación que muestra mi opinión y, en consecuencia, no forma parte del análisis lingüístico pero sí tiene una base idiomática, ni más ni menos que el texto constitucional.

Recuerdo al maestro Eco en Bolonia hablando de la «obra abierta»; es decir, de los plurales significados de un texto a través del tiempo y de la historia. Las diferentes recepciones y lecturas suman sentidos o los olvidan. El ejemplo más eminente es el del Quijote, que de ser una novela de humor, la historia de un pobre loco, se convirtió en la más alta encarnación de la libertad y de la dignidad humana. Una cosa es la obra abierta y otra muy diferente la pérdida del significado, la posibilidad de que toda comunicación sea una metáfora de sí misma, un barrizal de significados posibles en el que chapoteamos. Es la postura de Derrida y otros teóricos.

Es cosa más que sabida que el lenguaje tiene resquicios, huecos, agujeros y que el sentido único, la monosemia, es complicada pero existe, vaya si existe. Una botella puede tener muchas formas y colores pero su cuello estrecho la delata, lo mismo que su cometido de contener líquidos. La comunicación se basa en esta certeza del significado con todos los peros que se quieran poner.

El señor Sánchez, fiel a su idea de que somos una nación de naciones ha afirmado: «Todas las naciones son España», que se lo explique al señor Puigdemont y secuaces - 'que sigue el partido, doctrina u opinión de otro'-.

El artículo segundo de la Constitución es preciso: 'La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas'. No hay duda. Ni el concepto de nación es discutido y discutible y mucho menos, según el texto, existiría una nación de naciones. Atentos al artículo en singular y al sustantivo con mayúscula para mayor énfasis.

No en vano se emplean dos palabras: indisoluble e indivisible. Por una vez es muy clara la redacción. Se garantiza la autonomía, sentido que nada tiene que ver con independencia. Todo lo anterior es más que sabido pero cierta política no tiene empacho en manipular, inventar y pervertir el recto significado del léxico. Según el texto no son viables esas maniobras que se plantean. Estamos ante un juego malabar muy peligroso. Otra cosa, nada extraña por cierto, es tirar el texto al cesto de los papeles y ya está. El mismo señor tiene muy claro que Cataluña y el País Vasco son naciones, ahí se queda.

Desde finales del siglo XIX la cantidad de textos nacionalistas que pretenden justificar la independencia de estos dos territorios es ingente, mucho menos los de Galicia, y se fundamenta en los siguientes mensajes: la existencia de lengua y una superioridad que roza o se adentra en las procelosas curvas de la raza. No es nada nuevo. Desde esos lejanos años se les ha querido contentar con dinero y favoritismo, caso del tan cacareado cupo vasco, clarísimo ejemplo de insolidaridad. Gobiernos democráticos o no, caso de Franco, han ido cediendo y cediendo hasta llegar a este momento.

Esos textos han creado una historia y tradición que llegan al delirio, una verdadera mitología. Con el lenguaje se puede hacer cualquier cosa. ¿Qué les parece lo que sigue? Si existe una tierra multicultural en la península es Andalucía, su patrimonio y manifestaciones culturales son, solo me moveré en el terreno de lo cuantitativo, ingentes. No posee un idioma específico pero sí una gran riqueza de hablas. Puedo seguir; de ahí al salto mortal sin red no hay más que un paso. Todo es posible; de nuevo, juegos malabares.

Como filólogo me es grato que el aranés sea lengua cooficial de lo que pretenden crear. Este glotónimo es una variedad gascona de la lengua occitana, localizado en el Valle de Arán (Lérida). Es la segunda lengua más usada en el Valle después del español para desesperación de algunos y debe ser protegida desde la libertad de uso y evolución natural.

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